El teléfono de golpe se convierte en una bomba neutrónica. El botón rojo de las películas sin música de ultra amenaza mundial. Una pesadilla sin forma de despertar. Una nausea sin Reliverán. Una necesidad de delete que no termina en la papelera o en el programa para barrer hasta los spam más inhóspitos o en el Google que guarda también en la computadora. La foto llega. Y es un genital no invitado a pasar a nuestra vista. Y, mucho menos, a la de los vecinxs de colectivo, aeropuerto, oficina, casa, restaurante o zona de incomodidad.
–¡Ahhhhh qué asco!
–¿Qué paso?
–Un chabón que no conozco me mandó una foto en pija –le cuenta una amiga a la otra, mientras analizan en qué momento el machismo exacerbado llegó a la idea y a la idea concretada y vuelta masiva con el sexo smartphone– que un genital en primer plano podría erotizar a una recepcionista sorprendida con la misiva peneana.
Las historias se superponen a las historietas y la dibujante Lía Copello (La Coope) cuenta el origen de la inspiración para publicar una gráfica anti sexting choto en Instagram: “El día anterior a hacer este dibujo me llegó una foto igual a la que ilustré. Me sucede bastante seguido. Todos los días me encuentro con mensajes de varones queriendo aleccionarme de algún modo, pero los que vienen con pitos no deseados son los que más me desagradan. ¡Cuánto dista esta agresión de la foto deseada, la que erotiza! El placer viene exclusivamente de la mano del consentimiento, lo demás es violencia machista. El foco está ahí, la pija que llega de prepo tiene esa misma intención que cualquier forma de abuso”, enmarca.
“La satisfacción del hombre por mandar fotos de su miembro sin preguntar pasa por el poder de poder hacerlo y ya, así como el chabón que te acosa o te muestra su pija en la calle. Ellos le dan un significado a su pene que nosotras no llegamos a entender. Para un tipo heterosexual, en el momento de la conquista, su pene es en donde está (mal)enfocado históricamente el deseo y, a su vez, es todo lo que el porno les muestra a ellos que pueden dar tanto que en las películas de porno mainstream a ellos casi ni se les ve la cara”, devela la periodista Paula Giménez, especializada en sexualidad.
No todo sexting es abusivo y, mucho menos, de penes sin consentimiento. Incluso, puede llegar alguno que tenga visto bueno o sea buscado y deseado. Pero el neo sexo telefónico tiene los enredos del deseo y, también, de nuevas formas de abuso y de machismo explícito. Vicky tiene 24 años y es estudiante. Ella es parte de un mundo donde hay que esquivar no solo en la calle, sino también en las redes las fotopenes. “Siempre me pareció gracioso que los chabones mandaran una foto del pene tan común y tan básica que luego se me llenaba la galería de penes que luego no podría relacionar con una persona o una cara. La fotopene es impersonal, parecen todas de stock”. En muchos casos Tinder o Happn se vuelven un catálogo de entrepiernas. “En algún momento de mi vida tuve todas las aplicaciones de citas que existen. Agendaba a los chicos por su nombre y la red social mediante la cual los había conocido. Me ha pasado de estar hablando de literatura mediante el chat de la app y que lo primero que recibiera al WhatsApp sea una fotopene indeseada al mediodía, cuando estaba almorzando en familia, en el colectivo, en el colegio. Todas fotos iguales tomadas desde el mismo ángulo de pijas erectas sin ninguna nota personal de cada hombre. Dedicaba un rato cada semana a eliminar las fotopenes de mi celular y cada tanto recibía un mensaje de ‘¿Te gusta mi pija?’ al que no sabía que responder porque ¿cuál era la pija de mi interlocutor?”.
Diana tiene 24 años y se sintió mal por una relación real, pero sin presencia. A veces lo que duele es que incluso el relato se vuelve difuso para compartir el malestar. “Nunca hubo piel pero el teléfono se prendía fuego. Yo era inexperta y él insistente. Yo quería besos sin emoticones, él tenía excusas y falta de tiempo. Entre memes y audios con citas de Cortázar fui aflojando. Lo que pasó pasó y fue gasolina. El después fue con sabor a poco y ansias de que las manos que me tocaran fueran dos y ajenas y no una propia mientras malabareaba por sostener el celular. Después de eso nunca me volvió a hablar. Cuando yo pregunté dijo que tenía razón, lo mejor era apostar a su relación. La próxima vez que supe de él fue la semana pasada cuando varias chicas lo denunciaban en Instagram por abuso. Yo sentí que no tenía derecho ni siquiera a estar triste”. El derecho siempre existe. Por eso a esta forma de sexo también hay que sacarlo del closet de la pantalla. Incluso para cuidarse, abrazarse o estar tristes.
Sin embargo, que existan situaciones abusivas y prácticas desagradables no quiere decir que todo sexteo sea machista o nocivo. La escritora Paz Machado, de 20 años, describe: “La teletransportación no existe, pero el deseo a kilómetros sí. También puede usarse en otro tipo de relaciones para salir de lo rutinario y probar algo distinto. Mandar una nude cuando el otro está trabajando, sorprender, lanzar una frase provocadora de la nada. Da un lugar a la imaginación inmenso”. El sexteo, igual que el sexo, depende de la potencia del deseo, el uso y el cuidado para el placer. “Mi sexting favorito consta en un inicio muy suave, casi imperceptible. Puede ser una charla en doble sentido que empieza a crecer para terminar en la literalidad absoluta. Cuando el clima ya está armado en el texto, empieza lo audiovisual. Fotos, videos, boomerangs. Pero tengo una premisa inquebrantable y es la confianza mutua y el respeto. Si no se toman ciertos cuidados, puede ser un arma de doble filo. Mutas de pasarla muy bien a una pesadilla. La comodidad es lo principal, si no te gusta o te inhibe: no lo hagas”.
El podcast de Zorroridad tiene una estética glam en sus intervenciones en Instagram con teléfonos con tubo, labios rojos y mujeres que posan como sex bomb de los años cincuenta, pero que en vez de esperar un llamado quieren hacer estallar sus pezones rosados. Daniela Novak es una de las zorroras y ella apunta: “El sexting y el envío de nudes existen y se instalaron en nuestra cotidianeidad. Pertenecemos a una generación que necesita o utiliza herramientas de envío y recibo inmediato. Pero no somos les uniques que sexteamos, en otros tiempos, se utilizaban otros métodos como mandarse cartas con descripciones eróticas, líneas telefónicas dedicadas al sexo telefónico o llamadas personales con el objetivo de tener una conversación sexual. El goce se mantiene, cambian los medios de comunicación. ¿Qué busco con ese envío de nudes? Calentar al otro, verme con la otra persona y que desee mi cuerpo de antemano, así también como desear el suyo. Otro punto es que me saco una foto porque en ese momento me veo linda, me gusta mi cuerpo, no necesariamente la tomo para mandársela a alguien, simplemente retraté el instante”.
“En cuanto a nudes de heteros, bi, lesbianas, gays, la diferencia no está en el por qué nos sacamos las nudes o por qué sexteamos. La desigualdad está en los riesgos que automáticamente tenemos al enviar una foto”, señala Novak, que tiene 23 años, es realizadora y sonidista y trabaja como auxiliar docente en un jardín de infantes. “El mayor porcentaje de personas que tienen miedo ante la posibilidad de que su foto privada termine en una página pública, se reconoce como mujer heterocis. Esto tiene un nombre: “revengeporn”. Se produce cuando una pareja hetero rompe en malos términos y publica contenido íntimo, en plataformas públicas. Si bien hay cosas para hacer, esto no es considerado un delito específico”, amplía.
Mientras que otra zorrora Melody Goñi, directora técnica de boxeo y profesora en @peleacomounapiba, de 23 años, suma el sexteo como una puerta abierta a la autosatisfacción: “Las nudes y el sexting pueden ser un paso previo o simultáneo a la masturbación. A fines del siglo XIX, algunas mujeres que sufrían de histeria eran masturbadas por doctores. En la actualidad sigue siendo un tema tabú. ¿Cómo vamos a llegar al orgasmo con tantas trabas y tanta persecución en torno a nuestra genitalidad? La masturbación ayuda a descubrir qué disfrutamos, qué no, cómo podemos expresarlo a otre. El sexting y nudes, son herramientas que nos ayudan a permitirnos gozar libremente de nuestra sexualidad. Hay tantos gustos como cantidad de personas, la base es el consenso. No importa si te gusta lo explícito, lo que da lugar a la imaginación, lo sutil o simplemente una palabra, es esencial que el intercambio de material sea deseado por ambas partes. Que nadie se sienta obligade a nada”.
Francesca Gnecchi directora de Erotique Pink y licenciada en Comunicación especializada en temas de sexualidad femenina, rescata: “Que una mujer pueda sentirse sensual y sexual independientemente de no entrar en los terribles envases de mujer perfecta que nos quieren imponer para tomarse una foto y enviársela a otra persona ya es una batalla ganada al modelo actual. El sexting bien usado (con permisos, con consentimiento, con el pie del otro para hacerlo) erotiza”. El sexo tiene que ser gozado, consentido y permitido. Gnecchi subraya: “Todo lo que sea sin consentimiento es acoso, es abuso y hoy muchas mujeres soportan la venganza y se vuelve a poner el disfrute de la sexualidad femenina en el plano de lo malo, de la deshonra porque si te muestro gozando es lo peor que te puedo hacer desnaturalizando lo natural. Somos las mujeres las primeras que tenemos que derribar los tabúes de que el placer femenino es algo malo, algo de que avergonzarnos”.
Giménez profundiza sobre las diferencias que quitan las etiquetas y las prohibiciones y dan protagonismo a un deseo buscado también en las redes: “Creo que las mujeres intentamos ponerle contenido a las imágenes y sólo con una foto a veces no alcanza para calentarse del todo. Las palabras suben mucho más la temperatura, los silencios, los puntos, las comas, los detalles y hasta los mensajes de audio. Las nudes que se reciben sin consentimiento son rechazadas cada vez con más fuerza por las chicas que son casi siempre las víctimas de estos muchachos exhibicionistas, pero cuando son requeridas y hasta pedidas, creo que las pibas la pasan bien. Hoy las mujeres mandan muchas nudes, ya sin vergüenza de hacerlo, ya sin el mandato de que el placer, la desnudez y el sexo son pecado para nosotras. Y lo más loco es que si no tienen a quién mandárselas, se las mandan entre sus amigas. Así la calentura por una imagen empieza a crecer entre las mujeres. Que lo lindo del sexo pase por los ojos y no sólo por el contexto también es una conquista”.