El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no recibió una cálida bienvenida en su visita al Reino Unido. Apenas puso un pie en Londres se encontró con movilizaciones de rechazo que no tenían precedentes hacia un líder estadounidense desde las masivas protestas contra la guerra de Irak en 2003. El mandatario llegó a territorio británico para discutir con la primera ministra británica, Theresa May, sobre la cooperación entre ambos países tras el Brexit.
La primera parada de Trump fue la residencia del embajador estadounidense, Woody Johnson, en Regent’s Park y ya en las afueras del lugar lo esperaban activistas de la campaña “Stop Trump” (Paren a Trump). La organización Amnistía Internacional también se sumó a las protestas y colgó un enorme cartel en puente de Vauxhall sobre el río Támesis, en el centro de Londres, con una imagen del presidente y la leyenda: “Pesadilla de los derechos humanos”.
Las protestas lo siguieron hasta la mansión campestre -en el condado de Oxfordshire- donde nació el ex primer ministro conservador Winston Churchill, héroe del presidente estadounidense. En el llamado Palacio Blenheim, el mandatario fue recibido por May, se reunió con más de un centenar de empresarios y fue agasajado con un desfile militar, pero no pudo escapar de la manifestación del colectivo Oxford Stand Up To Racisim (Oxford resiste frente al racismo). Dos de los manifestantes en Blenheim llevaban un cartel que decía “Quita tus pequeñas, asquerosas y racistas manos de nuestro NHS (Servicio Nacional de Salud) Sr. Presidente”, en alusión a los temores de que un posible acuerdo comercial entre ambos países signifique un mayor acceso a la industria médica del Reino Unido por parte de grandes compañías norteamericanas.
Durante la recepción, la primera ministra pidió a Trump un acuerdo de libre comercio tras el Brexit. “De Maine a Alaska, más de un millón de estadounidenses trabajan para empresas británicas. Ahora que nos preparamos para dejar la Unión Europea, tenemos una oportunidad sin precedentes para hacer más”, aseguró May y sentenció: “Es una oportunidad para alcanzar un acuerdo de libre comercio”. Ya antes de la llegada del mandatario estadounidense, la jefa del ejecutivo británico había afirmado que no había una alianza más fuerte que la que tenían con Estados Unidos y que no habría ninguna más importante en los próximos años. Sin embargo, antes de llegar al Reino Unido, Trump había criticado a May por sus planes para el Brexit por considerarlo muy suave: “Yo diría: Brexit es Brexit”, opinó.
Tras la cena de gala con los empresarios, tan determinados estaban los británicos a entorpecer la visita al magnate neoyorquino, que la única noche que Trump y su esposa iban a estar en Londres, se propusieron no dejarlos dormir. Ante las puertas de la residencia del embajador de Estados Unidos, la plataforma Together Against Trump (Juntos contra Trump) organizó una protesta nocturna a puro ruido con cacerolas, sartenes, tambores y vuvuzelas.
Sin embargo, hoy sucederán las manifestaciones más importantes. Durante la jornada se producirán diferentes concentraciones de rechazo en ciudades de todo el reino como Manchester y Glasgow. La policía británica espera que alrededor de 100.000 personas participen en las protestas organizadas en todo el territorio por colectivos, que incluyen sindicatos, asociaciones feministas y en favor de las minorías étnicas. Sin embargo, se prevé que la gran marcha de oposición a las políticas del líder estadounidense tendrá lugar en Londres. No en vano las autoridades organizaron las reuniones del mandatario, tanto con la primera ministra, como con la reina Isabell II, fuera de Londres, en lugar de los emplazamientos habituales de Downing Street y el palacio de Buckingham. El principal encuentro con May tendrá lugar en Chequers, la residencia de verano de la primera ministra en las afueras de Londres y, luego, Trump y la primera dama serán recibidos por la reina en el Palacio de Windsor.
En paralelo, la llamada “Stop Trump March” (Marcha para parar a Trump) convocó a los manifestantes a las dos de la tarde (hora local, 10 de la mañana en Argentina) frente a los estudios de la cadena BBC para marchar por las principales arterias de Oxford Circus y Regent Street hasta finalizar en la icónica plaza de Trafalgar. La columna dedicada al almirante Nelson en este céntrico enclave ya se ha iluminado con el lema “Trump No”, a lo que se añadirán un muro de sonido con música de mariachis y niños llorando en protesta contra la separación de sus padres tras entrar en Estados Unidos. Además hoy el “bebé Trump”, un globo gigante que retrata al presidente como un bebé enojado en pañales y con un celular en la mano, sobrevolará durante dos horas las inmediaciones del Parlamento británico a iniciativa del colectivo Nona Hurkmans. El “bebé Trump” viajará luego a Escocia, hacia donde se dirigirá también el mandatario, donde pasará el fin de semana -sin agenda oficial- en el complejo de lujo con campo de golf Trump Turnberry, que el líder estadounidense regentea desde 2014. Sin embargo, la Policía de Escocia informó ayer que se había denegado el permiso para que “baby Trump” vuele sobre el complejo porque el espacio aéreo va a estar restringido durante la estancia del presidente. No obstante, el asistente jefe de la Policía, Mark Williams, dijo ayer que estaban discutiendo con los organizadores de la protesta para establecer donde sería posible colocar el globo. “Debemos asegurarnos de que haya un equilibrio entre la protección y la seguridad pública y el derecho del público a protestar pacíficamente”, señaló Williams.
El domingo los Trump viajarán a Finlandia, donde el 16 de julio el presidente se reunirá con su homólogo ruso, Vladimir Putin.