Cuarenta y ocho horas antes de una marcha y movilización hacia las puertas del tradicional edificio de la Escuela de Cine del Incaa, en la calle Moreno –convocado para mañana por algunas de las más importantes agrupaciones que reúnen a productores y realizadores cinematográficos de nuestro país– el Boletín Oficial de la República Argentina acaba de publicar un nuevo Plan de Fomento a la producción audiovisual bajo la resolución 1102/ 2018, con la firma del presidente de la entidad oficial, Ralph Haiek. Entre otros considerandos, el texto de la resolución entiende que “mediante el diálogo con los representantes de los diversos sectores de la industria cinematográfica se ha convenido en la necesidad de trabajar por un cambio integral y sistémico del régimen de ayudas públicas que contemple las particularidades y necesidades de los distintos modos de producción”. Las quejas y pedidos vienen sosteniéndose y, en algunos casos, aumentando de intensidad desde que asociaciones como la DAC (Directores Argentinos Cinematográficos), la Asociación de Directores de Cine PCI o el Colectivo de Cineastas, entre otras, sugirieron que los borradores del Plan de Fomento que circulaban en el ambiente no hacían más que potenciar la financiación de largometrajes de gran presupuesto, en desmedro de las producciones más pequeñas o independientes.
Así ubicadas las piezas en el tablero, las nuevas disposiciones del Incaa apuntan “a generar un camino para que terminemos bien el 2018 y podamos pensar en lo que viene más adelante”, según describió Fernando Juan Lima, vicepresidente del Incaa, en una reunión con un puñado de referentes de la prensa especializada, que también contó con la presencia de Haiek y la Gerenta de Fomento Viviana Dirolli, llevada a cabo, en parte, para intentar llevar a tierra algunos de los aspectos más farragosos de la terminología legal. Haciendo hincapié en el hecho de que, en lo que va de 2018, se llevaron a cabo 83 rodajes de films nacionales, Haiek destacó la importancia de los nuevos anticipos de subsidios para rodaje, aplicables al momento del inicio de la filmación y que “serán seleccionados semestralmente por una comisión técnica para las películas a realizarse en los siguientes seis meses”, según pudo verse en unas filminas repartidas a los periodistas presentes. Asimismo, hizo hincapié en la elevación de los montos de esos subsidios, que en el caso de las producciones medias tendrá un aumento del 25 por ciento, es decir, será de un total de 12 millones y medio de pesos.
No cambian en gran medida las tres formas o formatos de producción, definidos por la Ley de Fomento como Producciones destinadas a Audiencia Media, Producciones destinadas a Audiencia Masiva y Producciones con Asignación de Subsidios por Convocatoria Previa, clasificación que parcela la producción cinematográfica según sus aspiraciones comerciales y que, en base a ello, define el monto del subsidio adjudicado en cada caso. “Hay otras cuestiones políticas importantes”, señaló Juan Lima, “que están ligadas a políticas de género, con medidas que afiancen el federalismo y con encontrar un sistema de fomento que respete realmente los distintos modos de producción, desde las producciones más grandes al cine más independiente. Hay cuestiones a mejorar, pero estas primeras medidas aspiran a solucionar algunos de los problemas más inmediatos. Por otro lado, son medidas que se reclamaban y que se consensuaron con el sector audiovisual”. En otras líneas de la resolución se determina subir el monto del premio a cuenta de anticipo de subsidio para medios electrónicos de manera que el mismo permita la realización de la película en cuestión, una de las “trabas” que varios productores venían señalando durante los últimos meses.
Con este nuevo movimiento de peones, que se suma a la publicación la semana pasada de las nuevas disposiciones sobre la cuota de pantalla, la dirección del Incaa intenta llegar efectivamente al 50 por ciento de su presupuesto destinado al fomento cinematográfico, porcentaje que en los últimos años no siempre se cumplió. Lo cierto es que, como se escucha muchas veces en voz baja, la oferta de producción es altísima (el cine argentino es una de las cinematografías de países “periféricos” con mayor número de películas por año) y el presupuesto no parece ser suficiente para contentar a todo el mundo. La clave, desde luego, es cómo se repartirán esos recursos a partir de las nuevas reglamentaciones. Antes de cerrar la reunión informativa, la dirección del Incaa anticipó que se encuentra en discusión un cambio en las normativas que regulan la calificación por edades de los estrenos cinematográficos. Posiblemente el “Sólo apta para mayores de 16 años” recibido por Re loca, el exitoso film con Natalia Oreiro, empujó a estudiar esa posible renovación del sistema, que ya cumplió más de treinta años de vida. Las novedades podrían incluir clasificaciones intermedias entre el “Apta para todo público” y el SAM13.