La suba de precios de junio fue del 3,5 por ciento empujada por el impacto de la suba del dólar en alimentos y bebidas, el transporte público, las prepagas y servicios turísticos vinculados a la temporada invernal, según el relevamiento mensual que realiza la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET). El registro de inflación del mes pasado es el más alto en los últimos dos años, ya que hay que remontarse hasta mayo de 2016 para encontrar un alza superior, del 3,7 por ciento. La comparación interanual arroja en junio una inflación del orden del 29,5 por ciento y del 16,1 por ciento en el primer semestre. Si el ritmo inflacionario de los primeros seis meses se repite en el segundo semestre, la suba acumulada en 2018 será del 35 por ciento. El Indec tiene previsto publicar el próximo martes su informe de inflación de junio.
El descontrol cambiario y su efecto en la inflación terminaron por desacomodar el relato del Gobierno, que ahora ya no se anima a vaticinar nada en materia de inflación para este año. Sin embargo, la aceleración de precios viene desde hace un tiempo. Según el informe de la UMET, “desde junio de 2017 la inflación interanual ha tendido a acelerarse, pasando de 22,7 por ciento al 29,5 por ciento”. Entre economistas de distinta raíz ideológica se espera que la inflación este año no esté por debajo del 30 por ciento.
En junio, la inflación estuvo impulsada por el rubro de alimentos y bebidas, que avanzó un 4,1 por ciento. Se trata de la suba más alta desde diciembre de 2015, cuando los alimentos habían crecido un 5,6 por ciento. El incremento mensual más importante se dio en harinas, con un 20 por ciento, que se expandió sobre los productos de panadería. Las carnes, que venían subiendo relativamente poco, se aceleraron sensiblemente en junio (4,5 por ciento). La fuerte devaluación del peso en mayo y junio es el principal factor que explica el incremento en los precios de alimentos y bebidas, que tienen especial impacto en sectores de menores ingresos. En los últimos doce meses, los alimentos acumulan un alza del 25 por ciento. El capítulo de esparcimiento subió un 7,5 por ciento por las nuevas tarifas de hotelería invernal. Salud avanzó un 5, a raíz del incremento en las cuotas de las prepagas del 7,5 en junio. El informe también calculó un avance del 3,7 por ciento en medicamentos.
Otro factor que impactó sobre la inflación fue el alza del transporte público, la tercera en lo que va del año. El boleto más barato pasó de 9 a 10 pesos, un 11 por ciento. En suma, el rubro transporte y comunicaciones subió un 4,3 por ciento, en donde también tuvo peso el incremento de la nafta, las cuotas de los celulares y equipos de telefonía celular.
La UMET destaca que “la inflación de junio fue muy generalizada, ya que el 50 por ciento de los 327 productos relevados tuvo alzas mayores al 3 por ciento, cifra que no se registraba desde febrero de 2016”. Si se desagrega el cálculo de inflación según el impacto en los distintos segmentos sociales por su nivel de ingreso, el grupo más afectado en los últimos doce meses es el primer decil, 10 por ciento de menores ingresos, que absorbió una inflación del 31,8 por ciento, casi cuatro puntos superior a la que enfrentó el decil de mayores ingresos. La razón de ese impacto asimétrico en el costo de vida es la suba de servicios públicos implementada por el Ministerio de Energía. Desde el inicio de este gobierno, el 10 por ciento de menores ingresos tuvo una inflación del 127 por ciento contra una del 100 por ciento del 10 por ciento que más gana.