Un sarcófago de granito hallado durante la obra de una construcción en la ciudad egipcia de Alejandría podría poner fin a 2000 años de misterio sobre la localización de la tumba del general macedonio Alejandro Magno, muerto en el 323 a. C., tras caer enfermo luego de un banquete en Babilonia. Junto a la tumba de 185 centímetros de alto, 265 de largo y 165 de ancho, se halló una cabeza de hombre esculpida en alabastro, que podría ser el retrato de quien está sepultado, según las autoridades. De todos formas, como el busto ha sido deteriorado por el tiempo y el sepulcro no tiene inscripciones que permitan tener indicios sobre su morador, al menos hasta que sea abierto y analizado, ésta podría ser una más de las cientos de conjeturas sobre la tumba del Rey de Macedonia.
El sarcófago que, según los expertos, pesa más de 30 toneladas, fue descubierto a comienzos de julio durante una inspección del terreno previa a la construcción de unas obras en el barrio de Sidi Gaber, en la portuaria ciudad de Alejandría, situada en el norte de Egipto.
De acuerdo con los especialistas, la tumba podría pertenecer al período ptolemaico temprano, que comenzó después de la muerte de Alejandro Magno en 323.
El director del Departamento de Antigüedades Egipcias, Ayman Ash- mawy, señaló que “la cabeza de alabastro es probablemente la de un noble en Alejandría. Cuando abramos el sarcófago, esperamos encontrar objetos dentro que estén intactos, lo que nos ayudará a identificar a esta persona y su posición”, explicó.
En este sentido, el mediático egiptólogo Zahi Hawass explicó, en una entrevista con The Telegraph, que la cabeza de alabastro descubierta indica la importancia de quien está sepultado, porque Asuán, la ciudad de donde posiblemente se extrajo el mineral, está localizada a casi mil kilómetros de Alejandría.
En tanto, el editor de la región de Africa del servicio mundial de la BBC, Richard Hamilton, detalló que “el hallazgo ha generado especulación sobre la posibilidad de que sea la tumba perdida de Alejandro Magno, el rey de Macedonia que conquistó gran parte del mundo antiguo”. “Si se trata de la tumba de Alejandro Magno, sería uno de los mayores descubrimientos arqueológicos de todos los tiempos”, agregó.
También puede ser un nuevo fiasco, uno más, entre los cientos de anuncios que ya hubo sobre la posible tumba del mecedonio, que inició sus campañas militares con sólo 19 años, y que murió un mes antes de cumplir los 33.
Detallar las conquistas y logros del conquistador llevaría no menos de los tres tomos de biografía novelada que le llevó al arqueólogo y escritor italiano Valerio Massimo Manfredi contar las hazañas del macedoniano.
Pero una enumeración mínima incluiría desde su formación como discípulo del más brillante alumno de Platón, Aristóteles, nombrado tutor del joven Alejandro por su padre Filipo, hasta la fundación de setenta ciudades. A los 17 años ya era comandante de los ejércitos de su padre y a los 21 asumió el trono de Macedonia; la campaña contra el poderoso y extenso Imperio Persa, al que en gran parte logró conquistar, y en la que se enfrentó y derrotó durante su avance con el ejército de Darío III; su empeño por difundir la cultura griega en los territorios que conquistó: desde Egipto hasta la India; y las once heridas que recibió en ese camino, antes de convertirse en la cabeza del mayor imperio de la historia.
La muerte lo encontró lejos del campo de batalla, cayó enfermo el 2 de junio del 323 a. C., tras un banquete. Durante dos semanas padeció fiebre alta, un fuerte dolor abdominal, náuseas y vómitos. El 13 de junio falleció en Babilonia (hoy territorio iraquí) y su cuerpo embalsamado colocado en un carro monumental para su traslado a Macedonia y luego a Alejandría; después, su tumba se perdió en la bruma de la historia.
Sin embargo, el primer desafío que enfrentan los investigadores es el trabajo de acondicionamiento para la apertura del sarcófago. Ashmawy, explicó que “es arriesgado abrirlo directamente, tenemos que prepararnos.
Es difícil moverlo intacto y abrirlo en un museo. Está a cinco metros bajo tierra y todo pesa más de 30 toneladas. Sólo la tapa pesa 15 toneladas”, sostuvo el experto.
Para la tarea, un equipo de ingenieros inspeccionará el lugar para proporcionar maquinaria pesada y estructuras que permitan levantar la tapa del sarcófago que ha permanecido sellado más de 2000 años. Luego, será el turno de los especialistas en momificación y restauración para asegurar la conservación de los objetos y restos que se encuentren.