La eliminación del plazo mínimo de 120 días de permanencia en el país que regía para las inversiones financieras era el último requisito del JP Morgan antes de incorporar bonos argentinos a su indicador de referencia de los mercados emergentes. La decisión de sumar tres títulos en pesos al denominado Indice de Bonos de Gobierno-Mercados Emergentes (GBI-EM, por sus siglas en inglés) se concretará en febrero. El indicador es utilizado como guía por fondos de inversión que administran más de 185.000 millones de dólares. Por eso, la incorporación de un país en ese listado anticipa un influjo significativo de capitales hacia ese mercado. Esa dinámica se observará incluso cuando el peso que tendrán los papeles emitidos por Argentina será 1,16 por ciento. Pero la incorporación del país en el GBI-EM tras el perfeccionamiento de los mecanismos para la especulación financiera de corto plazo dispuesta por el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, no solo estimula el ingreso de fondos especulativos. Al profundizar el proceso de reinserción en el mercado e inflar la demanda de los bonos locales, la decisión del banco estadounidense contribuye a reducir los costos de financiamiento externo del país. El timing no podría ser mejor. El ministro de Finanzas, Luis Caputo, pretende colocar antes de fin de mes bonos en moneda extranjera por hasta 10 mil millones de dólares.

El desempeño de muchos fondos de inversión se evalúa en comparación contra los retornos arrojados por alguna de las canastas de bonos de referencia elaboradas por bancos de inversión como el JP Morgan. Así, cuando los bonos emitidos por un país son sumados al índice, el responsable de determinar dónde invertir balancea su portafolio para comprar esos títulos y garantizar una rentabilidad promedio que no resulte en una sangría de clientes. Cuando esa dinámica sucede con bonos que ofrecen altas tasas de interés en dólares y los títulos son emitidos por un país que desmanteló su marco regulatorio, entonces es esperable un incremento en la demanda de los activos financieros y una reducción en el costo del financiamiento. El montaje de una autopista financiera amplia, señalizada y sin peaje no solo promueve operaciones especulativas de corto plazo que pueden resultar en corridas cambiarias y movimientos bruscos del tipo de cambio sino que amplifica la vulnerabilidad de esas economías a shocks externos.

Los índices GBI-EM fueron lanzados por el JP Morgan en Junio de 2005 y son utilizados como referencia por fondos de inversión con más de 185 mil millones de dólares. Son el principal grupo de indicadores que monitorean activos gubernamentales en moneda local de 18 países emergentes entre los que figuran Brasil y Chile. El JP Morgan informó que los bonos en pesos con vencimiento en 2021, 2023 y 2016 fueron los elegidos para sumarse al GBI-EM como resultado de “una serie de medidas implementadas recientemente para facilitar el acceso de los inversores extranjeros al mercado de cambios y al mercado de títulos de deuda pública”.

La consagración del JP Morgan a la rehabilitada bicicleta financiera será complementada por la incorporación de los bonos del país al resto de esa familia de indicadores elaborada por el banco que retroalimentará los flujos de capitales de corto plazo dirigidos hacia activos locales. Caputo y Dujovne trabajan para que las acciones argentinas vuelvan a ser miembro de los índices Morgan Stanley Capital International (MSCI) en junio. Seguidos por fondos que suman 1,4 billones de dólares, Argentina fue desplazada de esos indicadores en 2009. Las regulaciones a la entrada y salida de capitales que ampliaron el margen de maniobra para hacer frente a la crisis le valieron entonces la expulsión del universo de los mercados emergentes. La eliminación de las barreras para los movimientos de corto plazo que solo buscan maximizar su rentabilidad le permitirá a Macri concretar la operación retorno para disimular con anabólicos financieros la ausencia de las inversiones extranjeras genuinas.