El macrismo siempre se benefició de la “pesada herencia”, aunque con algunas está teniendo dificultades. En sus dos periodos de gobierno en la Ciudad, pudo usufructuar obras ya licitadas, a punto de comenzar o de ser terminadas, como las del Maldonado para las inundaciones o las estaciones de subte a estrenar, un sistema de transporte que prometieron hacer crecer de a diez kilómetros anuales. También se benefició con dos obras culturales importantísimas como La Usina del Arte y el Teatro Colón, y con la magnificencia del Centro Cultural Kirchner para congresos empresariales, puestas en escena con visitas internacionales y escenografía de la programación de Canal 7. Mientras, a sus pies sigue sin terminarse la extensión de la línea E, los únicos dos kilómetros y medio de subte nuevo que hicieron.

Esta historia se repite ahora en el país. Se inauguran obras de envergadura que son evidentes del gobierno anterior, como las 400 viviendas en Corrientes que acaban de entregar funcionarios que estuvieron a cargo del IVC porteño y hoy habitan despachos nacionales. Son los mismos que en la Ciudad no pudieron hacer una sola vivienda en ocho años. El presidente  inauguró una planta de tratamientos cloacales en Lanús y otra de potabilización de aguas en Marcos Paz, lanzadas por la anterior gestión. Ya vimos cómo se pusieron en funcionamiento formaciones de trenes como si ellas  hubieran llovido del cielo. Rutas, escuelas, jardines de infantes, obras de puertos y muchas más imposibles de ser realizadas en un año, por lo que lleva un proceso de licitación y ejecución real.

Un ejemplo es ACUMAR, que en este 2016 sólo pudo mostrar un retroceso absoluto en todas sus competencias. Basta con hacerse una recorrida por el Riachuelo para volver a sentir olores que ya habían sido erradicados. La gestión saliente en diciembre de 2015 dejó la obra más importante para el saneamiento del agua desde la creación de Obras Sanitarias de la Nación, el Colector Margen Izquierdo. El ochenta por ciento de la contaminación del Riachuelo se debe a los líquidos cloacales domiciliarios de la zona sur de la Ciudad y la Provincia (el resto son vertidos industriales y residuos sólidos urbanos). Para solucionarla hay que dar una red cloacal a 4,5 millones de personas.

En La Boca los vecinos observan cómo fueron ganadas por la lentitud las obras del Puente Transbordador Nicolás Avellaneda, la hermosa pieza de ingeniería y patrimonio industrial que debería haber sido inaugurada en marzo del año pasado. Tal vez sea un nuevo proceder, un paréntesis para separar una gestión de otra y poderse apropiar de una obra completamente.

La patrimonial Confitería el Molino está sola, esperando que se vuelvan a encaminar las obras para su recuperación, hoy en estado de suspensión.