Me pregunto si la justicia patriarcal, vengó en Nahir cada condena femicida ¿Será eso? Castigar ejemplarmente a una asesina de varón
¿Cómo explicar sino la velocidad del proceso, la falta de atenuantes, y semejante condena a una chica de 19 años, que pasará su juventud y parte de su adultez tras las rejas?
Nahir Galarza fue condenada el pasado 3 de julio a prisión perpetua en tiempo record. En 6 meses –un milagro para la Justicia argentina– el Tribunal decidió por unanimidad dictarle una sentencia de 35 años de prisión a la joven de 19 años de edad que mató a su novio. Otro record, 19, la convirtió en la primera mujer, de más corta edad, condenada a cadena perpetua. Un gol de media cancha para la justicia misógina y patriarcal, y un bocadillo servido al plato para los medios de comunicación, que en dos minutos la fagocitaron y la convirtieron en la fría, calculadora e insensible mujer que asesina a quemarropa. En el mismo país, y casi en paralelo, se conocía la sentencia del juicio por el femicidio de Natalia Melmann. Pero, en este caso, la justicia se lo tomó con calma y demoró 17 años, sí, 17 años para dictar sentencia, y para terminar absolviendo a uno de los 5 imputados, un ex sargento de la policía bonaerense, acusado de violar y matar a la adolescente de 15 años de edad.
Nosotras sabemos muy bien que en Argentina una mujer recibe penas más graves que un varón por el mismo delito. Por tomar solo un ejemplo: el caso de Pablo Víctor Cuchán, que no solo mató, sino que además descuartizó e incineró a la adolescente Luciana Moretti. A él la Justicia lo condenó en el 2007 a 18 años de prisión y hoy ya está en libertad buscando citas por Tinder.
¿Por qué esta desproporción en las penas? ¿Por qué este doble castigo? ¿Nos quieren adoctrinar? ¿Nos quieren aleccionar? ¿Nos quieren asustadas? ¿Por qué tanta saña? Solo por el hecho de ser mujeres.
Nahir y su novio tenían una relación violenta, según mencionaron varios testigos en el juicio. ¿No es esto algo que debería preocuparnos? Cómo evitar que nuestros hijes, jóvenes y adolescentes generen estas relacionas tóxicas, posesivas, dependientes ¿Cómo transmitir otras maneras más amorosas de estar entre nosotres?
Porque más allá de comprender la necesidad de justicia por parte de la familia de Fernando Pastorizzo, la prisión, que se presenta como consuelo o, en el peor de los casos, como venganza ante el dolor, nunca resuelve el verdadero problema.
¿Cómo desarticular estas violencias que nos atraviesan?
La cárcel arrasa con la autoestima, destruye los lazos afectivos, y lejos de prepararte para la vida en comunidad, te enseña el desprecio, la especulación y el sálvese quien pueda. La cárcel no genera conciencia social, ni política y no te vuelve un ser responsable y respetuoso. La cárcel es un castigo, que en el caso de las mujeres se ve agravado por el simple hecho de ser mujer, porque no se espera de ellas semejante desvío de la norma, y como castigo está pensado para lastimar, para someter y para destruir a las personas que pasan por allí.
¿Es necesaria semejante condena a una piba de 19 años que está entrando en su vida adulta? Creemos que sólo tiene sentido para una justicia que juzga con mirada patriarcal y aleccionadora. Porque nos quieren obedientes y sumisas.
María Medrano: Activista feminista - Colectivo YoNoFui