PáginaI12 En Brasil
Desde Brasilia
El candidato que el golpe forjó. Jair Mesias Bolsonaro lanzó su candidatura presidencial rodeado de militares, pastores y policías ante quienes sermoneó “Dios no escoge a los capacitados, capacita a los escogidos”.Todas las encuestas publicadas este año ubicaron a este capitán retirado del ejército y postulante del Partido Social Liberal (PSL) en segundo lugar, detrás de Luiz Inácio Lula da Silva. La última consulta, divulgada a fines de junio por Ibope, le dio el 15 por ciento de intenciones de voto contra el 33 del líder del Partido de los Trabajadores (PT). Ese mismo sondeo hizo una simulación sin Lula, que está arrestado, en el que Bolsonaro ascendió al 17 por ciento. Las elecciones del 7 de octubre, y eventualmente el ballottage del 28 de ese mismo mes, elegirán al presidente cuyo mandato se extenderá de 2019 a 2023, además de gobernadores, senadores y diputados.
Ungido de una misión que percibe como religiosa y militar el aspirante al Palacio del Planalto dijo ayer que “Brasil no aguanta cuatro años más del PT”. Esa consigna fue una de las más sonadas antes del golpe que derribó a la presidenta Dilma Rousseff en mayo 2016. El antipetismo contaminado de militarismo fermentaron en las concentraciones predominantemente blancas y de clase media de 2015 y 2016, que derivaron el golpe, y en las que se convocaba a la “intervención militar ya” y reivindicaba a la dictadura que gobernó entre 1964 y 1985. En abril de 2016 el diputado Bolsonaro, el más popular de Río de Janeiro, votó por la destitución de Rousseff ensalzando a uno de los torturadores más emblemáticos del régimen de facto.
La convención del PSL realizada ayer en Río de Janeiro presentó a la abogada Janaína Paschoal como posible candidata a vice de Bolsonaro. Paschoal ganó notoriedad por ser la autora del pedido de impeachment contra Dilma y sus arengas incendiarias en las que llegó a confundir al PT con Lúcifer.
La legislación electoral fija el 5 de agosto como fecha límite para la presentación de las fórmulas presidenciales, y hasta entonces posiblemente continuarán los cabildeos.
En el caso del PT la postulación de Lula está fuera de discusión no así la de su compañero/a de fórmula. Hay por lo menos tres petistas en la terna de potenciales vices: el ex canciller Celso Amorim, el ex gobernador de Bahia Jaques Wagner y Fernando Haddad, que fue intendente de San Pablo y es el coordinador del programa de gobierno a ser presentado por Lula. Desde la celda de la Superintendencia de la Policía Federal en Curitiba el ex mandatario conduce la estrategia de campaña que contempla la posibilidad de sumar como vice a un político ajeno al PT. El nombre más citado es el de Manuela D´Avila, del Partido Comunista de Brasil aunque no se descarta a Ciro Gomes, del Partido Democrático Trabalhista.
Quien aparezca como vice posiblemente será quien acabe por ser candidato presidencial dado que el Tribunal Superior Electoral ha demostrado su disposición a vetar la candidatura de Lula. La mayoría de los jueces milita contra la postulación del ex presidente.
Si no fuera candidato Lula igual ejercerá influencia como un elector calificado y su apadrinado tendrá chances de victoria.
Bolsonaro disputará el lugar del antipetismo con Geraldo Alckmin, del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), cuyo cacique más importante es el ex mandatario Fernando Henrique Cardoso. Por esa razón en el acto de ayer Bolsonaro y sus conmilitones de ultraderecha criticaron a la coalición conservadora que postula a Alckmin.
Procesado por instigación al estupro el ex capitán Bolsonaro negó ser misógino en uno de los momentos más enternecedores de su intervención. Llorisqueó y se dijo víctima de aquellos que le cargan “rótulos” inmerecidos, como el homofóbico o racista. Dijo que es dado a las bromas que son malentendidas por sus adversarios. “No hay nada más lindo que contar un chiste”.
En el repertorio de bromas “bolsonaristas” se incluye la del jueves pasado cuando durante un acto de campaña en el estado de Goias tomó a una niña en brazos y le colocó los dedos gordo e índice en forma de revólver. Ese es uno de los íconos del candidato que defiende la liberación de la venta de armas siguiendo a “Donald Trump, que es un ejemplo para Brasil”.
Otra de las ofertas de gobierno es autorizar el uso de fusiles para que los hacendados repelan las ocupaciones del Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST).
De eso habló la semana pasada al visitar el estado amazónico de Pará, donde en 1996 la policía asesinó a 19 campesinos.”Los que tienen que estar presos son los del MST, canallas, vagabundos, los policías reacionaron (ante MST) para no morir”, dijo Bolsonaro.