Es fundamental que todas sepamos que cuando Palomo encontró su vocación, la fue a perfeccionar, estudiando Diseño Masculino y Tecnología en el London College of Fashion. Porque él llegó justo a la moda cuando había que dar un paso para seguir discutiendo no solamente el lugar de lo masculino sino todos los géneros en general. De modo que sí, ponele que hace una ropa que podríamos llamar de género fluido, pero no solamente porque algunas telas sean vaporosas y floten a caminar de eses chiques tan delgadites, sino porque no hay una costura ni un bies en las cositas maravillosas que piensa Palomo, que no sean una declaración de principios y una apertura al debate.
Ya la reina B se sacó unas fotitos cuando hizo la presentación en red-sociedad de Instagram de les mellis y, como quería dar el look de virgen inmaculada con concepción en el pesebre, obviamente buscó en el catálogo de Palomo. Porque por más que haya estudiado en Inglaterra la cosa de Cordobés de lo profundo del sur de España no se lo sacó ni con un millón de whiskies. Lo propio fue llevado a cabo por Miley que usó los volados de Palomo para su video Malibu. Una rápida mirada a su página web nos daría la pauta de que ponerse algo diseñado por Palomo exige un coraje y una reflexión tan importante como la que el diseñador puso en el vestido. Ambos, modelo y vestuarista deberán encontrarse en el nirvana de los encajes, las sedas y las plumas de avestruz.
La colección 2018, que ha llamado “The hunting” (“La cacería”) te pone unos brocados para mezclar el imaginario de príncipe valiente que, para escapar del matrimonio arreglado con la princesa, se escondió en un dark room, no sin antes robarle todos los vestidos de fiestas del ropero a la prometida. Y con eso, qué sé yo… salimos de cacería… todo bajo un cielo nublado como el de Los santos inocentes donde sabemos que Palomo se ha convertido la Milana Bonita que te va a arrancar los ojos con sus creaciones desatracadas de ave rapaz.
Es obvio que su vestuario sale de esos momentos del cine en los que a Almodóvar se le da por redefinir lo español y se mete entre los volados del flamenco para hablarnos de esa cosa difícil que es el imperio perdido (Matador, Volver, Tacones lejanos). De hecho en el penúltimo desfile de Palomo, “Hotel”, uno de los últimos vestidos era llevado por una enfática Rossy de Palma. Pero, también, su vestuario sale del simbolismo de esa increíble escena en la que Cecilia Roth en Todo sobre mi madre, busca al progenitor de su hijo en el parque de Barcelona y termina dando con Agrado, la amiga trans que había dejado atrás 18 años antes y que será la Virgilio que la acompañe a reconstruir su vida. Toda esa escena iluminada por los focos de los autos sedientos de sexo en un descampado, tiene como fondo la canción Tajabone, cantada por el Senegalés, Ismael Lô.
Tajabone, de hecho es una celebración religiosa en la Senegal natal de Lô. Se trata de la fiesta que da cierre al Ramadán en el que, después del mes de rezos y de ayuno, todos los niños pueden salir con felicidad por las calles vestidos del sexo contrario al que tienen asignado y recibir, de parte de los mayores, regalos de dulces, comidas, bebidas, etc. “Tajabone nos vamos a Tajabone. Abdou Jabar es un ángel que bajará de los cielos directo hasta tu alma. Él te preguntará si has orado. Él te va a preguntarte si has ayunado. Llegará hasta tu alma. Llegará hasta tu alma y preguntará si oraste y ayunaste”.
Este último desfile del 7 de julio de 2018, donde nos presentó sus creaciones para el 2019, Palomo nos llevó de viaje por el desierto, en un camello cubierto de tules para evitar el contacto directo con la realidad, mientras alguien contaba cuentos del Mahabharata y todo en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid, entre bestias embalsamadas y esqueletos de dinosaurios. Para agregarle exotismo tercermundista, a poco de comenzado el desfile (entre el minuto 5.30 y el 6.50 del video de Youtube) se cortó la luz durante dos minutos en que les modeles tuvieron que salir como iluminades y eternes por los celulares de los asistentes, lo que le daba a las gasas y las tafetas de seda de los vestidos un brillo lúgubre y sombrío que la luz de los focos no hubiera podido recrear. Todo era como Muerte en el Nilo, pero con más acción cuerpo a cuerpo entre los turistas y la tripulación…
En 2017 Palomo fue finalista del premio más importante que se puede ganar en la moda joven: el LVMH, que le garantiza un futuro promisorio y peligroso. Por suerte no lo ganó. Todes sabemes que no hay como ganar un premio joven para que tu carrera termine estropeada rodando por los zanjones. De donde celebramos que la multinacional todavía no lo hay devorado y le dé un tiempito más para que siga confundiéndonos con sus creaciones.