El Mundial pasó de largo pero no los problemas del fútbol argentino. Siguen ahí, robustecidos. Si todo se ciñera a la salida confirmada de Jorge Sampaoli de la Selección nacional, la actualidad sería más distendida de lo que aparenta. Pero está lejos de serlo. El presidente de la AFA, Claudio Tapia, continúa en la mira del gobierno y de un grupo mediático que lo esmerila todos los días para algarabía de su dueño, Daniel Vila. El empresario quiere ocupar su lugar y no lo disimula. En la pantalla de América TV, el dirigente y su tropa parecen personajes sacados de la Armada Brancaleone. El conductor Alejandro Fantino suele describirlos con el adjetivo “impresentables”.
Es cierto que muchas cosas están mal. Incluso el futuro sombrío que se avecina por la falta de un proyecto integrador, que abarque desde los juveniles a la Selección mayor. Pero ciertas intrigas que tendrían su propaladora en la AFI –que comanda el empresario y agente FIFA, Gustavo Arribas– y las operaciones de Daniel Angelici, transformaron al fútbol en un campo de batalla donde seguirá cayendo metralla. Ya sin el sueño de Copa que se convirtió en pesadilla, y sí con varios frentes abiertos. Quizás estos conflictos se disimulen mejor cuando el 10 de agosto empiece a rodar la pelota en la Superliga.
La política cruza al fútbol argentino de manera transversal, sin la mínima diplomacia. En un país donde este deporte es una cuestión de Estado, nadie debería sorprenderse. Las internas se expresan en los medios, donde el presidente de Boca tuvo un protagonismo inusitado la semana pasada. Fue el vocero de las cuestiones referidas a la Selección nacional. Se diferenció de Tapia que casi no hizo declaraciones. Apenas aludió a la falta de palabra de Sampaoli si decidía no dirigir a los juveniles Sub 20 en un torneo en L’Alcudia, Italia. Eso no sucederá. El técnico acordó su alejamiento a cambio de una indemnización de dos millones de dólares.
El empresario Vila al estilo de Alejandro Romay, suele incursionar en los programas de su multimedio dando su parecer. En una entrevista en Radio La Red con el periodista Luis Novaresio dijo que la AFA es gobernada por “el grondonismo residual” y se quejó de que el gobierno nacional “desperdició una oportunidad única de modificar el fútbol argentino”. Es tan persistente como consciente de la arbitrariedad con que se mueve el poder concentrado en los medios. En julio de 2016 había pedido la intervención de la asociación que ahora conduce Tapia. Meses después, en una reunión a la que invitó a su propia casa, les confesaba a seis presidentes de clubes que tenía el aval de la Casa Rosada para ser candidato en la AFA. Uno de los asistentes a ese encuentro le contó a este cronista que “jamás hubiera conseguido los votos del Ascenso y las Ligas del Interior que decía tener. ¿Estás seguro? le preguntó uno de nosotros, incrédulo”.
Vila nunca llegó a hacer pie en la pretensión para acceder a un cargo que lo obsesiona. Tampoco contaría con los votos. Mucho menos ahora. Cuando más cerca estuvo –es una forma de decir– fue en octubre de 2011. Se autoproclamó presidente de la AFA a las puertas de la asociación, en la vereda. Su sueño duró lo que el show mediático que montó para desplazar a Julio Grondona. Aquella vez se había preparado con esmero para lograr su objetivo. Viajaba con su club, Independiente Rivadavia, mientras jugaba de visitante por el torneo de la B Nacional y así participaba de charlas con la idea de sumar apoyos a su frustrada candidatura presidencial.
En la AFA desconfían tanto del Gobierno como de Vila. Mauricio Macri remite a Angelici. Ergo, es una interna donde el presidente de Boca se para distinto del resto. Su club, la alianza Cambiemos y el Poder Judicial sobre el que ejerce una influencia notable, tienen varias presencias que ocupan lugares preferenciales en el mundo del fútbol. Sobre todo en la Superliga.
El tesorero chileno Matías Ahumada ocupa el mismo cargo que en Boca, el fiscal Eduardo Taiano integra el Tribunal de Apelaciones (investigó la causa del Fútbol para Todos) y Daniel Artana el Comité de Licencias (economista de la fundación FIEL de donde salió el ministro de la dictadura cívico militar José Martínez de Hoz). Angelici saturó de presencias cercanas la estructura profesional del fútbol. A Tapia le rodearon la manzana pero su apoyo también está a la vista. Tiene mayoría en la AFA y a la FIFA detrás, por si acaso. Un poder con el que no han podido todos los gobiernos.