Su oscuro pasado lo condena porque contribuyó a hacer “más efectivo el plan de exterminio con el señalamiento de objetivos civiles que perdieron la vida en la mayoría de los casos por medio de terribles tormentos”, fundamentó la escritora Gina Escobar. El premio Andresito que recibió el cuestionado escritor misionero Marcelo Moreyra, personal civil de inteligencia “PCI” en el Batallón 601 durante la dictadura cívico-militar, será anulado provisoriamente a pedido de Alejandro Vaccaro, presidente de la Sade central (Sociedad Argentina de Escritores), después de la repercusión nacional que ha generado el hecho de que la Sadem filial Misiones, presidida por el escritor Aníbal Silvero, haya decidido otorgar una distinción a la trayectoria literaria a Moreyra, a pesar de los antecedentes de su complicidad con la represión ilegal, la inteligencia clandestina y el espionaje, que son de público conocimiento desde 2013. “Este tipo de delitos es difícil de probar y no hay duda de que es el típico buchón que debe tener responsabilidad en muchos casos de secuestros y desapariciones”, advierte Vaccaro a PáginaI12.
“Como presidente de la Sade, me tengo que atener a que estos casos lo resuelva el Tribunal de Disciplina de nuestra institución, por eso quiero que pase a manos del Tribunal y que resuelva tanto en la anulación de la distinción como en la calidad de socio de Moreyra a la Sadem. Ojalá esto sirva, al tomar estado público, para que alguien que tenga buena memoria recuerde y se le pueda iniciar una causa y de esa manera nos ayudaría a resolver rápidamente el tema”, agrega el presidente de la Sade central. “Silvero es un tipo progresista, él no puede estar sospechado bajo ningún punto de vista de ninguna acción a favor de ese tipo”, plantea Vaccaro en defensa del titular de la Sadem. “Lo único que él argumenta es que este sujeto no tiene ninguna denuncia, lo único que figura es en una lista por haber sido agente civil del Batallón 601 en la época de la dictadura. De todas maneras, me parece que habría que anular la distinción, después veremos qué resuelve el Tribunal de Disciplina”. Apenas se conoció que uno de los premiados fue Moreyra, el pasado viernes 22 de junio, renunciaron siete miembros de la Sadem: Pablo Camogli, Alberto Szretter, Gina Escobar, Teura Roja, Bernardo Ferreira, Ramón Cura y Roberto Parodi, que fue tesorero de la institución y estuvo preso dos años y medio durante la dictadura. El hermano de Parodi, Manuel Parodi Ocampo, fue secuestrado en Resistencia (Chaco) en 1976 y asesinado en la masacre de Margarita Belén.
Después de haber recibido la carta de Vaccaro, fechada el jueves 12 de julio, en la que le solicita a Silvero “anular provisoriamente la distinción otorgada y girar las acciones al Tribunal de Disciplina”, el presidente de la Sadem accedió a atender el pedido “una vez que se nacionalizó la cuestión” y el tema “ya nos excede”. ¿Debería renunciar Silvero por haber sostenido, más allá de los cuestionamientos, el premio a Moreyra? “Yo no veo conducente promover la renuncia de Silvero, una extraordinaria persona que pudo haber actuado de forma extemporánea y equivocada”, reflexiona Vaccaro. “Tengo pruebas más que suficientes de que es un buen tipo y quizá esto se pueda atribuir a que se pensó que no iba a tener la trascendencia que después tuvo”. Pablo Camogli dice que Silvero es “un militante del campo nacional y popular”, por eso les llama la atención la actitud que ha tenido. “Todos estamos muy dolidos porque lo consideramos un amigo, un tipo muy valioso, además de un gran escritor que ha empujado mucho a la Sadem a nivel local y que ha hecho muchas cosas. Por eso nos duele mucho que le haya entregado el premio y que después haya sostenido esa entrega, pese a que le demostramos que se había equivocado. Coincido con Vaccaro: Aníbal es un tipo muy progresista, pero en esta se mandó una macana y no supo retroceder, pedir perdón, dar vuelta atrás, o realmente está convencido de lo que está haciendo. O en realidad no era tan progresista... El tiempo dirá un poco qué es lo que ha pasado”, argumenta Camogli.
El dolor del escritor Roberto Parodi –víctima de la dictadura como preso político que luego se exilió en Francia y hermano de Manuel– se concentra en la vibración de su voz. Es una pena que suena amortiguada por su cálido acento misionero. “Para que se conformaran los actos que después devinieron delitos de lesa humanidad el dato inicial empezaba con el espionaje hacia adentro de la sociedad. El Batallón 601 cumplió ese rol y Marcelo Moreyra formó parte de ese espionaje”, explica Parodi y confiesa que está “bastante decepcionado” de la Sadem, entidad a la que renunció, porque él creía que se encontraba “en un ámbito de confianza democrática”. El autor de Seis cuentos se enteró del pasado del premiado al día siguiente de que le entregaron el reconocimiento a Moreyra, cuando Camogli hizo público lo que algunos sabían desde 2013: que Moreyra figuraba como PCI del Batallón 601. “Inmediatamente presenté mi renuncia a la Sadem”, recuerda Parodi. “Aníbal Silvero es una persona que gozaba de mi confianza por su actuación y por su compromiso. Lo único que tengo para reclamarle es haber seleccionado a Moreyra y defenderlo tanto. No puedo comprender por qué dice que se trata de un premio a la actividad literaria que desarrollaba Moreyra y que no tiene nada que ver con su actuación en el seno de la sociedad. Yo no puedo entender esta separación”, señala Parodi. “La verdad es incomprensible y es muy contradictorio”.