Hace quince años que Omar Mollo partió rumbo a Holanda. Llevaba una mano atrás y otra adelante (como casi toda la Argentina poscrisis 2001), pero una voz atronadora con ganas de hacerse la Europa. Al principio fue difícil, claro. Idas, vueltas, algún que otro trabajo en antros tangueros, hasta que lo empezaron a escuchar. Quince años pasaron, entonces. Y cinco discos (Gola, Y que siga, Barrio sur, Tangamente, más el flamante Tango Cosmopolita), para que el hermano de Ricardo y exguitarrista de MAM no solo parara la olla, sino que la hiciera rebotar en el techo. “Amsterdam me cobijó con mucho respeto, solidaridad y calidez. Hace quince años que tengo trabajo, y ese trabajo se abrió a toda Europa”, cuenta Mollo Omar ante PáginaI12, desde algún rincón del país naranja. Pero la idea no es hacer historia (ya la ha contado varias veces en este medio) sino anclar en el presente puro, que lo traerá nuevamente a Buenos Aires para cantar en el ND Teatro (Paraguay 918) mañana a las 22. “Me van a acompañar Diego Ramos en piano, Ernesto ‘Chino’ Molina en bandoneón y Federico Maiocchi en contrabajo, el trío con el que hice Tangamente, una obra maravillosa”, florea el cantor.  

–¿Y Tango Cosmopolita entonces qué es?

–También (risas), pero en este caso acompañado por una típica sin fronteras que suena a una mezcla de Pugliese con Piazzolla, más algunos instrumentos no convencionales como el arpa o la tabla hindú. 

La nueva Típica que sostiene la voz de Mollo lleva por nombre “Gran Orquesta Típica Otra”, y deviene de la escisión de una agrupación anterior. “Por eso se llama así”, se ríe Mollo, acerca del combo integrado músicos de Holanda, Surinam, Noruega, Estonia, Finlandia, Argentina, Líbano, India, Sudáfrica e Inglaterra… todos estudiantes del departamento de tango del Conservatorio de Música de Rotterdam, que dirige el pianista argentino Gustavo Beytelmann. “Estoy cantando en una orquesta que tiene la pasión de Pugliese, con acentos, colores, climas, sutilezas y un power que viene de una diversidad de almas”, extiende Mollo, que grabó con esta internacional tanguera varias gemas porteñas: “Acquaforte”. “Por una cabeza”, “Taquito militar”, “Volver” y “La Yumba”, entre ellas. “Todo fluyó porque, como indica el nombre del disco, el tango está en el mundo, y cautiva a gente de diferentes etnias, culturas, y países. Y todos lo entienden, lo disfrutan y se emocionan, porque la emoción no tiene dueño ni nacionalidad. La música está al servicio de la gente y eso es lo que quise tomar del mundo… ese maravilloso patrimonio cultural que es el tango, con sus maestros y historias”, detalla el músico . 

–Un tango genuino que, sin embargo, no impidió agregar percusión hindú en la versión de “Taquito militar”… la orquesta vuela y la ortodoxia trina en este tema, se intuye.

–(Risas.) La calidad de la orquesta ameritaba ese vuelo, sí. Y fue un enorme placer para todos, porque la percu con tabla es bellísima. Ahí hubo un vuelo –no improvisación ni zapada– y esto viene de los orígenes del tango, porque no olvidemos que la percusión está desde el principio del género. Respecto a los ortodoxos, todo bien… ellos han sido muy generosos conmigo, con mi estética, con mi rock y a esta altura creo que es demodé estigmatizar. Sería una pena no disfrutar de la música y de lo generosa que ella es con la humanidad.

–Ya que lo nombró, ¿en qué parte del alma anida el rockero que fue (o que tal vez siga siendo)?

–En el alma misma. En mi alma… la del rockero fue una maravillosa época. 

Pero los premios llegaron por el lado del tango. Rescatados, compilado recientemente galardonado con un Gardel al mejor álbum artista masculino de tango, se suma a tal estatuilla obtenida por Tangamente, también nominado a un Latin Grammy 2016. “Los premios implican una alegría. Muero cuando me nominan, porque la nominación misma es el premio… son validaciones al laburo. La del Grammy, puntualmente, la tomo como un reconocimiento al laburo sostenido que hago, y a todo un equipo maravilloso que ‘nos supimos conseguir’. Yo no paro de laburar, porque creo que los premios no tienen que ver con el ego, sino con la valoración de lo que uno hace con mucho respeto, seriedad, y pasión”, se planta el cantor, que también se presentará el 22 de julio en el Festival de Tango de La Falda. 

–Volviendo a Tango Cosmopolita, ¿por qué abre con “Acquaforte”, esa enorme pieza social de Pettorossi y Catán?

–Por su intensidad. “Acquaforte” es una postal del relato social de aquel momento (principios de la década del 30 del siglo pasado), pero a su vez también es atemporal. Musicalmente, la versión que hizo la orquesta es impresionante, porque la ejecuta con el alma y conociendo de qué se trata lo que relatan esos pentagramas. Los músicos, se nota, conocen a fondo a los “nuestros”, a nuestros maestros y compositores, y te rompen la cabeza. Con esa impronta abre el disco, y es ideal que así sea. 

–Las versiones de “Por una cabeza” y “Volver” no le van en zaga. ¿Qué urge contar de ellas?

–De la primera, que tiene una introducción hermosa. Al ser tantas veces versionada, confié absolutamente en el arreglo del pianista (holandés) Wim Warman, con el que todos estuvimos más que de acuerdo. Y de “Volver”, tan versionada como la anterior, se sabe, se nos ocurrió llevarla hacia la onda balada. Con Kay Sleking (contrabajista y guitarrista de la orquesta, nacido en Kenia) nos pareció que daba para llevarla hacia ese lugar. Creo que le dimos un giro copado.