El desenlace de la negociación entre la AFA y el entrenador de la Selección, Jorge Sampaoli, se precipitó. Todo indica que hoy las partes estamparán la firma de la rescisión. El ciclo de Sampaoli vivía pero muriendo desde la eliminación de la Argentina del Mundial. Serán dos y no ocho los millones de dólares que la casa madre del fútbol argentino deberá desembolsar para finiquitar el vínculo con el casildense.
Trece meses de Sampaoli fueron suficientes para la AFA, que le había firmado un contrato hasta Qatar 2020. Pero los resultados mandan y la escuálida presentación de la Selección en Rusia terminó siendo determinante.
Algo de este desenlace comenzó a verse el viernes pasado, cuando el vicepresidente de la AFA y presidente de Boca, Daniel Angelici, uno de los principales impulsores de la llegada de Sampaoli a la Selección, dijo que veía al entrenador “con ganas de seguir” y de “tener revancha”. El dirigente corrió del medio la cuestión del dinero, al anunciar que para Sampaoli no se trataba “de una cuestión económica”.
La estrategia de desgaste y desprestigio hizo también su parte en la negociación. La desvinculación –con producción fotográfica incluida– de una parte del cuerpo técnico de Sampaoli, y la sugerencia de que tras el fracaso mundialista el DT se pusiera al frente del Sub 20 en el torneo de L’Alcudia, fueron tácticas efectivas de rebaja y degradación.
Eso y los millones de dólares que le pagará la AFA, terminaron de aflojar las convicciones del entrenador de sostener su proyecto más allá de las circunstancias. La AFA deberá cederle al DT el 16,6 por ciento de los 12 millones que la FIFA le pagará por la participación de la Argentina en el Mundial. Poco si se lo compara con los 8,6 millones de dólares que estipulaba el contrato firmado en junio del año pasado; el doble del millón que hubiera debido pagarle en el caso de que Sampaoli continuara en el cargo hasta la Copa América de Brasil 2019.
La danza de nombres de los posibles reemplazantes: Pochettino (Tottenham Hotspur), Simeone (Atlético Madrid), Gareca (Perú), Gallardo (River) y Almeyda (ex Guadalajara), tal vez sirvan para distraer la atención del nuevo vagón que la dirigencia sumó al tren de los errores y desaciertos en el que está subida la Selección desde aquellas tres finales perdidas.