El número dos y exjefe negociador de la exguerrilla FARC, Iván Márquez, declinó asumir como senador en Colombia el viernes próximo, tras denunciar la “desfiguración” del acuerdo de paz firmado a finales de 2016.
En una carta pública difundida este lunes, Márquez alega “circunstancias insalvables que se interpusieron” en su intención de formar parte del Congreso que se instalará el 20 de julio, conforme lo previsto en el pacto que permitió el desarme y transformación de las FARC en partido de izquierda.
El exjefe rebelde se escudó en tres razones para no asumir uno de los diez escaños que le reserva el pacto de paz a la nueva fuerza política: la captura con fines de extradición de su coideario Jesús Santrich, acusado de narcotráfico por Estados Unidos, la modificación de lo pactado con el gobierno y la falta de condiciones para el “tránsito de la rebelión armada a la política legal”.
“Siento que la paz de Colombia está atrapada en las redes de la traición, y no tanto porque no se haya materializado lo acordado -que requiere unos tiempos para su concreción-, sino por las modificaciones introducidas que desfiguraron el acuerdo”, apuntó Márquez en su misiva.
Suscrito a finales de 2016, el pacto de paz atraviesa por un difícil proceso de implementación e incluso el presidente electo, el derechista Iván Duque, ha prometido correcciones a lo acordado.
Duque, quien asumirá el 7 de agosto, se opone a que los jefes rebeldes que sean hallados culpables de delitos de lesa humanidad puedan desempeñarse como congresistas.
El exjefe del equipo negociador del ahora partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC) había dejado en suspenso su posesión como legislador, tras la detención de su excompañero de armas el 9 de abril.
A raíz del caso Santrich -que tilda de “montaje judicial”-, Márquez se radicó indefinidamente en una de las zonas del sur del país donde se concentran excombatientes en proceso de reincorporación social y económica.
En la década de los 1980 Márquez ejerció como diputado antes de tomar las armas, en medio del exterminio del Partido Comunista -al que pertenecía- a manos de fuerzas de ultraderecha en complicidad con agentes estatales.
Él y Santrich hacían parte de la lista de diez congresistas de la exguerrilla que deben asumir sus bancas el 20 de julio, según lo convenido en las negociaciones de paz.