En el ranking internacional de tasa de interés nominal fijada por la banca central, Argentina es campeón mundial. No hay país que registre una tasa rectora más alta del 40 por ciento anual, nivel ratificado en la última reunión del Consejo de Política Monetaria de la entidad conducida por el broker Luis Caputo. La tasa de las Lebac se ubica en un escalón superior, en el 47 por ciento anual y puede subir algunos puntos en la próxima licitación de pasado mañana. La tasa de adelanto en cuenta corriente sin acuerdo se ubica en promedio en el 70 por ciento y la de algunas tarjetas de crédito supera el ciento por ciento. Son niveles de tasas que no bajarán en el corto plazo, no sólo por el temor del Central a una nueva vuelta de la corrida cambiaria, sino por las restricciones pactadas en el acuerdo stand-by con el Fondo Monetario Internacional.

Aunque el populismofobia se espante con Venezuela, la economía macrista tiene tasas de interés aún más altas, puesto que el Banco Central de la administración Maduro informa que el promedio ponderado de las tasas de interés de los créditos otorgados por destino económico, excluyendo las tarjetas de crédito, es de 21 por ciento anual. Para tranquilidad de las almas bellas conservadoras, la tabla de posiciones no es de tasas reales, o sea restada la inflación. En el indicador de aumentos de precios, Venezuela se ubica al tope a una distancia sideral del segundo, que es Argentina. En las previsiones de crecimiento económico 2018, Venezuela es la peor (-16 por ciento) y Argentina la segunda peor (0,5/1,0 por ciento en la proyección optimista, que baja a -1,4 por ciento en la pesimista). 

En los rankings de tasa de interés e inflación, el gobierno de Macri se colocó en el foco del mundo, al hacer un primer y segundo puesto; y en las perspectivas de crecimiento, en los últimos lugares de la tabla.  

Torniquete

The Spectator Index es el responsable de la elaboración de esos rankings, como de la difusión de información estadística comparada de diferentes temas, que distribuye a través de su cuenta de Twitter. Las cifras de inflación, tasa de interés y PIB en comparación internacional deja al descubierto que la administración macrista ha lanzado a la economía hacia una pendiente, que tiene ahora las manos del Fondo Monetario Internacional como impulsor adicional.

El Banco Central se ató de pies y manos en el acuerdo stand-by con el FMI, comprometiéndose a no bajar la tasa de interés hasta estabilizar el mercado cambiario y monetario. Como en el actual esquema económico-financiero eso no es un escenario probable, la eventualidad de una alteración de esa política recesiva tendrá que venir con un pedido de “waiver” al Fondo. Perdón que de ser otorgado incluirá nuevas medidas de ajuste y reformas estructurales, como la privatización parcial del sistema previsional y de la banca pública.

Fijar tasas de interés elevadísimas fue la reacción inmediata para frenar una corrida cambiaria que disparó el dólar a 30 pesos. Pese al fortísimo ajuste y torniquete monetario, con suba además de encajes bancarios, la cotización del billete verde descendió muy poco. Todo el andamiaje monetario-cambiario es muy endeble, jugado a su suerte cada treinta días en el vencimiento de las Lebac. Pasado mañana, el Banco Central intentará renovar 535 mil millones de pesos de esa deuda de cortísimo plazo, equivalente a unos 19 mil millones de dólares. 

En el mercado secundario, las Lebac a 30 días se estuvieron negociando a una tasa implícita del 50 por ciento anual, lo que obligaría al Banco Central a subir unos puntos más del 47 pactado en la licitación anterior. De ese modo, el círculo vicioso entre nivel de la tasa de interés y cotización del dólar se despliega con intensidad, agudizándose a medida que aumenta la desconfianza acerca de la capacidad de gestión –económica y política– del Gobierno. 

Bola

El stock de Lebac suma un billón de pesos, monto que ha descendido muy poco pese a compras en el mercado secundario por parte del Banco Central y al intento fallido de ofrecer la posibilidad de comprar Letes con Lebac del Ministerio de Hacienda y Finanzas. Las entidades financieras acumulan poco más del 40 por ciento del total de Lebac, y el devengamiento de intereses de ese activo les permite exhibir utilidades abultadas en los balances, según el último informe sobre el sistema financiero del Banco Central. En mayo, contabilizaron una ganancia en conjunto de 14.555 millones de pesos, 76 por ciento más que en igual mes del año pasado.

Tasas de interés tan altas, además de garantizar utilidades crecientes a las entidades, realimenta la bola de nieve de las Lebac, que más que compensan las diferentes iniciativas para reducir su stock. Esto significa que los intereses devengados por tasas altas diluyen los rescates de Lebac que hace el Banco Central.

La trampa que la anterior conducción del BC diseñó era visible para quienes no estaban sumergidos en la magia macrista. El disparate de emitir en forma desaforada deuda en pesos de cortísimo plazo irrumpió como uno de los principales factores perturbadores de la estabilidad monetaria y cambiaria. No hay forma de desarmar la Bomba Lebac si no es con un canje masivo y compulsivo por un bono en pesos de mediano plazo; pero esa alternativa generaría un incremento sustancial de la deuda del Tesoro a una tasa elevada y provocaría un brusco deterioro patrimonial de las entidades, acompañado de un estrangulamiento de la liquidez bancaria que pondría en aprietos el giro diario de las entidades. O sea, seguir refinanciando las Lebac al actual nivel de tasas preanuncia un estallido cambiario; pero terminar en forma abrupta con esos pasivos del Central derivaría en un colapso financiero.        

Círculo rojo

Liderar el ranking mundial de tasa de interés en moneda doméstica no es el único lugar destacado que alcanzó el gobierno de Macri. En pocos meses, casi duplicó la tasa en dólares que debe ofrecer para que en la plaza local los inversores sigan refinanciando los vencimientos de Letes. De octubre de 2017 a julio de 2018, la tasa a un año en dólares subió de 3,10 a 5,50 por ciento anual. 

Síntoma de la creciente desconfianza es el debilitamiento de la capacidad del Tesoro de obtener dólares en el mercado local. Las ofertas de inversores para comprar Letes son cada vez más bajas, las colocaciones son entonces por montos descendentes, lo que deriva en cancelación neta, pese a que la tasa que se pacta es cada vez más alta. 

La economía macrista se quedó sin acceso al mercado voluntario de crédito internacional, lidera el ranking mundial de tasas de interés y tuvo que subir muy fuerte la tasa de corto plazo en dólares. Hubo tantas pruebas de amor al mundo de las finanzas para terminar en una situación tan vulnerable: la capitulación ante los fondos buitre, la liberación absoluta del movimiento de capitales especulativos, la desregulación total del mercado cambiario, la habilitación de millonarios negocios en comisiones a bancos internacionales por la colocación de deuda y, como broche de oro de esa política de subordinación, el abrazo desesperado al Fondo Monetario Internacional. 

Al acelerado desorden financiero, bursátil y cambiario se suma el incremento de la probabilidad de incumplimiento en el pago de la deuda, de acuerdo a la cotización del Credit Default Swap. En ese mercado, los CDS –seguros contra una cesación de pagos– de la deuda argentina son más elevados que los de Grecia. El riesgo implícito de un nuevo default (CDS) de la deuda argentina casi se duplicó, al pasar de 3,73 por ciento de fines del año pasado al actual 6,76 por ciento. El aumento del peligro de insolvencia está originado en la Bomba Letes, que el Ministerio de Hacienda y Finanzas sigue alimentando, y en la Bomba Lebac, que el Banco Central ya no sabe cómo administrar.  

Otro indicador de la fragilidad financiera es el indicador riesgo país, que se ubica entre 580 y 600 puntos, 64 por ciento más elevado que un año atrás.

El presidente Macri, antes de quejarse de las exigencias y de la falta de respaldo del círculo rojo local, debería inquietarse por cómo está siendo tratado por el círculo rojo de las finanzas internacionales. Fue halagado hasta la exageración para ahora ser despreciado en forma fulminante. En el viejo parquet de la Bolsa de Comercio, que lo recibirá este jueves por motivo de un nuevo aniversario de la institución, se diría “comprar con el rumor (expectativa) y vender con la noticia (realidad)”. Lo más notable de este proceso es que Macri se haya creído los elogios que cosechó en sus giras por el exterior, más aún proviniendo del mundo de los negocios corporativos, aunque su padre Franco nunca ponderó las cualidades de entender la actividad empresaria del hijo Mauricio, quien encontró refugio en Boca Juniors y su trampolín político con el exitoso ciclo Bianchi-Riquelme. 

En fuga

Pese al discurso voluntarista de analistas vinculados a la actividad financiera, esas pruebas de amor al mundo de las finanzas fueron el pecado original de la actual debacle. La apertura financiera irrestricta es la razón de que los activos argentinos hoy sean los más castigados de los mercados emergentes. Las acciones se derrumbaron en promedio casi 50 por ciento en dólares, los bonos bajaron de 25 a 30 por ciento en dólares, los Fondos Común de Inversión ya perdieron unos 160 mil millones de pesos de activos, y el peso es la moneda que más se devaluó de ese lote de países. El mismo vértigo espectacular del endeudamiento tiene ahora la fuga de capitales especulativos. Lo que fue bonanza ficticia de dólares financieros hoy es derrumbe del mercado, en una tendencia que no está emitiendo señales de revertirse de acuerdo a previsiones de grandes fondos internacionales.

La agencia Bloomberg publicó un relevamiento realizado a 20 destacados inversores, brokers y head manager del mercado financiero internacional acerca de las perspectivas de los emergentes. El saldo para Argentina fue el peor: se ubicó en la parte inferior de la lista para todas las clases de activos (moneda, acciones y bonos). El artículo explica que “dado que la Reserva Federal sigue impulsando las tasas de interés y el presidente Donald Trump sigue aumentando las amenazas arancelarias, el piso para los mercados emergentes sigue estando lejos”. Para señalar que “es probable que las devaluaciones de las monedas y la liquidación de acciones de países en desarrollo continúen en la segunda mitad de 2018”. 

Otro artículo publicado en The Wall Street Journal es lapidario con las perspectivas financieras. Afirma que Argentina liquidó más de 10 mil millones de dólares en reservas en abril y mayo “en un intento, en gran medida infructuoso, de detener la caída del peso”. Lo califica como el peor de todos los mercados emergentes por cantidad de pérdida de reservas y de depreciación de la moneda doméstica respecto al dólar.

El último informe del Instituto de Finanzas Internacionales, que reúne a los bancos más importantes del mundo, también ofrece cifras fulminantes acerca de la fuga de activos argentinos realizados por fondos del exterior. Calcula que entre abril y mayo, la huida de capitales especulativos sumó unos 7000 millones de dólares en términos netos. Advierte acerca de los riesgos de refinanciación de la deuda en dólares en 2019, ubicando a la Argentina, junto a Colombia, Egipto y Nigeria, en el lote de los más complicados para la renovación de los vencimientos. Para agregar que “dada su alta dependencia de la deuda nominada en moneda extranjera, Argentina, Hungría, Turquía, Polonia y Chile parecen ser los más vulnerables a grandes oscilaciones en los flujos de capitales”. 

La economía macrista pasó de ser niña mimada a ser la peor del barrio de las emergentes.

Recesión

Con el actual nivel de tasas de interés la economía cruje y no se vislumbra un cambio de escenario con un acuerdo stand-by con el FMI, que se convirtió en la guía de la política económica. El equipo económico pactó con los técnicos fondomonetaristas la necesidad de mantener tasas de interés altas por varios meses. E incluso si el Banco Central quisiera disminuirlas debería conseguir primero el visto bueno del Fondo.

El Gobierno, con su red de propaganda pública y privada, promete que luego de un segundo semestre de estancamiento, en el próximo año comenzará la recuperación. Esa previsión está en contra de las evidencias históricas de las consecuencias de una fuerte devaluación y acuerdo con el FMI sobre la economía argentina.

Un ajuste cambiario como el gatillado en diciembre del año pasado y que todavía no culminó está asociado a procesos recesivos traumáticos, con caída del consumo y la inversión. La devaluación que se traslada en gran medida a los precios, con salarios que no acompañan en la misma proporción, debilitan aún más la demanda interna, ya suficientemente castigada por la recesión con caída del empleo y tasas de interés elevadísimas.  

El impacto en la economía del desborde cambiario (devaluación) acompañado de la asfixia monetaria (tasa de interés altas) recién está empezando a castigar el frente social y laboral. Este escenario de crisis relativamente contenida es con un dólar moviéndose en el rango de 28 a 30 pesos, pero un nuevo salto de la cotización, que no se puede descartar, aceleraría la caída de la economía macrista.

[email protected]