Poco antes de las 13 de ayer, y recién llegado de sus vacaciones sin siquiera tiempo para sacarse la crema protectora, Sergio Bergman, ministro de Ambiente de la Nación, desembarcó en La Adela, el epicentro del incendio que tuvo (tiene) en ascuas a La Pampa y que se extendía a Río Negro y provincia de Buenos Aires. Apenas llegó, como ya es habitual, expresó su buena onda: “No vengo a actuar. Vine a dar aliento a los brigadistas que combaten los incendios”, explicó a los periodistas locales que lo rodearon. Después, en conferencia de prensa, se dedicó a dar detalles del plan nacional para atacar el incendio forestal que había consumido 1.400.000 hectáreas entre las tres provincias afectadas. Llegó más de un mes después de que se había desatado el primer incendio y cuando faltaba controlar el último foco, precisamente en La Adela, que consumía 20 mil hectáreas alrededor de la población. El plan, en pocas palabras, porque fueron pocas, quedó enmarcado en “dar aliento”, en “aceptar el cambio climático”, habló de “una especie de profecía apocalíptica” y que “los recursos nacionales estuvieron a disposición desde un primer momento”, a diferencia de lo que opinaban funcionarios locales. Esta vez, no habló de rezos pero sí de apocalipsis.

 

 

“Los incendios de La Pampa se ven en el mundo por las fotos satelitales de la NASA, pero no lo ha visto el Gobierno Nacional que no ha ofrecido ayuda al Gobierno de La Pampa.” El comentario fue de un funcionario de primera línea del gobierno pampeano de Carlos Verna, el segundo día del año, cuando el fuego incluso había avanzado más allá del Río Colorado, sobre la provincia de Río Negro, y cruzado la frontera bonaerense por el cambio de viento.

“Esto se veía venir”, dijo el intendente de La Adela, Juan Barrionuevo. Los primeros focos de incendio en el departamento Caleu Caleu –del que es cabecera La Adela– “comenzaron a principio de noviembre”, señaló. Barrionuevo destacó el apoyo del gobierno de Verna desde el primer momento a través de Defensa Civil y aseguró que “desde Nación no hubo un contacto directo hasta la llegada de Gendarmería para colaborar con el trabajo en la ruta con la Policía de La Pampa”.

“El primer avión hidrante (el único) llegó el 1º de enero y cuando la situación era crítica, el 2 de enero, llegaron los brigadistas de San Luis y Córdoba”, se quejó Barrionuevo.

En octubre del año pasado, Sergio Bergman había convocado a unir esfuerzos a la población de la región cordillerana: “Para el verano lo más útil que podemos hacer es rezar” había dicho durante una entrevista ofrecida al periódico El Cordillerano. En ese momento se refería a los habituales incendios forestales en la región de Bariloche. “El gobierno –sostuvo– nos redujo el presupuesto general y nosotros lo queríamos ampliar. Así que vamos a ver cómo hacemos para tener, por lo menos, las mismas herramientas del año pasado”. “Pero estamos en un camino –agregó sombrío– donde no veo en el corto plazo que tengamos la envergadura, de lo que necesitamos en el próximo verano.” “Yo creo que este verano estaremos en mejores condiciones,  aunque como creyente que soy, para el próximo verano lo más útil que podemos hacer es rezar”.

Claro, La Adela y el millón y medio de hectáreas que se incineraron antes de su reciente llegada de vacaciones, aparecieron lejos, a muchos kilómetros de la ciudad del Nahuel Huapí. Casi por sorpresa.

A su regreso de La Adela, donde también se reunió con productores a los que no les prometió nada, el ministro dijo haber ido para “monitorear con intendentes y autoridades locales” las tareas para “prevenir daños materiales y de la vida de personas, sobre todo de bomberos y rescatistas”.

También aseguró el lanzamiento de “un plan de infraestructura muy importante que va a ser inédito en el país”, aunque no dio más detalles, salvo que se financiará con “fondos ‘verdes’ para adaptación al cambio climático”, que la Argentina “no tiene disponibilidad, vamos a tener que aplicar en créditos”.

Además, dio marcha atrás en el asunto de los rezos recomendados en octubre, y responsabilizó por los incendios al “atraso de tantos años de no haber invertido y no haber hecho el trabajo que había que hacer”.

Mientras, en el ámbito pampeano, todas las investigaciones informadas por el gobierno provincial y municipal, daban cuenta de que los incendios se desataron por la sequía y tormentas eléctricas que no llegaban con agua.

Finalmente, Bergman se refirió a un tema de fondo: sus vacaciones y las críticas que recibió por su ausencia mientras el centro del país se transformaba en cenizas y pedía auxilio con cortinas de humo. Relativizó las críticas, las consideró “atendibles pero no corresponden”. Por qué, le preguntaron. Porque “mi presencia estaba, está, en tiempo y en forma”, no físicamente pero sí a través de “equipos y brigadistas, aviones de observación y reportes” que trabajaron en la zona de la catástrofe. Y dijo, concluyente: “El ministerio asistió a quienes combatieron los incendios con dinero proveniente de una ampliación presupuestaria que se resolvió no rezando sino trabajando con los legisladores (nacionales) y las diferentes autoridades”.