Pese a que mantiene la tasa de interés de la política monetaria en su máximos históricos, el Banco Central no logra aminorar la compra minorista de dólares, cuya cotización se disparó en lo que va del año 45 por ciento. Esto se debe a que el Gobierno eliminó la obligación de que los bancos trasladen un porcentaje del aumento de la tasa rectora a la de sus plazos fijos, cuyos rendimientos hoy apenas empardar una inflación prevista para este año. El promedio de tasas para depósitos a plazo fijo de hasta 60 días promedió en junio el 26,71 por ciento, pese a que la tasa de política monetaria se mantuvo en 40 por ciento y la de las letras del BCRA llegaron a superar el 47 por ciento. Por su parte, el componente de tasa promedio para los créditos en junio fue de 44,28 por ciento anual –sin contar comisiones–, con lo cual la diferencia entre la tasa activa (por préstamos) y pasiva (por depósitos) se expandió a casi 18 puntos porcentuales, según la entidad que conduce Luis Caputo. En algunos casos el costo total de los créditos triplica la tasa de un plazo fijo.
En los primeros cien días de gobierno, el equipo de Cambiemos desmanteló todas las regulaciones que establecían un vínculo entre el rendimiento de la Lebac y la tasa que ofrecen a ahorristas por sus colocaciones y la que cobran por sus préstamos. La razón de ese esquema de pisos y techos que se aplicó a principios de 2014 era establecer un mecanismo de transmisión directo de la política monetaria, evitar abusos de los bancos sobre los clientes y estimular el ahorro en pesos. La eliminación de estos límites en diciembre de 2015 por parte del Gobierno respondió a abultar aún más los márgenes de ganancias del sistema financiero. Ahora pretende seducir a ahorristas para se queden en pesos, pero el equipo económico quedó preso en su lógica maximizadora de ganancias bancarias.
En mayo de 2014 el ex titular del Central Alejandro Vanoli estableció un mínimo para la retribución sobre la inmovilización a plazo fijo de hasta 350 mil pesos. La tasa de interés anual mínima debía ser una proporción de las tasas de la Lebac y para el plazo más corto –desde 30 a 44 días– será del 87 por ciento. Es decir, a precios de hoy la tasa de interés de un plazo fijo no podría ser inferior al 39,15 por ciento anual, dado que la Lebac de corto plazo rinde un 45 por ciento, y a sesenta días de plazo debería ser superior a 40,15 por ciento (tenía ser el equivalente a 0,89 por ciento). A más de sesenta días la medida establecía el 0,93 por ciento de la Lebac, a precio de hoy sería de 41,85 por ciento. Si bien todavía la tasa se mantendría por debajo de la suba del dólar, sería más atractiva y positiva contra la inflación actual.
En lo que va de este año el Central aumentó la tasa de política del 28,75 por ciento anual al actual 40 por ciento. Esta suba de casi diez puntos no se trasladó a los depósitos a plazo. Según la Gerencia de Estadísticas Monetarias del BCRA, la tasa promedio que cobran el sistema bancario por los plazos fijos hasta 60 días pasó de 21,55 por ciento en diciembre a 26,71 en junio pasado, 5,16 puntos porcentuales. Entre los que mejores rendimientos ofrecen se encuentra el Banco Nación, con 28,25 por ciento anual, seguido por el Santander Río (28 por ciento), Galicia (26,7 por ciento), BBVA Francés (25,5 por ciento) e Hipotecario (24,5 por ciento), entre otros, según un relevamiento para depósitos de 50.000 pesos pactados a través del sistema de Homebanking. Otra medida que el macrismo eliminó implicaba que los bancos no podían cobrar por sus préstamos prendarios una tasa que supere en más de un 25 por ciento a la tasa de referencia de la Lebac, más IVA y otros cargos que conforman el Costo Financiero Total (CFT). Tampoco podían percibir por sus préstamos personales una tasa mayor a 20 por ciento del retorno de las Lebac. Esto fijaba de manera concreta el diferencial entre las tasas activas y pasivas para el sistema. Actualmente un préstamo personal de 50 mil pesos a uno o dos años detenta tasas que van de 42,5 a 76,23 por ciento anual y el CFT puede llegar al 100 por ciento anual.