Rescata el sitio Dangerous Minds la peculiar historia de Lee Godie, una auténtica artista outsider nacida en 1908, muerta en 1994, que durante los 60 se volvió personaje local de las calles de Chicago, una parte del tejido urbano que todos reconocían y que a menudo podía ser vista bosquejando en las escaleras del Instituto de Arte de la ciudad del viento. Desde allí solía gritar a los transeúntes que le caían en gracia: “¿Le gusta el impresionismo? Compre uno de mis cuadros, ¡son mejores que los de Cézanne!”, ataviada con un abrigo de pieles un día, envuelta en una toga otro, emperifollada con traje safari al siguiente. Conjuntitos que utilizaba para convertirse en alguien diferente cada vez y retratarse así en fotomatones (en inglés, photo-booths) que usaba de estudios, interviniendo luego las imágenes con cuanto material tuviera al alcance de la mano. Todo, cuadros y autorretratos, podían adquirirse entonces por 20, 30 dólares, dinero que la excéntrica Lee utilizaba para sobrevivir. Literalmente, visto y considerando que durante 3 décadas, desde los 60 hasta los 80, LG fue una sin techo, una mendiga que, a pesar de las temperaturas bajo cero, dormía en bancos de plaza, siempre abrazada a su carpetita de obras. “Tenía suficiente dinero para rentar una habitación de hotel, pero prefería vivir a la intemperie ¿Por qué? Nadie está del todo seguro. Cómo devino homeless aún invita a la conjetura. Lo que sí se sabe es que estuvo casada dos veces y tuvo cuatro hijos; y que tras morir dos de ellos, comenzó a vivir en las calles”, anota la previamente citada web, recordando además que, en 1988, una de sus hijas leyó sobre su madre en un artículo de diario, y fue a buscarla. La ingresó a un hospital, donde se constató que sufría de demencia, y una vez dada de alta, la llevó a vivir consigo. Ninguna imaginaba entonces que, décadas más tarde, las obras de Godie se exhibirían en museos de Estados Unidos o, por caso, Londres, con valores que hoy oscilan los 15 mil dólares, superando con creces esos 20, 30 billetes.