Los 12 niños tailandeses y su entrenador, rescatados la semana pasada de una cueva inundada en Tailandia, hoy serán dados de alta y luego de una conferencia de prensa, finalmente, podrán regresar a sus casas. Recién este sábado, entre la ansiedad y la alegría que se vivía en el hospital de Chiang Rai por la pronta recuperación de su salud, los 13 jóvenes recibieron la noticia sobre la muerte de Saman Kunan, el buzo que había formado parte de la marina tailandesa y que falleció cuando trabajaba como voluntario en el rescate. Aún con sus batas de hospital, los 13 lamentaron la muerte del buzo y posaron para una foto sosteniendo un dibujo del rescatista.
“Todos lloraron y expresaron su pésame escribiendo mensajes en un dibujo del capitán de corbeta Saman y observaron un minuto de silencio por él”, dijo en un comunicado Jedsada Chokdamrongsuk, secretario permanente del ministerio de Sanidad. El pasado 6 de julio, el ex integrante de la marina tailandesa que participaba del rescate, Saman Kunan, falleció cuando intentaba establecer una línea de suministro de oxígeno con la cavidad donde estaban bloqueados los niños. Saman Kunan había dejado el ejército en 2006 y trabajaba en el aeropuerto de Suvarnabhumi, en Bangkok. Cuando los niños, de entre 11 y 16 años, y su entrenador, de 25, se quedaron encerrados, el hombre se presentó como voluntario para participar en el rescate.
Una vez que los 13 jóvenes que permanecieron desde el 23 de junio en la cueva Tham Luang lograron salir, fueron hospitalizados en cuarentena, bajo seguimiento psicológico y con anteojos de sol para protegerles la vista. Finalmente, después de haber sido sometidos a radiologías y análisis de sangre, los pequeños serán dados de alta. “Los 13 ‘jabalíes salvajes’ (como se conoce a su equipo) están en buena condición física y con buen ánimo”, afirmó el sábado a la prensa el ministro de Salud pública, Piyasakol Sakolsattayatorn. Los chicos han recibido el consejo de pasar tiempo con sus familiares y amigos y no dar entrevistas a la prensa, ya que ello podría “desencadenar síntomas de estrés traumático”, agregó el ministro.
Sobre la conferencia de prensa que ofrecerán hoy los jóvenes, el portavoz del gobierno Sansern Kaewkamner expresó: “Queremos reducir la curiosidad pública”. Luego de la conferencia, informó el vicegobernador de la provincia de Chiang Rai Passakorn Bunyalak, los niños podrán irse a sus casas. “En esta etapa inicial, estamos tratando de que los medios no molesten a los niños”, dijo Passakorn, quien contó que se le ha pedido a los padres y periodistas que no se realicen entrevistas en los próximos 30 días. Según informó el funcionario, los menores están resguardados por la Ley de Protección de la Infancia de Tailandia.
A las autoridades tailandesas les preocupa el impacto que podría tener la fama repentina y la atención de los medios en la salud mental de los niños, por lo que la conferencia de prensa será minuciosamente controlada. Los periodistas presentarán sus preguntas por adelantado –que serán examinadas por un psicólogo– y no podrán dirigirse directamente a los pequeños, ya que será un moderador el que postule las consultas. “Lo hemos organizado para que, después de eso, los niños puedan volver a su vida normal”, dijo Sansern.
El pasado 23 de junio, los 12 niños y su entrenador ingresaron luego de una práctica de fútbol en la cueva Tham Luang, en el norte de Tailandia, y quedaron atrapados por las fuertes lluvias que inundaron el lugar. Los trece jóvenes pasaron nueve días en la oscuridad y sin comida, hasta que dos buzos británicos lograron dar con ellos, el pasado 2 de julio. Tras el descubrimiento, varios socorristas les llevaron alimentos, curaron sus heridas y los asistieron psicológicamente, buscando mejorar su ánimo y prepararlos para el rescate, que se realizó gradualmente en tres jornadas durante el 8, 9 y 10 de julio.
El equipo que logró dar un final feliz a la trágica situación de los pequeños estuvo compuesto por trece buzos extranjeros y cinco miembros de la unidad SEAL de la marina de Tailandia. Aunque la mayoría de los chicos no sabía nadar, el grupo tuvo que aprender rápidamente a bucear para poder salir. Durante el operativo, cada niño fue acompañado por dos buzos, uno delante y otro detrás, debido al riesgo del trayecto, que tenía varios tramos inundados y con nula visibilidad.
El caso fue cubierto por periodistas de todo el mundo, que llegaron a la entrada de la cueva cuando se anunció que los pequeños habían sido hallados con vida. Para evitar que la cobertura mediática entorpeciera la tarea de los rescatistas, las autoridades tailandesas instalaron un extenso perímetro de seguridad alrededor de la cueva.
La dramática historia de estos trece jóvenes ha captado la atención de Hollywood y ya hay dos productoras interesadas en hacer una película sobre el rescate que mantuvo pendiente al mundo durante varios días.