Un estudio reciente muestra que cambiaron los hábitos de consumo de alcohol en jóvenes y lo que se suponía una conducta de fin de semana, se volvió más habitual durante la semana también por las promociones de happy hour de los comercios. Además, el relevamiento señala que conducir en estado de ebriedad, desconocer los efectos del consumo sostenido de alcohol o conocer al menos una persona que tras una ingesta excesiva terminó con un coma alcohólico, son las situaciones más reiteradas que manifiestan los jóvenes de entre 18 y 30 años que consumen bebidas alcohólicas. El informe, realizado por la Defensoría del Pueblo bonaerense, señala también que no hay diferencias por género en las conductas de riesgo, y que el consumo de bebidas alcohólicas se asocia con fiesta y diversión, en gran medida por efecto de las publicidades, y con el refuerzo de los lazos de pertenencia a un grupo.
La investigación fue realizada por el Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos, a cargo del defensor del Pueblo adjunto bonaerense, Walter Martello. En diálogo con este diario, el titular del observatorio señaló que el estudio echó por tierra algunas ideas preconcebidas. “Teníamos la percepción de que se había incorporado la idea del conductor responsable, pero la mayoría de los consultados admitió haber manejado con niveles de alcohol por encima de los límites permitidos. También estaba la idea de que había más conciencia entre las mujeres, y eso tampoco se corroboró. Y el preconcepto de que el consumo ocurría los fines de semana, pero la modalidad del dos por uno y las ofertas cambiaron los hábitos, al punto de que muchos manifestaron que tuvieron consumos problemáticos durante la semana”, es decir, que al otro día no se pudieron levantar o no recordaron lo que hicieron o que, tras la previa, ni siquiera salieron porque esa previa se transformó en permanente.
El análisis, de tipo cualitativo, se realizó con el método del focus group –recolección de opiniones a partir de reunir a personas con determinadas características, afinidades, intereses, etc, con un moderador encargado de dirigir la discusión–. Los encuentros se hicieron en La Plata (en la Universidad del Este), y en el municipio de Esteban Echeverría. Los participantes eran de distintas ciudades del interior bonaerense, y de otras provincias como Mendoza y Misiones.
Según el informe, elaborado a partir de los grupos de discusión, que indagó en las motivaciones del consumo de los jóvenes, la mayoría reconoció haber manejado automóviles en situación de ebriedad y dijo conocer al menos una persona que terminó en coma alcohólico por ingesta excesiva de alcohol. En cuanto a los riesgos que representa para la salud el consumo de bebidas alcohólicas “sólo refirieron efectos inmediatos tales como la resaca, descomposturas y náuseas”. Pero no “pudieron identificar los efectos que trae aparejado el consumo sostenido de alcohol, como por ejemplo la deshidratación, y distintas enfermedades asociadas”.
Entre las preferencias de consumo, los participantes refirieron: la cerveza y el fernet; aunque también mencionaron Campari, vino y bebidas blancas: vodka, ron y tequila. Y contaron que toman bebidas energizantes mezcladas con vodka o champagne en los boliches porque “pega más”.
Entre las conductas adoptadas, las más recurrentes fueron: “No salgo si no tomo, no importa si tengo que manejar” y “está mal emborracharse pero es divertido”. Relataron que la previa la hacen siempre “para tomar más barato”, y diferenciaron tres tipos de previa: eterna, que termina siendo la propia fiesta; masiva, con amigos y desconocidos; y de grupo, sólo con amigos. También reconocieron que por las ofertas de los happy hours consumen más durante la semana.
Al ser indagados por las motivaciones, sostuvieron que era “por gusto, por ser algo cotidiano, o porque lo genera el ambiente. También por pertenencia, para mejorar el momento y para acompañar al grupo”.
Martello explicó que los resultados “son preocupantes. El consumo excesivo de alcohol es la principal adicción en nuestro país y afecta a todas las clases sociales. El estudio muestra que se modificaron hábitos y muchos de los jóvenes, sobre todos los mayores, señalaron que los días de semana también tuvieron consumos problemáticos”. Con los datos en la mano, Martello remarcó que hay que trabajar en varios frentes. “Mejorar las herramientas para la prevención y control, y avanzar en materia legislativa, sobre todo para regular la publicidad porque seguimos teniendo prácticas incomprensibles: eventos deportivos auspiciados por las grandes cerveceras”, remarcó.
Si bien a nivel nacional la edad promedio a la que comienzan a tomar alcohol los adolescentes se ubica en los 12 años (según la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico), y los participantes del focus group refirieron que comenzaron a beber entre los 13 y los 15, Martello, alertó que hay una tendencia a la baja en la edad de inicio, ya que en los talleres de prevención y concientización que realizan en escuelas bonaerenses comenzaron a detectar casos de niños de 11 años.
Por otra parte, advirtió sobre los efectos que generan en los jóvenes las publicidades de las empresas de bebidas alcohólicas que vinculan sus productos con lo festivo y la diversión. “Esto fue incorporado por todos los jóvenes, y eso es una laguna por parte del Estado, donde se ve que la industria va más rápido que lo que va la legislación, ya que no hay ninguna limitación a la publicidad ni en los medios audiovisuales ni en las redes sociales”.
Según especialistas, el combo entre los bajos impuestos a las bebidas, a contramano de lo que sucede en el mundo y recomienda la Organización Mundial de la Salud, el fácil acceso a las bebidas por falta de control en el expendio, y las publicidades, dan como resultado que Argentina sea el país con mayor consumo de alcohol en América Latina, 9,1 litros por habitante, superando a México y a Chile que eran quienes estaban por delante hace unos años.
En este sentido, el defensor adjunto señaló que “es un llamado de atención a todo lo que tiene que ver con los controles por parte del Estado, que son pocos y ni así se cumplen. El consumo excesivo es una problemática que atraviesa a todas las clases sociales y diferentes grupos etarios, por lo cual se requieren políticas públicas específicas. Hay que iniciar una campaña como la que se llevó adelante con el tabaco, que tiene restricciones a la publicidad y una fuerte carga impositiva. Poner altos impuestos para que suba el precio y baje la demanda, y campañas de prevención, que son escasas y esporádicas, sostenidas en el tiempo”. Además, el funcionario adelantó que desde la Defensoría van a elevar un proyecto sobre “la publicidad de bebidas alcohólicas en eventos deportivos, esto es algo que en otros países está prohibido, y la reglamentación en las redes sociales, y el etiquetado, que tiene que ver con la prevención”.