“Vayan olvidándose de la vieja casona. Eso dijeron”. Para Gabriel Zutelman, jefe de urgencias, el hospital Marie Curie no es una “vieja casona”. Y tampoco debe ser olvidado. El Marie Curie es el único hospital municipal de la Ciudad de Buenos Aires dedicado en su totalidad a pacientes con patologías oncológicas y, según denunciaron Zutelman y otros trabajadores del nosocomio, viene sufriendo un proceso de desabastecimiento desde hace más de dos años. En abril, luego de que el personal médico pidiera reiteradamente al Ministerio de Salud de la Ciudad que renueve la tecnología del hospital, las autoridades informaron a los directivos de la institución sobre el Complejo Hospitalario Sur, proyecto inmobiliario que pretende trasladar cuatro hospitales al predio del Muñiz: el de Oncología Marie Curie, el de Gastroenterología Carlos Bonorino Udaondo, el de Rehabilitación Respiratoria María Ferrer y el Instituto de Rehabilitación Psicofísica.
“En medicina hay recursos humanos, recursos físicos y recursos materiales. Acá hace tiempo que están faltando y con el desabastecimiento de esos recursos te van asfixiando. Si te asfixian, no podes brindar servicio. Y no poder brindar servicio conlleva a un cierre”, consideró Zutelman, que trabaja en el Marie Curie desde 1982. “Le planteamos este problema a las autoridades del hospital y ellas fueron a hablar al Ministerio (de Salud). Vayan olvidándose de la vieja casona. Eso dijeron. Que nos despejemos del sentimentalismo, que tenemos que movernos a otro predio. Pero esta no es ninguna vieja casona”, agregó.
El hospital Marie Curie, ubicado en Caballito, fue fundado en 1931 y cuenta actualmente con un equipo de 256 profesionales. Si bien existen 100 camas en el nosocomio, Zutelman informó que desde hace tres años el jefe de mantenimiento del hospital está pidiendo 20 más, porque “por rotura y falta de reposición sólo se utilizan 76”.
Además, según las estadísticas, en 2017 hubo una merma del 30 por ciento en la cantidad de pacientes que se atendieron en el hospital respecto a 2016. “La diferencia es enorme de un año al otro y eso se debe a que no podemos atender, porque con este desabastecimiento no tenemos cómo”, explicó el doctor. “En nuestro sector se nota el desabastecimiento por el aumento de trabajo. Porque si en la planta no se le puede dar la solución al paciente, se la tenemos que dar en urgencias. Todos los servicios se cayeron en la estadística y el nuestro aumentó en 2000 pacientes por trimestre”, aclaró Zutelman.
Según informó, son varios los indicios que amenazan el futuro del hospital, entre ellos, la falta de tecnología y de personal. “Tenemos una bomba de cobalto que es de 1967. ¿Esto es un hospital o un museo? Ya no se usa más la bomba de cobalto, se usa acelerador lineal. Tampoco tenemos oxígeno central, estamos con los tubos de oxígeno llevándolos a mano. Solo una parte del hospital tiene”, explicó Zutelman. “No tenemos tampoco los insumos necesarios. A veces tenemos que hacer una punción de mama y no hay agujas para hacerla, por ejemplo. Entonces hay que derivar al Durand o a otro hospital que atienda patología mamaria. También pasa a veces que cirugía tiene una obstrucción intestinal y no tiene recurso humano para solucionarlo, y lo terminan derivando a la guardia”, agregó.
“Siempre nos dicen que no hay insumos, que no hay plata, que hay recorte. Este vaciamiento viene desde hace dos años más o menos, pero es muy lento. Se rompe el tomógrafo, por ejemplo, y tenemos que derivar los pacientes al Durand o al Fernández. No hay reposición, es todo muy gradual. Ahora en el hospital hay un solo médico ecografista de imágenes. Se toma licencia y no hay médico, entonces también tenemos que derivar a otros hospitales por eso”, contó otro trabajador del Marie Curie.
Y agregó: “Lo paradójico de este hospital es que el año pasado, por ejemplo, se reclamó por los ascensores, que son muy viejos, y pusieron un ascensor nuevo. Pero por el ascensor nuevo que pusieron inhabilitaron una sala de quirófano”. Si bien el hospital contaba con tres quirófanos, actualmente se está utilizando uno solo, porque “de esos dos, en uno se puede trabajar y en el otro no, porque es muy pequeño”, dijo en el mismo sentido Zutelman, quien también contó que en los ascensores de pacientes y familiares no entra una silla de ruedas. “Eso está judicializado. Está la orden de un juez para modificar esto, pero nadie hace nada”, agregó.
“Es importante, sobre todo, que el hospital esté equipado con radioterapia. El Gobierno de la Ciudad se ahorraría mucho dinero, porque hace convenios con privados que facturan por cada paciente miles de pesos. Y una forma de ahorrar sería proveyendo al hospital con ese aparato. Así se atendería a pacientes de provincia y de capital. Y también a privados, ¿por qué no?”, agregó el otro trabajador, quien también denunció que está faltando medicación y que el banco de drogas “no está dando todo a los enfermos. Los está derivando a provincia. Los tienen así, como bola sin manija a los pobres pacientes”.
La obra planificada en el proyecto “Complejo Hospitalario Sur” comenzaría a licitarse en 2019, en caso de que se apruebe en la Legislatura, con una fecha estipulada de finalización en 2021. “El hecho de hacer un polihospital hace que se junten los pacientes con VIH con los pacientes inmunosuprimidos de cáncer en espacios comunes. Por ejemplo, cuando tengan que ir al laboratorio, a radiología o a acostarse en algún tomógrafo. Es imposible esa reunión. Es decir, va a estar sentado alguien que tiene una tuberculosis o VIH con un paciente que tendría que estar aislado”, explicó Zutelman.
En 1989, este hospital ya resistió un intento de cierre. “En esa época vino Grosso, que era intendente de la ciudad, y lo quiso cerrar por motivos inmobiliarios. El director estuvo muy brillante y logró que pase de llamarse Hospital Municipal de Oncología a Hospital María Curie. Puso un busto de Marie Curie, se apadrinó con la embajada de Francia y la embajada de Polonia. Y tiempo después apareció Grosso a reinaugurarlo”, contó Zutelman.
Otro de los motivos por los que los trabajadores del Marie Curie rechazan el traslado es la preparación edilicia con la que cuenta el hospital. “Una casa normal tiene paredes de 15 centímetros de ladrillo. Puede tener de 30 también. Pero no de 50, como nuestro hospital, cuyas paredes también tienen láminas de plomo que impiden la fuga de radiaciones. Ningún hospital, entonces, por más moderno que sea, va a contener las radiaciones como lo hacemos acá”, concluyó.
Informe: Azul Tejada.