“Lo mejor que le puede pasar al gobierno argentino en el ejercicio de su presidencia del G-20 es que no pase nada”. La fuerte tensión entre las potencias y el debilitamiento del sistema de negociación multilateral a partir de la ofensiva comercial de la administración de Donald Trump generan un contexto proclive al enfrentamiento en la cumbre de líderes globales que se realizará el 30 de noviembre y 1 de diciembre en Buenos Aires. Por eso, coinciden analistas, una cumbre “pacífica” en donde se eviten los temas espinosos sería el mejor escenario para Mauricio Macri, que estará al frente de esa reunión. Con miras a lograr el objetivo de surfear el G-20 sin grandes estridencias, la presidencia argentina propuso como temas de debate la “infraestructura para el desarrollo”, el “futuro del trabajo” y “un futuro alimentario sostenible” que son vistosos pero ocupan un orden de relevancia secundario frente a la agenda comercial y financiera de los países industrializados.
Una de las etapas más importantes de la previa a la cumbre de presidentes del G-20 se cumplió ayer con la reunión de ministros de finanzas y banqueros centrales, que también contó con la presencia de líderes de organismos financieros internacionales, como Christine Lagarde (FMI), Jim Yong KIM (Banco Mundial) y Luis Alberto Moreno (BID). El gobierno argentino, representado por el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, y el presidente del Banco Central, Luis Caputo, sacó provecho de la situación al obtener el apoyo de varias delegaciones, especialmente de la estadounidense encabezada por el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, al ajuste que lleva adelante.
La reunión se realizó en el Centro de Convenciones que está al lado de la Facultad de Derecho. El Ministerio de Seguridad montó un fuerte operativo de seguridad en las inmediaciones del lugar, con una decena de camiones de Gendarmería apostados sobre la avenida Figueroa Alcorta, que estuvo cortada, y personal de esa fuerza junto a la Policía Federal y la Metropolitana. El operativo se redobló para la llegada de Macri, al cierre de la jornada.
“Se trata de un G-20 debilitado y fracturado por la posición unilateral de Estados Unidos y la crisis más general del sistema multilateral. Donald Trump desató enfrentamientos comerciales con China, la Unión Europea, Rusia, Canadá y México, entre otros, y se relaciona individualmente con cada uno, renegando de los foros multilaterales. A la hora de planear esta cumbre, Mauricio Macri imaginaba un escenario completamente distinto, con Hillary Clinton en la Casa Blanca y Buenos Aires como símbolo del orden neoliberal internacional. Ahora el gobierno argentino intenta eludir los temas más conflictivos, como comercio y cambio climático, para no ofender ni cuestionar a Estados Unidos, cuyo apoyo necesita desesperadamente en el FMI. Volvimos a la subordinación de los noventa, pero en un mundo muy distinto, donde Trump es la punta del iceberg de una crisis más profunda de la globalización que se refleja en el G-20 pero el gobierno de Macri no ve, insistiendo equivocadamente con políticas de apertura y liberalización”, explicó a PáginaI12 Cecilia Nahón, ex embajadora argentina en Washington
El tema más espinoso para la agenda global es el comercial, porque la nueva posición proteccionista de los Estados Unidos va en contra del mandato liberal que asumieron prácticamente todos los demás países del concierto de las potencias, particularmente la Unión Europea, que bajo la conducción de la Comisión Europea lleva la batuta del libre comercio, pero también de China. Si bien la cumbre de noviembre será la segunda de Trump en el G-20 (el año pasado asistió a Hamburgo, Alemania), el encuentro de Buenos Aires tiene a la disputa comercial como condimentos específico, puesto que el mandatario platinado inauguró este año su agenda de protección a las importaciones. El Gobierno de Cambiemos tiene un innegable sello aperturista en materia comercial, pero el vínculo con los Estados Unidos, más importante que nunca en el contexto de la crisis económica, es prioridad absoluta.
Si en el tema comercial es “Estados Unidos contra el resto del mundo”, los equipos de la agenda financiera están algo más parejos. “Trump apuesta a una desregulación amplia del sistema financiero internacional, en contra de las disposiciones que se discutieron en el G-20 post crisis de 2008. Este es un tema muy sensible, los flujos de capitales son de 10 a 15 veces más grandes que los comerciales. Si los Estados Unidos relaja sus regulaciones financieras, los demás países lo tendrán que imitar y algunos de ellos no miran esto con malos ojos, caso del Reino Unido y China”, indicó a este diario Jorge Carrera, profesor de Finanzas Internacionales de la UNLP, delegado técnico del BCRA en el G-20 entre 2005 y 2015. La liberalización financiera tiene que ver con el freno a la regulación del mundo offshore, la banca en las sombras y la utilización de derivados financieros.