Héctor Timerman quería hablar y contestar todas las preguntas sobre el Memorandum de Entendimiento con Irán. Fue lo único que justificó las dos horas casi dramáticas de su declaración de ayer. Se lo vio muy debilitado, con evidentes dificultades para hablar y con el notorio cansancio que la lucha contra el cáncer produce en su voz y en la fluidez de nombres y palabras. Nada justificaba la declaración en esas condiciones. A la mañana, la audiencia había naufragado por el desastre técnico que mostró la precariedad con la que la Justicia y el Estado argentino afrontan uno de los juicios más trascendentes. Se pretendió hacer la indagatoria con el micrófono de la única computadora del tribunal y las imágenes también se pretendían tomar con la camarita de la computadora, girando el aparato de un lado al otro. Fueron casi cinco horas de esperar una solución. Los abogados de Timerman, Graciana Peñafort y Alejandro Rúa, propusieron suspender todo por el cansancio del ex canciller, pero Timerman dijo que quería declarar fuera como fuera. “Todo lo que hicimos fue para avanzar en el esclarecimiento del atentado. Nada se hizo antes y nada después. No se avanzó ni un milímetro. Nosotros queríamos dar un primer paso con el interrogatorio de los iraníes”, sostuvo el ex canciller ante los jueces.
Al bochornoso episodio de ayer no le faltó nada, pese a la voluntad que le pusieron los tres magistrados –María Gabriela Iñiguez, Juan Michilini y Jorge Tassara, del Tribunal Oral 9– y el fiscal Marcelo Colombo. La audiencia estaba fijada para las 9.30, con los jueces sentados en Comodoro Py, la presencia de las demás partes en la sala y Timerman por videoconferencia desde su casa. El primer intento fue con una única computadora, sin que el ex canciller tuviera un micrófono y usando la cámara de la propia computadora. El sonido no funcionó. Pasaron las horas sin que se pudiera remediar por lo que la audiencia se fue suspendiendo. Finalmente, los jueces decidieron ir hasta el departamento de Timerman, en Palermo, a tomarle la declaración. Fue en ese momento que los letrados Peñafort y Rúa le insistieron al ex canciller para que desista de la indagatoria, pero Timerman no aceptó: quería declarar sí o sí.
A las 14.15, o sea cuatro horas y 45 minutos después de lo previsto, empezó la declaración, en condiciones casi tan precarias como antes. El micrófono que consiguieron fue un corbatero, que de a ratos Timerman tenía en su mano y acercaba a su boca, y de a ratos se lo pasaba a los jueces y al fiscal. En el inicio se escuchó claramente la voz del técnico diciendo que el sistema no grababa. Pero a esa altura los jueces ya habían perdido la paciencia y ordenaron que se siguiera adelante con lo que quedara grabado en la computadora. Timerman apareció en cámara cansado y con bastantes dificultades para hablar. En algún momento quiso decir Interpol, pero dijo AMIA. En otro mencionó la visita del presidente de Irán a la Argentina, refiriéndose al presidente de Siria. Fueron confusiones producto del cansancio, pero quedó claro lo que quería decir.
Estos fueron algunos de los conceptos salientes de la declaración:
* El Memorándum fue un intento de avanzar en la causa. Irán no extradita iraníes y la Argentina no juzga en ausencia. De manera que buscamos un camino para avanzar.
* “Desde que yo me fui, no se avanzó en nada. Diganme ustedes en qué se avanzó. El imputado Alí Akbar Velayati está paseando por Rusia y por China igual que paseaban antes. Y nada cambiará hasta que nos sentemos con los iraníes a negociar la declaración de los imputados”.
* No se avanza porque hay quienes no quieren que se avance. Timerman sugirió que tanto a Estados Unidos como a Israel no les interesa que se esclarezca el atentado, sino que están conformes con el estado de sospecha contra Irán.
* “No existió la llamada cumbre de Alepo. No hubo reunión secreta con el canciller iraní, Alí Akbar Salehi. El estuvo en Alepo el mismo día, se reunió con el presidente de Siria, pero no nos cruzamos en ningún momento. No tuve nada que ocultar, publiqué hasta una foto mía en Alepo, en la Citadel, de manera que no escondí nada”.
* “Notificamos a Interpol del Memorándum porque queríamos el apoyo público de Interpol, cosa que efectivamente tuvimos”.
* “La AMIA y la DAIA apoyaron el Memorándum el primer día, pero dos días más tarde pusieron en duda si el acuerdo con Irán hacía caer las capturas con alertas rojas. Por eso le pedí a Interpol que aclarara que las alertas rojas no tenían cambio alguno. Y así ocurrió”.
* “A Irán le interesó el Memorándum porque quería exhibir voluntad negociadora, mientras negociaba con Estados Unidos, Europa, Rusia y China el acuerdo nuclear”.
* “No pedimos la declaración de los ocho iraníes imputados porque a ellos les interesaban cinco, que eran los que tenían capturas con alertas rojas. La idea era dar un primer paso. Si lográbamos eso, después avanzaríamos sobre los otros tres”.
* “Nunca Cristina me dio ninguna orden que fuera contraria a derecho, ni yo la hubiera cumplido. Pero el objetivo de ella siempre fue avanzar en la causa AMIA durante su mandato. Quieren usar esta causa para atacarla a ella”.
* “No conozco a (Fernando) Esteche ni a (Jorge) Khalil ni a (Alan) Bogado. A (Luis) D’Elía lo saludaba en los actos. Nunca cruce una palabra con ellos sobre el caso AMIA”.
* “El Memorándum lo escribimos Salehi, el canciller iraní, y yo”.
* Durante la gestión de Jorge Taiana como canciller, los iraníes propusieron una negociación. Fue en la Isla Margarita en Venezuela. En la lista no estaba la cuestión AMIA. Por lo tanto Néstor Kirchner dijo que no. Y los iraníes no aceptaron incluir el tema. Eso fue lo que se mantuvo: no se negoció con ellos ninguna otra cuestión que no fuera el tema AMIA. Es decir que todo lo referido a petróleo, granos, nunca existió. Fue una mentira.
* “La causa AMIA no avanzó. Lo único que avanzó fue esta causa en contra nuestra. Es la prueba de la persecución”.
Anoche, el ex canciller trataba de sobreponerse al esfuerzo. Estaba con dificultades pero satisfecho. Todo el juicio es un verdadero escándalo en el que incluso se imputó a Timerman y a CFK por traición a la patria, una acusación ahora descartada. Se juzga una decisión política, un tratado aprobado por el Congreso y que, para colmo, nunca entró en vigencia. Todo parece al servicio de quienes quieren usar la causa AMIA para la geopolítica internacional.