Dos jóvenes murieron y otros 14 jóvenes resultaron heridos por impactos de bala entre la noche del viernes y la madrugada del sábado, cuando grupos parapoliciales atacaron la sede de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN), donde permanecían atrincherados unos 150 estudiantes desde abril como protesta contra el Gobierno de Daniel Ortega.
Una de las víctimas fatales fue identificada como Gerald Vásquez, de 20 años, estudiante de Técnica en Construcción en la UNAN. Tras ser desalojados de la UNAN, el grupo de estudiantes encontró refugio en una iglesia de Managua a pocas cuadras de la sede universitaria. Bajo el asedio de policías y paramilitares, ayer dejaron el templo con la mediación del Episcopado.
La parroquia, último refugio de los estudiantes, se ubica en la zona suroriental de Managua. Según informaron los sacerdotes que acompañaron el desalojo, el viernes fueron evacuados tres heridos y el periodista Joshua Partlow, enviado del periódico estadounidense The Washington Post.
Los estudiantes, periodistas, médicos y sacerdotes, que se encontraban atrincherados en la parroquia Divina Misericordia (Managua) salieron ayer por la tarde en vehículos, camionetas y un autobús hasta la Catedral Metropolitana, escoltados por obispos y la Cruz Roja Nicaragüense.
Los jóvenes fueron entregados a sus familiares en el jardín trasero de la Catedral Metropolitana de Managua, con la presencia del cardenal Leopoldo José Brenes y el nuncio apostólico Stanislaw Waldemar Sommertag, en medio de cánticos religiosos y el himno nacional de se país. Luego de pasar más de 16 horas encerrados en el templo, los jóvenes fueron abrazados por sus madres, hijos y otros familiares quienes lloraban de emoción al verlos con vida.
Previo a que salieran los estudiantes de la parroquia, cientos de nicaragüenses se plantaron cerca del lugar para demandar que se los dejara salir. Varias personas oraron y rezaron por la libertad de Nicaragua y la liberación de los estudiantes, en medio de un ambiente tenso por la fuerte presencia de policías, antimotines, parapoliciales y paramilitares, que rodearon la zona. “Venimos a acompañar a los jóvenes, venimos a apoyar al pueblo”, dijo el sacerdote Domingo Gutiérrez Álvarez, quien formó parte del plantón. “Nuestro trabajo, como Iglesia, es estar siempre al lado del más necesitado”, explicó.
Brenes, presidente de la Conferencia Episcopal, ofreció una rueda de prensa en la catedral Metropolitana tras la liberación de más de un centenar de universitarios. Allí afirmó que dos jóvenes fueron asesinados y al menos otros 14 fueron heridos, mientras los paramilitares, fuertemente armados disparaban, mientras los jóvenes permanecían el interior del templo.
Posteriormente, Brenes aseguró que tras el desalojo los jóvenes se encuentran bien, aunque algunos han tenido crisis nerviosas,además organismos de derechos humanos les ofrecerán protección y resguardo, en vista de que se teme que podrían ser arrestados o asesinados si regresan a sus casas.
La crisis en Nicaragua empezó con una protesta de universitarios el pasado 18 de abril por unas fallidas reformas en la seguridad social que luego desencadenaron en un reclamo que exigió la renuncia del mandatario. El conflicto se agravó tras la violenta acción de la Policía y fuerzas de choque que hasta hoy ha dejado más de 350 muertos según informaron organismos de derechos humanos.
Por su parte, el gobierno de México expresó su “profunda preocupación” por la crisis que vive Nicaragua y condenó “el uso de la violencia y la represión en contra de estudiantes y civiles. México condena el uso de la fuerza letal en contra de estudiantes y civiles que se encontraban en las instalaciones de la UNAN”, expresó la Cancillería mexicana a través de un comunicado. “El Gobierno mexicano deplora que no se haya permitido el acceso oportuno de asistencia médica y de los mecanismos internacionales de protección a los derechos humanos que acompañan el diálogo en Nicaragua”, añadieron.
Los senadores estadounidenses por Florida, Bill Nelson y Marco Rubio, repudiaron también los ataques de policías y paramilitares nicaragüenses a estudiantes opositores al gobierno de Daniel Ortega. “La violencia perpetrada por el régimen de Ortega es reprensible y no debe tolerarse. El pueblo estadounidense está del lado del pueblo nicaragüense. Merecen que se escuche su voz”, aseguró en su cuenta de Twitter el demócrata Nelson.
Por su parte, el senador republicano Marco Rubio manifestó que los atacantes “tendrán que rendir cuentas y enfrentar la Justicia”.
Brasil también sumó sus críticas a los ataques perpetrados por las fuerzas de seguridad y paramilitares contra los estudiantes. “La escalada de violencia contra la sociedad civil, con agresiones físicas a eclesiásticos, periodistas y defensores de Derechos Humanos, son inaceptables”, señaló el Gobierno brasileño, en una nota divulgada hoy por la cancillería. En su nota el gobierno brasileño exhortó a su par nicaraguense a restablecer la convivencia pacífica, el funcionamiento de las instituciones democráticas y el Diálogo Nacional.