La selección francesa campeona del mundo fue recibida en medio de aplausos por una gran multitud en los Campos Elíseos de París. Los “bleus”, a bordo de un micro con dos estrellas pintadas, comprobaron el fervor que provocó en Francia su logro en Rusia 2018. La policía desplegó unos 2 mil agentes para garantizar la seguridad en los festejos, dado que aún están frescos los recuerdos de atentados terroristas. Ya en el palacio presidencial, el mandatario Emmanuel Macron recibió a la delegación en un clima distendido que incluyó alfombra roja y sin protocolo. Emocionados, el premier galo, el entrenador Didier Deschamps y todos los jugadores cantaron “La Marsellesa”.

Tras despegar de Rusia con retraso, el avión que traía de vuelta a los “bleus” aterrizó en el aeropuerto de Roissy. El capitán Hugo Lloris, con el trofeo en la mano, y el seleccionador Deschamps fueron los primeros en ser recibidos por la ministra de Deportes, Laura Flessel, mientras el personal del aeropuerto cantaba “Merci les bleus”. Así empezaba una agenda cargada para el equipo campeón del mundo. 

Uno de los más esperados era Kylian Mbappé, quien a sus 19 años puede presumir no sólo de ser campeón del mundo y sino de ser en el segundo goleador más joven en marcar en una final del Mundial después de Pelé, que se coronó en Suecia 1958 con apenas 17 años. Los jugadores campeones vistieron camisetas blancas con dos estrellas (por las dos Copas del Mundo) y cientos de miles de personas eufóricas los vivaron mientras bengalas y aviones militares pintaban el cielo con los colores azul-blanco-rojo.

No obstante, acaso como un signo de los tiempos que corren, el recorrido en autobús descapotable de los “bleus” se hizo lejos de los hinchas, separados por un gran despliegue policial, lo que tornó el desfile deslucido y frío ante una multitud que aguardó horas bajo el sol para aclamar a sus héroes. 

Por último, los futbolistas fueron recibidos por Macron, quien agradeció al “équipe nationale” que recibirá la Legión de Honor –creada en 1802 por Napoleón, la mayor distinción que otorga Francia– tal como lo hizo Jacques Chirac con el plantel campeón de 1998.  A su lado, la primera dama Brigitte Macron insistía en tocar el bigote de Adil Rami, que no jugó un solo minuto, pero cuyo mostacho se convirtió en un talismán para el equipo, igual que 20 años atrás lo fue la calva del arquero Fabien Barthez.