Después de un mes cerrado, el cine Lorca reabrió sus puertas el jueves 5 de enero. Fue un cierre provisorio por reformas y el casi el último bastión de las salas en la avenida que nunca duerme (dormía) volvió renovado, remozado. Se hicieron arreglos en los baños, cambios de butacas y mejoras en los equipos de imagen y sonido.
Clásico cine arte de la avenida Corrientes, ahí a media cuadra del 1400, entre Uruguay y Paraná, vuelve a encenderse cada noche el cartel luminoso verde, el mismo que ve pasar las décadas desde su rincón porteño. La fachada, vidriada negra y espejada, también perdura, y tal vez también el eco de un Buenos Aires de antaño, en el auge de la modernidad del siglo XX.
Primero fue el Cine Éclair, pero en 1968 inauguró la sala actual con el nombre Lion y se sumó, así al circuito de cine artes que estaban en Corrientes, entre la 9 de Julio y Callao: el Lorange, el Lorraine, el Losuar y el Loire, un recorrido de salas que comenzaban con L, de las cuales ya no queda ninguna. Salvo el Lorca.