A lo largo de 300 páginas Carniceros de oficio despliega más de 200 grandes fotografías, que evitan el morbo innecesario. “En un libro así es fácil buscar el efecto, pero la idea es mostrar otra cosa, las historias detrás del oficio, el respeto al animal. Por eso, desaturé los colores, no buscamos hacer una exhibición de la sangre”, explica Eduardo Torres. Junto a cada foto, está la historia de una carnicería, de su pasado y de su presente, en mirada de su protagonista, el carnicero. Pero hay más: también están varios de los mejores cocineros del país –nombres como Francis Mallmann, Germán Martitegui, Narda Lepes, Juan Braceli, Dolli Irigoyen, entre otros– cediendo recetas simples y familiares, cada una elaborada con cortes que hoy muchas veces están olvidados: la lengua, la chiquizuela, el rabo, los sesos. A esto se suma un prólogo de Roy Hora, Doctor en Historia e investigador del Conicet, sobre lo que significa la carne para nuestro país. Y, como epílogo, un intenso estudio sobre nutrición, comercialización y producción de la carne, a cargo de investigadores del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
Más allá de que Argentina ostente hoy el mayor consumo de carne bovina del planeta, en la mayoría de los casos los consumidores poco conocemos sobre la historia y el presente de nuestro símbolo nacional. Carniceros de oficio llega así para comenzar a cubrir este bache de información.