El deporte y la política suelen mezclarse muy a menudo. Incluso hasta por razones que devienen del propio juego. Un gol puede ser razón suficiente. Domagoj Vida juega en la selección de Croacia pero le dedicó la victoria contra Rusia a Ucrania en cuartos de final. Fue antes de la semifinal con Inglaterra. Lo hizo en palabras que sonaron ofensivas para el país organizador del Mundial. La FIFA lo advirtió y no lo sancionó. Habría violado el artículo 3º de su Código disciplinario que prohíbe “consignas políticas en cualquier forma”.
Primero dijo en un video “Gloria a Ucrania”. Fue el que lo puso en la mira de la FIFA. Estaba junto a Ognjen Vukojevic, asistente del entrenador al que la federación croata expulsó de inmediato de la delegación. La frase en cuestión no pareció inocente. Es la que utilizan como slogan los ultranacionalistas ucranianos movilizados contra la ocupación de Crimea por fuerzas pro-rusas. Entre ellos hay ex futbolistas. Vida jugó en el Dínamo Kiev entre 2013 y 2017. Ahora lo hace en el Besiktas turco. Pero no olvida que dejó amigos en la patria de Gogol y el ex delantero Shevchenko. Se escudó en ellos cuando aclaró que se trató de “una expresión de agradecimiento por el apoyo de Ucrania. Yo y Vukojevic jugamos muchos años ahí”.
Después de esa primera imagen apareció otra en la que el defensor volvió a dar vivas a Ucrania y se burló de Belgrado (la capital de Serbia aliada de Rusia y enemiga de Croacia en la Guerra de la ex Yugoslavia). Ahí se lo veía con una botella de cerveza y bastante expresivo, por no decir alcoholizado. Un video más que sus amistades ucranianas subieron a las redes sociales.
Quedó claro que no le hicieron un favor. Lo dejaron en evidencia en un momento delicado de la Copa Mundial, donde ya se habían expresado otros jugadores a favor de su patria de nacimiento o de ascendencia, pero no una ajena. Los suizos de origen albano-kosovar, Shaquiri y Xhaka, hicieron el símbolo del águila de dos cabezas de la bandera albanesa cuando les marcaron sus goles a Serbia.
Como era previsible, Vida recibió declaraciones de apoyo desde el país donde había jugado. El presidente de la federación local, Andriy Pavelko, escribió en su Facebook: “Él tiene derecho a expresar públicamente su respeto tanto a Ucrania como a sus ciudadanos”. Ayer se vieron banderas de Serbia en la semifinal entre ingleses y croatas. Lo había anticipado el líder de los ultras rusos, Alexandr Shpriguin. Si el deporte, y el fútbol en especial, están cruzados por la política nunca es una mera coincidencia. Vida quiso explicar sus loas a Ucrania para desdecirse y metió más la pata.