Un gran jurado federal de Estados Unidos, imputó ayer a 12 agentes de inteligencia rusos por hackear la campaña de la candidata demócrata Hillary Clinton, en las elecciones estadounidenses de 2016.
El ex jefe del FBI Robert Mueller, de 72 años, quien fue designado el año pasado como “fiscal especial” para supervisar la investigación de la agencia sobre los nexos entre la campaña de Donald Trump y Rusia, fue quien dirigió la acusación que ayer fue presentada en conferencia de prensa por el subsecretario de Justicia, Rod Rosentein.
El fiscal Mueller solicitó al jurado la imputación de 12 agentes de inteligencia del Kremlin por haber accedido a información sobre la campaña de Clinton y del secretariado de Partido Demócrata, así como por el hackeo del Comité Nacional Demócrata (DNC) con el fin de interferir en los comicios. Los agentes también están acusados de sustraer información personal de 500.000 votantes. De todas formas, Rosentein apuntó que no hay indicios de que los sospechosos hayan modificado los resultados de la votación.
Los cargos anunciados este viernes hacen referencia a funcionarios del servicio de inteligencia militar creado por el Kremlin en 2016, conocido como GRU, del que dos de sus unidades cometieron supuestos robos de datos electrónicos para influir en las elecciones.
Según Rosentein, los agentes participaron en un “esfuerzo constante” por penetrar las redes de computadoras del DNC y en la campaña presidencial de Clinton para conseguir datos que luego difundieron en internet. Según trascendió el escrito, los agentes de inteligencia comenzaron, en 2016, a inocular virus en las cuentas de correo electrónico de voluntarios y trabajadores del equipo de la política demócrata y a través de esa práctica obtuvieron contraseñas que les permitieron entrar en otras cuentas y documentos. En el momento de difundir los datos robados, los agentes rusos se hicieron pasar por activistas estadounidenses e hicieron uso de Facebook y Twitter para diseminar el alcance de la información. Rosentein también afirmó que después de que se acusara a oficiales del Kremlin de estar tras el hackeo, éstos crearon una plataforma para alegar que el autor de los hechos era un pirata informático rumano. Además de estos hechos, también trataron de entrar al contenido de agencias estatales y diferentes áreas del Gobierno norteamericano.
Once de los agentes fueron imputados de conspiración para cometer crímenes informáticos, con agravante por robo de identidad en ocho de éstos, y conspiración para lavar dinero. Dos de los acusados están vinculados también al delito de conspiración por cometer una ofensa contra Estados Unidos.
El Departamento de Justicia estadounidense precisó en el escrito de imputación, que en los hechos, no hubo participación de ninguno de sus ciudadanos. Inmediatamente después de hacerse público el alegato, la Casa Blanca se encargó de enfatizar éste punto. “Los cargos de hoy no incluyen ninguna alegación que involucre el conocimiento de alguien de la campaña (de Trump) (...), lo que sustenta lo que hemos venido repitiendo”, reiteró Lindsay Walters, la portavoz adjunta de la Casa Blanca.
Del escrito de acusación también se extrae que el día en el que Trump pidió al Kremlin que encontrara los miles de correos “perdidos” de Clinton, el 27 de julio de 2016, los agentes empezaron sus primeras acometidas contra uno de los servidores de la campaña. También se cita la vinculación entre la actuación de estos agentes rusos con la definida como “organización 1”, y que el Washington Post, aclaró que refiere al sitio de filtraciones WikiLeaks. El 22 de julio de 2016 la plataforma recibió miles de correos de la campaña de Clinton.
Las imputaciones dadas a conocer ayer, conforman la primera acusación directa al Gobierno ruso que realiza el fiscal especial Mueller, que trabaja desde hace más de un año investigando la presunta injerencia de Moscú en las elecciones de 2016 en las que ganó Trump.
Sin embargo, es poco factible que la acusación avance y llegue a un juicio, debido a que no hay un tratado de extradición firmado entre Estados Unidos y Rusia.
El presidente Trump, recibió a comienzos de semana la comunicación de las acusaciones en el marco de la investigación de la trama rusa. “El presidente está totalmente al tanto de las acciones de hoy del Departamento”, señaló Rosenstein. Rusia, por su parte, rechazó las acusaciones. “Cuando los estadounidenses tengan los hechos, los analizaremos, eso es lo que ha dicho nuestro presidente en numerosas ocasiones”, dijo el asesor de política exterior de Putin, Yuri Ushakov, quien aseguró que Moscú no interfirió en los comicios.
La acusación llega pocos días antes de la reunión de Trump con Putin que tendrá lugar en Helsinki el próximo 16 de julio y a raíz de la misma, el líder de la minoría demócrata del Senado de Estados Unidos, Chuck Schumer, instó ayer al presidente Donald Trump a cancelar el encuentro del próximo lunes. “Estas acusaciones son una prueba más de lo que todo el mundo, a excepción del presidente, parece entender: el presidente Putin es un adversario que interfirió en nuestras elecciones para ayudar a Trump a ganar (los comicios). Rusia debe tomar primero “medidas transparentes y comprobables” de que no habrá nuevas interferencias en comicios”, sostuvo Schumer en un comunicado divulgado este viernes por su oficina.
Por su parte, Trump también se refirió al asunto esta semana en rueda de prensa del la OTAN. “Va a ser muy interesante escuchar lo que tenga que decir. Puede que lo niegue. Todo lo que puedo decir es ‘¿lo hiciste?’ y ‘no lo hagas otra vez’. A su vez también declaró que pueden salir cosas sorprendentes de la reunión que tendrá con su par ruso, el lunes en Helsinki.