El debut de la precuela de El marginal en la TV Pública (martes a las 22) puede servir de medida para desmitificar algunas ideas que se repiten como mantras dentro de la industria televisiva. A saber: que no necesariamente las segundas partes de una ficción son peores que la original, que no siempre las segundas temporadas atraen menos audiencia que la primera, que no es verdad que el rating de un programa depende fundamentalmente de si forma parte de una pantalla “caliente” o “fría”, y que tampoco es cierta la justificación de que la audiencia de la TV Pública argentina –salvo evento exclusivo en directo– es “naturalmente” periférica. El primer capítulo de la serie de Underground no sólo supo hilvanar con calidad y sentido dramático la historia contada en su primera temporada con una trama que se sitúa tres años antes de aquella. También cosechó una impresionante audiencia, promediando 9,6 puntos de rating en la abandonada pantalla de la TV Pública, que promedia un punto. Una demostración de que si en la señal estatal se emite contenido atractivo y de calidad, el público aparece.
No era fácil el desafío que tenía por delante El marginal 2. La ficción que transcurre en el penal San Onofre debía estar a la altura de su primera temporada, en la que el mundo carcelario había sido abordado con sentido estético pero fundamentalmente desarrollando una trama que trascendió a la mera conjunción de situaciones efectistas. La complejidad era mayor teniendo en cuenta que esa continuidad estética-dramática no se daba cronológicamente, sino que debía tender un puente hacia el pasado, situando la historia años antes de la que contó la temporada surgida en 2015 del plan de fomento a la ficción del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiodivisuales (Incaa). Ser la primera precuela de la TV argentina no era un peso menor. Como tampoco lo era el promedio de audiencia de 2,6 puntos que había cosechado cuando se emitió en 2016, haber formado parte del catálogo de Netflix y haber ganado el Grand Prix en el Festival Series Manía, de Francia. No eran pocos los antecedentes que debía refrendar.
El marginal 2 contará la llegada de los hermanos Borges (el “Diosito” de Nicolás Furtado y “Mario”, de Claudio Rissi) a San Onofre y la construcción de poder que realizan para constituirse como los “kapangas” del penal. El primero de los ocho episodios tuvo de todo: una lograda persecución policial y a los tiros por los pasillos de una villa, una brutal pelea de “vale todo” dentro de la cárcel, fuertes dosis de crueldad sanguinaria, humor negro, violencia explícita y la presentación de grandes personajes, como el “Sapo” (el entonces líder del penal, interpretado por Roly Serrano) y Rita (la terapeuta social de la cárcel a punto de jubilarse, a cargo de la siempre colorida Verónica Llinás). El debut, además, supo dejar abiertos los primeros trazos de las disputas, amistades y enemistades que se construirán a lo largo de la trama escrita por Guillermo Salmerón y Silvina Olschansky. La puesta de cámara del episodio, dirigido por Adrián Caetano y Alejandro Ciancio, logró transmitirle a los televidentes la densidad propia de una historia que se cuenta tras las barrotes derruidos –en más de un sentido– del servicio penitenciario.
El regreso a la pantalla chica de El marginal, desde el riesgo de elegir hacerlo por medio de una precuela, fue acompañado con una audiencia sorprendente para la TV Pública, que desde que las autoridades decidieron disminuir a la mínima expresión su producción y llenar horas con ciclos repetidos sufrió fuga de televidentes. El episodio debut de El marginal 2 tuvo picos de 11,5 puntos, con un promedio de 9,6 puntos. Esa cifra le permitió al canal estatal competir con la TV privada, triplicando la audiencia de El Nueve y América e igualando a Simona, en la pantalla de El Trece. No sólo eso: el estreno erosionó el andar del programa más visto de la TV argentina, 100 días para enamorarse –paradójicamente también producida por Undergropund para Telefe–, cuyo capítulo del martes bajó 2,3 puntos respecto del rating del día anterior. El marginal 2 fue el cuarto programa más visto del martes, con un detalle que valoriza aún más su audiencia: la ficción partió de un piso de rating de un punto de un punto, por lo que casi todo el caudal de televidentes que cosechó fue el de un público que fue a buscar voluntariamente la serie. Incluso, la audiencia fue siempre en alza: en el primer cuarto la serie midió 7,1 puntos, en el segundo 9,9, para luego mantenerse con un promedio de 10,5 puntos.
Los impresionantes números de El marginal 2 en la TV Pública seguramente respondan a una serie que contempla las preferencias del público, pero probablemente no sólo se remita a sus cualidades artísticas. El aluvión de televidentes que sintonizó la TV Pública –y que probablemente no lo vuelva a hacer hasta el martes a las 22– abre un interrogante: ¿cuál habrá sido la influencia de Netflix en la creación de tan numerosa expectativa, considerando que la primera temporada forma parte desde hace años del catálogo de la plataforma on line. ¿Acaso puede Netflix ser, a la vez, tanto verdugo como promotor de la ficción argentina?