Hace pocos días, se difundió el documento de los técnicos del FMI que justificó el otorgamiento de un crédito stand-by de hasta 50.000 millones de dólares a la Argentina. El extenso documento de los burócratas del organismo que controla la política económica de nuestro país, se concentra en el ajuste fiscal y monetario, tocando marginalmente el problema externo. Bajo la visión del fondo, el problema externo es consecuencia del déficit fiscal y su financiamiento, y se solucionará cuando se logre finalmente reequilibrar las cuentas públicas. Mientras tanto, la restauración de la confianza del “mercado” de la mano de los dólares del FMI y su condicionado paso del “gradualismo” al shock en materia de ajuste y de tasas, permitirán amortiguar la fuga de capitales. De no ser suficiente, la política de “cambio flexible” se encargará de licuar el valor del capital a fugar, minimizando la pérdida de reservas.
Al respecto, las proyecciones de reservas internacionales del documento técnico del FMI difieren dentro del mismo documento. Así, para 2018 se espera un nivel de reservas de 65.400 millones de dólares según el memorándum (tabla 1 del documento), 58.655 millones implícitos en la proyección del balance de pagos (tabla 4) y 48.387 millones implícitos en la proyección de necesidades de financiamiento externo (tabla 11). Recordemos que las reservas deben ubicarse por encima de los 55.428 millones de acuerdo a las metas cuantitativas del acuerdo, veremos cuál de las tres proyecciones del documento del FMI le arrima más. Tampoco la proyección de vencimientos de deuda de 2019, 2020 y 2021 es del todo acertada, ya que no incluye las letras que vencen en 2018 y al renovarse (tal como prevé el documento), deberían engrosar los vencimientos de los siguientes años.
Los técnicos del fondo plantean dos escenarios, uno denominado baseline, donde Argentina retorna a los mercados de crédito voluntario obteniendo 15.753 millones hasta 2019, y la fuga de capitales desaparece al ser compensada por “other inflows” (tal vez, ingresos especulativos atraídos por el retorno de la confianza o por la liquidación del FGS junto a otras propiedades públicas). En ese escenario favorable, la Argentina lograría cumplir con las metas pactadas y el crédito del FMI habría servido para darle aire el esquema de endeudamiento y especulación iniciado en diciembre de 2015.
Pero el propio documento prevé un escenario adverso (o sin baseline), donde las colocaciones de deuda en el mercado voluntario permanecen cerradas y la fuga de capitales permanece. En este caso, el faltante de dólares sería aportado por una espectacular y poco creíble recuperación del balance comercial (asociado a una menor actividad interna) junto al sostenimiento del enigmático other inflows. Aun así, el documento del fondo advierte que en “ese escenario, es importante resaltar que la deuda pública permanece sustentable, pero no con alta probabilidad”. Una elegante expresión con que los técnicos buscan cubrirse de los cuestionamientos que vendrán ante el previsible fracaso del programa.
@AndresAsiain