Desde Moscú
En lo más alto Eden Hazard, que no fue elegido el jugador del Mundial pero en la consideración de nueve de cada diez argentinos es el que más emocionó. Es que Hazard realmente parece salido de un potrero de los suburbios. Algunos lo comparan con Riquelme, otros con Rojitas, con Bochini o con Márcico. No es una nezcla de todos ellos, pero si es cierto que tiene un poquito de cada uno, en una versión de estos tiempos. Es el tipo de jugador que más nos gusta ver a los argentinos al margen de que se admire a otros que son muy efectivos. En una época se cantaba en las canchas “Eh chupe, chupe, chupe, no deje de chupar (el nombre variaba según los clubes) es lo mas grande del fútbol nacional”. Lo mismo se puede decir de Hazard. Junto al diez de la selección de Bélgica están Luka Modric, que fue elegido el mejor jugador del Mundial (es habitual que se elija a un jugador que participa de la final) y Kylian Mbappé. Modric hace todo bien, pausa, aceleración, defiende como volante de marca, ataca como volante creativo, siempre entrega la pelota redonda con pases punzantes. Se come la cancha. Otro tipo de jugador es Mbappé. Aparece poco, pero cuando le llega la pelota, o se supone que le va a llegar, todo el mundo se apresta a ver algo importante. Es veloz con y sin la pelota en los pies y además tiene habilidad para cortar. Le falta sí, claro. No es Garrincha, no es George Best, pero tiene sólo 19 años y un camino larguísimo por delante. Hazard, Modric y Mbappé. Fueron los tres mejores jugadores del mundial. Estaba casi escrito desde los octavos de final. Sólo lo corroboraron.