La petrolera YPF volvió a ajustar los precios de sus combustibles un 1 por ciento el fin de semana. De este modo, en lo que va del mes la nafta y el gasoil premium subieron 9 por ciento, mientras que la súper y el gasoil común treparon 6 por ciento. Con este último ajuste, desde que se desreguló el mercado en octubre del año pasado los combustibles treparon hasta un 50 por ciento y todavía permanecen por lo menos un 20 por ciento por debajo de la paridad de importación, lo que hace prever nuevos incrementos aún si el dólar y el crudo se mantienen estables durante las próximas semanas.
El ministro de Energía, Javier Iguacel, aseguró el viernes que no intentarán ponerle un freno a las subas y que será la caída de la demanda la que le marcará un límite a las petroleras. Más allá de lo que pueda ocurrir con la demanda, en el gobierno saben que la estatal YPF es clave para contener los precios porque controla cerca del 55 por ciento del mercado y el presidente de la compañía, Miguel Ángel Gutiérrez, no modifica las pizarras de las 1500 estaciones de la firma sin antes conversar con jefatura de Gabinete. Ahora bien, ¿por qué entonces YPF volvió a subir sus precios el sábado?
La compañía se encuentra en una encrucijada porque si bien es permeable a las presiones del gobierno tampoco puede pisar los precios mientras la competencia sigue aumentando, pues en ese caso muchos de los clientes habituales de Shell y Axion se desplazarían paulatinamente hacia las estaciones de YPF y pondrían en jaque a la petrolera estatal.
En la actualidad YPF viene abasteciendo con normalidad a sus casi 200 estaciones propias y a las 1300 estaciones abanderadas que llevan su marca, pero su situación comenzaría a complicarse si la demanda crece por encima de lo habitual. Por eso este fin de semana ajustó sus precios un 1 por ciento más para acercarse a los valores de Shell que el martes de la semana pasada había incrementado entre 9 y 11,1 por ciento los precios, según el tipo de combustible.
Las petroleras que aumenten muy por encima de YPF es cierto que enfrentan el riesgo de perder una porción significativa de mercado, pero las empresas que prácticamente no producen crudo en el país y se dedican a refinar combustibles, como es el caso de Shell, no tienen demasiadas opciones ya que el margen que les queda entre el precio que pagan el crudo y el precio que venden la nafta se ha ido reduciendo hasta casi desaparecer.
Las petroleras que le venden el crudo exigen un precio lo más cercano posible a la cotización internacional porque sino prefieren exportar el petróleo. El piso son los 67 dólares por barril que llegó a pagar YPF, que produce gran parte de su crudo pero también compra en el mercado. Shell, en cambio, ofrece pagar un precio menor porque el valor de los combustibles en el mercado local continúa al menos un 20 por ciento por debajo de la paridad internacional. Si las partes no se ponen de acuerdo, a Shell podría convenirle, al menos momentáneamente, ni siquiera vender combustible, situación que agudizaría los problemas de abastecimiento que por ahora se limitan al segmento mayorista.
Trafigura eligió ese camino en los últimos días. El trader holandés le compró este año a Pampa Energía su red de estaciones de servicio y la refinería Ricardo Elicabe de Bahía Blanca. Su plan era importar el crudo y refinarlo en esa planta, pero la fuerte suba del dólar frustró ese objetivo casi desde el inicio. Por lo tanto, la semana pasada la firma comunicó que despedirá a 200 trabajadores de la refinería. La reacción inmediata del gremio fue tomar la planta. En el sector hay quienes especulan que el anuncio de los despidos buscaba que los trabajadores tomen la planta para así dejar de producir hasta que la situación del mercado se clarifique un poco.