La decisión del Gobierno de rebajar las retenciones a la soja a razón de medio punto porcentual por mes tiene un costo fiscal estimado este año de 8 mil millones de pesos, calculó el CEPA en un informe al que tuvo acceso este diario. La fuerte caída de la cosecha de soja por el impacto de la sequía hizo que el impacto fiscal no fuera tan alto, aunque el año que viene, con la revitalización del sector agrario y la continuidad de la rebaja de las retenciones, el esfuerzo fiscal será mucho más importante. El fuerte ajuste fiscal que se impone sobre toda la sociedad hace que la continuidad de la baja de impuestos al agro (muy beneficiado por la suba del 60 por ciento en el dólar a lo largo del año) sea materia de discusión no sólo entre las propias filas de Cambiemos sino hasta por el FMI.
En su informe de evaluación de la economía argentina, elaborado en el marco del paquete de ayuda financiera de hasta 50 mil millones de dólares, el Fondo sugirió retrasar la implementación de algunas puntos de la reforma tributaria y mantener la tasa promedio de impuestos a la exportación en productos de soja en el 25,5 por ciento. La mirada del FMI sobre las retenciones vino a consolidar una postura que en el último tiempo ganó adeptos dentro de Cambiemos a través de dirigentes de la UCR, entre otros. El gobernador de Jujuy y férreo aliado del PRO, Gerardo Morales, dijo que “mientras dure la crisis habría que parar la baja de las retenciones”.
A la par de la primera devaluación que llevó el dólar oficial a 13 pesos, el Gobierno de Cambiemos, en sus albores, eliminó las retenciones al trigo, maíz, carne y productos regionales y redujo la alícuota en cinco puntos porcentuales (hasta el 30 por ciento) para la soja. También se eliminaron retenciones para los productos manufacturados y para la minería. Desde enero de este año rige una rebaja de medio punto porcentual en las retenciones a la soja, que están actualmente en el 26,5 por ciento.
El CEPA calculó la diferencia recaudatoria bajo el esquema de retenciones al 35 por ciento (antes de la primera rebaja de cinco puntos), con retenciones al 30 por ciento (sin el cronograma de rebaja paulatina) y bajo la reducción gradual de medio punto. Para el primer semestre, utilizó la liquidación mensual de cosecha al tipo de cambiar vigente, mientras que para el segundo semestre de este año apeló al tipo de cambio previsto en el informe de expectativas de mercado del Banco Central. La diferencia recaudatoria más importante se verifica en mayo, junio y julio, a partir de la suba del dólar producto de la corrida cambiaria. Unicamente el cronograma de rebaja de este año implica que el fisco deje de recaudar unos 8 mil millones de pesos, que llegan a 20 mil millones si se contabilizan los cinco puntos rebajados en 2015.
La propuesta del FMI de mantener las retenciones en 25,5 (o sea suspender en septiembre el cronograma de rebaja) implicaría que este año el fisco reciba 445 millones de pesos adicionales. La mejora sería más importante el año que viene, con el repunte de la cosecha y la creciente brecha con las retenciones rebajadas, que llegarían al 18 por ciento a fin de 2019.
Para tener una idea del efecto negativo de la sequía, si se hubiera cosechado lo mismo que en 2017 con el tipo de cambio de este año y se mantenían las retenciones en el 30 por ciento, se hubieran recaudado 11.200 millones de pesos adicionales (frente a los 8 mil millones de esfuerzo fiscal real este año explicado más arriba). Pese al impacto fiscal de la continuidad en la rebaja de retenciones en el marco del fuerte ajuste fiscal y del contexto macroeconómico más favorable para el agro, con un dólar que vale un 60 por ciento más que a principios de año, el presidente Mauricio Macri ratificó en varias oportunidades que no modificará el rumbo.