Mauricio Macri ratificó que su objetivo principal sigue siendo bajar la inflación. Pero también que seguirá aplicando la misma política, que fracasó hasta ahora, para sujetarla. No fue la política lo incorrecto, sino “la tormenta –término al que aludió por lo menos nueve veces– de cosas que pasaron en el mundo y no podemos controlar” lo que provocó los desvíos, aseguró. Además, la herencia recibida. También admitió que “por unos meses” va a caer la actividad económica, pero afirmó: “puedo ver que en 2019 volveremos a generar trabajo”.
La mayoría entre los nueve periodistas seleccionados (por sorteo) para preguntar en la breve conferencia de prensa (duró apenas media hora) se refirió a las graves condiciones económicas que se están viviendo, reclamando qué propone el gobierno para conjurarlas. Ninguna pregunta mereció una respuesta directa, ya que cada devolución del Presidente siguió un patrón muy semejante: entiende “la angustia” de la gente, responsabiliza a “la tormenta en el mundo” y a “problemas que vienen desde hace setenta años”, asegura que el gobierno “está haciendo el esfuerzo correcto y diciendo la verdad” para resolverlo y, finalmente, que “hay un gran futuro por delante”. Ese guión de 4 pasos ordenó prácticamente todas las respuestas: recesión y desempleo, inflación, retenciones y presupuesto. No habrá muchos que hayan saciado sus inquietudes, si por allí pasaban sus preocupaciones.
“Puedo entender los temores de que esto termine en una crisis similar a las que vivimos en el pasado, pero no creo que sea así”, fue su primera respuesta a un duro diagnóstico que incluyó la pregunta del periodista decano de la Sala de Prensa de Casa de Gobierno. El fantasma de la crisis de 2001 se coló desde el primer momento en la conferencia de prensa, sin que el esfuerzo de Macri lograra disiparlo.
Ratificó que bajar la inflación “sigue siendo la mayor prioridad, aunque no haya sido tan fácil como pensábamos resolverla”, admitió. Pero responsabilizó a la historia económica, el cepo cambiario, el atraso en las tarifas” como los tema que hubo que resolver y que serían los responsables de la estampida inflacionaria, a dos años y medio del cambio de gobierno. Ratificó, pese a todo, que la inflación “bajará más de diez puntos el año que viene, y se acercará al dígito (menos del 10 por ciento) en el siguiente”.
A la consulta sobre si suspendería la baja de retenciones a los granos por necesidades presupuestarias, como sugirió el FMI, respondió que “es el Estado el que no debe gastar más de lo que tiene, no podemos pagar más impuestos”. Y recurrió a la falaz muletilla de “lo insólito que es que el gobierno anterior castigara a las exportaciones con retenciones; claramente, por eso no se generaba trabajo”, concluyó. Un análisis de un experto de la Bolsa de Cereales publicado por La Nación en 2008, cuando se discutía este mismo tema, mostraba que unos 40 países en el mundo aplican retenciones a sus exportaciones. Por otra parte, no hay quien pueda dudar de que la soja, principal grano de exportación, sólo genera una mínima cantidad de empleo y que, al contrario, es más el empleo que se pierde por las producciones que desplaza con su expansión.