España está viviendo jornadas históricas en términos de memoria, verdad y justicia respecto a lo sucedido durante la dictadura franquista ya que comenzó el primer juicio por robo de niños de su historia. Aunque se estima que existen 4000 casos de niños secuestrados al nacer, sólo en base a las denuncias, es la primera vez que una de las víctimas consigue sentar en el banquillo a uno de los acusados. Se trata del caso de Inés Madrigal, que fue entregada por el ginecólogo Eduardo Vela a sus padres adoptivos en la Clínica San Ramón de Madrid en el año 1969. Vela hoy tiene 85 años y se enfrenta a 11 años de prisión. Para que Vela pudiera ser acusado Inés Madrigal se vio obligada a denunciar a su propia madre y aquí nos cuenta los pormenores de esta historia que relata tan personal como colectiva.
El 6 de junio de 1969, el ginecólogo Eduardo Vela regaló, o vendió, una recién nacida a Inés Pérez a pedido de un sacerdote jesuita que quería agradecer así a la mujer su buen comportamiento con los niños abandonados en un convento de Los Molinos. La residencia de Los Molinos estaba conectada con la clínica del doctor Vela a través del Patronato de Protección de la Mujer, organismo creado por Carmen Polo, esposa del general Franco. Tanto Vela como sor María Gómez Valbuena, hoy ya muerta, son dos de los nombres más sonados en relación a este tema. La trama del robo de niños vinculada a organismos eclesiásticos es una historia más que probada por cientos de testimonios a lo largo y a lo ancho de la geografía española.
–¿Cuándo empezaste a sospechar de tus orígenes?
–Fue en el año 2010 a partir de un artículo que leí en El País adonde Antonio Barroso y Juan Luis Moreno relataban cómo una monja los vendió y sus padres los compraron a plazos e iban todos los años a entregar dinero a la monja. Ahí hablan de la Clínica San Ramón y yo sabía de siempre que había nacido en esa clínica. Me comunique con Antonio, le mandé la documentación sobre mi nacimiento y vimos que estaba absolutamente todo falsificado. Incluso hay papeles firmados por Vela que ponen que él asistió al parto de mi madre, una mujer estéril.
–Y entonces…
–Entonces empezamos a pensar las consecuencias. Y en este caso, la consecuencia, sí la causa avanzaba, es que iban a imputar a mí madre. Ahí hablo con ella (2013) y le digo que para seguir adelante tengo que denunciarla. Sabíamos que a la cárcel no iba a entrar porque era muy mayor así que me dio el ok y prometió ayudarme en todo lo que pudiera.
–¿Ella te contó su versión de la historia?
–Sí, cuando yo leo el artículo en el periódico le cuento pero yo creo que ella no era del todo consciente de nada. El trato fue sobre todo con mi padre, ya que en esa época eran sólo los hombres los que hablaban y ellas se quedaban en casa. Me cuenta que fueron a la clínica y Vela le dijo que fingiera un embarazo. Por lo demás, yo recuerdo también que cuando era pequeña, la fecha en que mi padre cobraba la paga extra coincidía con un viaje que hacíamos cada mes a Madrid y con la visita al cura jesuita, supongo que ahí mi padre le entregaba dinero. Mi padre muere en el 89 así que yo nunca pude hablar nada con él.
–¿Cómo sigue todo a partir ahí?
–A partir de ahí decidimos armar una presentación conjunta con el patrocinio de Enrique Vila –un abogado que también fue adoptado en estas circunstancias–. La denuncia se presenta en Fiscalía General del Estado en 2011. Eso provoca un efecto llamada, sobre todo ante nuestra aparición en los medios. El problema es que la Fiscalía decide no investigar las 261 denuncias como sí se tratara de una gran trama porque de haber sido así tendría que haber entendido en ello la Audiencia Nacional (el órgano más importante a nivel nacional), y las manda a las diferentes fiscalías de las provincias. Mi denuncia llega a la Fiscalía de Madrid en enero de 2011 y la archivan.
–¿Qué hacés una vez archivada la causa?
–Hablo con mi abogado y decidimos poner una denuncia en el Juzgado de Madrid, no ya en la Fiscalía. Entonces llaman a declarar a mi madre y a Vela y solicitan un careo entre ambos. Mi madre se enfada mucho ahí porque Vela dice que no la conoce de nada. Sí reconoció su firma (algo que negó en el juicio que se le sigue estos días cuando se le mostró el mismo documento), pero dijo que a él le ponían cosas y las firmaba sin mirar.
–¿Cómo se organizan para llevar adelante el reclamo de justicia?
–Yo soy presidenta de la Asociación Bebés Robados Murcia. En toda España hay unas 4000 personas que buscan sus orígenes, de estas 4000 unas 2000 denuncias ya han sido archivadas. Mucha gente ni siquiera se acerca a las asociaciones. Enrique Vila, el abogado, estima que el número de bebés robados ronda los 300 mil.
–¿Por qué no hay más casos como el tuyo que hayan podido avanzar en la Justicia?
–Aquí en España tenemos un problema muy grave con el tema de la prescripción. Esto se juzga como detención ilegal, pero para nosotros son delitos de lesa humanidad y no prescriben. El tema es que al dividir la causa por provincias, sí en la provincia que te toca el robo de niños prescribe, tu causa se archiva automáticamente. Eso en Madrid no pasa, pero en muchas otras provincias sí. También hay miedo a investigar. Conozco el caso de un niño que fue entregado a un ministro.
–¿Se ha llamado a declarar a alguien más aparte de Vela?
–Se llamó al personal de la clínica que trabajaba allí en el año 1969, que fue cuando yo nací, pero nadie dice haber visto nada. La gente que trabajaba para Vela, y con la que él se relacionaba, era muy religiosa. Sé por testimonios de gente que lo conoció que les hacía jurar que no hablarían.
–¿Cómo fue el tema del bebe congelado?
–En el año 81 sale un reportaje en la revista Interviú donde se publica la foto de un bebé congelado de la Clínica San Ramón –el bebé que le mostraban a las madres que recién habían parido para justificar la muerte del que les robaban--. Este reportaje trajo algunas consecuencias, entre ellas, llamaron a Vela a declarar y se cerró la clínica. Pero obviamente a Vela no le pasó nada porque todos los que estaban involucrados en la trama eran gente con poder.
–¿Qué pasa con las pruebas de ADN?
–Yo tengo varias pruebas hechas. Tenemos la idea de que hay una gran conspiración en torno a las pruebas que dificultan que nos encontremos. Hay casos de mujeres que se han hecho pruebas con hijos de los que no caben dudas que son sus hijos y les da negativo. Yo estoy esperando los resultados de una prueba que me dirá sí finalmente he encontrado a mi familia de origen, pero en el medio nos hemos enterado por una persona que trabaja en toxicología que tienen una orden de no dar positivos. Ni ellos ni los entes privados. Quieren evitar que esto se masifique y, entre otras cosas, tener que dar explicaciones, que haya reencuentros y pagar indemnizaciones, lo que los arruinaría. El banco de datos que tenemos aquí no es como el vuestro, tú te armas el perfil, lo pagas y llevas el resultado al banco. Con lo cual estamos tratando de ir a laboratorios extranjeros, que suponemos que son más fiables, o al menos no están comprados.
–¿Han tenido contacto con organismos de DD.HH. en Argentina?
–Sí, el tema es que esto lleva muchos años y es muy amplio, con decirte que hay un caso en Huelva del año 2001. Entonces hay gente que piensa que esto tiene que ver con la memoria histórica y otra que sólo se trata de un negocio puro y duro. Aquí todo lo que huele a memoria histórica hace que todo el mundo huya, incluidos los políticos de izquierda. Entonces muchas asociaciones también prefieren alejarse del tema. Sin embargo, hay una parte que sí comulga con eso y tiene más que ver con la querella argentina que es la que está relacionada con Soledad Luque.
–¿Cómo llegas a tu familia de origen?
–(Se ríe) Por un programa de TV, de estos de las 4 de la tarde donde se ponen verdes a parir y sacan los trapos sucios de unos y otros. Me llaman de ese programa y me dicen que quieren entrevistarme. Primero pensé que no, pero luego decidí que como es uno de los programas más vistos podía ser bueno. Fui, me entrevistaron y dieron mi teléfono. Yo no sé decirte la cantidad de llamadas y mensajes que recibí. Uno de ellos fue el de una mujer que decía que su madre suponía que podía ser mi hermana. Pero como yo ya había hecho 4 cotejos previos no quería generarme muchas expectativas, y además, como supimos esto de los laboratorios, decidimos mandar las pruebas fuera y estamos esperando los resultados. Lo que sé es que mi supuesta madre biológica me parió en Sevilla y también le dijeron que yo había muerto.