Ayer a la madrugada, al menos 31 presos fueron asesinados durante los enfrentamientos que se produjeron en la Penitenciaría Agrícola de Monte Cristo (Pamc), en Boa Vista, estado de Roraima, en el nordeste brasileño. La masacre ocurrió cuatro días después de la matanza de 60 presos, todos miembros del grupo narco Primer Comando de la Capital (PCC), en una cárcel de Manaos por integrantes de la Familia del Norte (FDN). Según el ministro de Justicia de Brasil, no se trató de una venganza, sino de un “ajuste de cuentas interno”, aunque la foto de una pintada tomada en el presidio dice: “FDN CV exterminio. Quem manda aki é o PCC. Sangue se paga com sangue”. La mayoría de los cadáveres encontrados en el penal estaban decapitados, con el corazón arrancado o con mutilaciones.
El viernes, alrededor de las tres de la mañana, un grupo de internos, tras romper unas cadenas invadió el ala cinco del complejo penitenciario donde otros reclusos se hallaban alojados, y desató una batalla sangrienta. “Tres de los muertos eran violadores, que estaban ya separados, y los demás eran rivales internos que habían traicionado a los demás. Entonces en el lenguaje popular sería un ajuste de cuentas interno, lo que no resta gravedad a los hechos”, aseguró el ministro de Justicia, Alexandre de Moraes, desligando los hechos de la matanza ocurrida el lunes en Manaos.
Sin embargo, el secretario de Justicia y Ciudadanía de Roraima, Uziel de Castro Júnior, sostuvo que “posiblemente” quienes cometieron los asesinatos sean los miembros del PCC que dominan el presidio, que, según datos oficiales, mantiene 1475 presos cuando sólo tiene capacidad para 750.
Luego de que el Batallón de Operaciones Especiales (BOPE) y agentes de la Policía Militar retomaran el control de la cárcel, las autoridades estimaron que había al menos 33 muertos, 30 de ellos decapitados.
Los cadáveres, amontonados en un largo corredor por el que se accede a las alas del penal, con miembros mutilados y sin cabeza, dificultaron las tareas de los peritos para establecer la identidad y el número exacto de víctimas.
Al mediodía, mientras adentro del penal las autoridades retomaban el control de la situación, afuera, la tensión creció cuando los familiares de los presos se concentraron para reclamar información sobre los muertos en la refriega. Horas después de que la secretaría de Justicia designara seis peritos – médicos legistas y odontolegistas– y seis auxiliares de necropsia, las pericia se agilizaron. Las autoridades entregaron cuatro cadáveres que pudieron ser identificados a sus familias, y rectificaron a 31 el número de muertos. El accionar criminal, descuartizamientos y decapitaciones, fue el mismo que el que se aplicó en el Complejo Penitenciario Anísio Jobim (Compaj), en Manos, durante las diecisiete horas que duró el ataque al comienzo de la semana.