Rafaela es un hervidero desde que el fin de semana trascendió una foto al final de la exhibición de la obra Dios, en el festival de teatro que se desarrolló la semana pasada en esa ciudad. La imagen de una pareja de actores desnuda, con el pañuelo verde a favor de la legalización del aborto, junto a sendas estatuas del Papa Francisco y de la Virgen fue demasiado para la moral religiosa del establishment local. El obispo Luis Fernández exigió y obtuvo la disculpa del intendente, y ayer el Concejo en pleno se reunió dispuesto a exigir explicaciones. A quienes no piensan de esa manera les preocupa que de ahora en más los militantes católicos pretendan imponer la creación de una comisión con injerencia en la curaduría de las obras de las próximas ediciones del festival. Les suena directamente a censura e inquisición.

El director del festival, Gustavo Mondino, es una de “las cabezas” que un grupo de laicos pro vida le pidió al intendente Luis Castellano. Así atravesó las olas del escándalo: "Es necesario que el arte movilice, proponga temas, interpele. Toda la polémica que se armó fue con gente que no vio la obra, sino que vio una imagen. Cuando programé la obra sabía que podía generar alguna controversia, pero no pensé que tanta. La obra es tanto más abierta que la imagen; nos hace reflexionar sobre el rol de la iglesia. El nivel de intolerancia es muy fuerte", reflexionó.

Dios, escrita y dirigida por Lisandro Rodríguez, desarrolla una misa, como ritual religioso, e interpela con espíritu crítico esa ceremonia. La obra finaliza y da lugar a un cruce con el arte plástico que el viernes consistió en una instalación homenaje a León Ferrari y su muestra censurada en 2004, en Recoleta. Montaron una estatua del Papa y otra de la Virgen, con una pareja de actores que interactuaba, desnuda, cual Adán y Eva, mientras el público subía al escenario a recorrer la muestra. Allí aparecieron los pañuelos verdes, las fotos de ese instante y, luego, el escándalo.

“Pero allí nadie se escandalizó, todo se entendió. Puede haberse levantado una o dos personas, como sucede siempre, pero no hubo ni abucheos”, contó la actriz Bárbara Strauss, de la Asamblea Feminista Rafaela y que presenció la función. “Es comprensible que al obispo le moleste, el arte es provocador, pero lo que es inaudito es que ahora pretendan hacer esa comisión evaluadora”, se alarmó.

El clima venía abonado de antemano con las miradas críticas de la prensa local hacia el saludo final que algunos elencos realizaron en los días previos al viernes. Algunas crónicas señalaron con disgusto la aparición del pañuelo verde en los escenarios del Festival. Y la foto del viernes fue nafta al fuego.

La Asamblea Feminista local insiste con su pedido para que el Concejo derogue la Declaración de Ciudad Pro Vida y Pro Familia que sancionó en 2015, pero ningún edil está dispuesto a tomar esa demanda. Al contrario: ayer a la mañana los concejales se reunieron dispuestos a exigirle explicaciones al Ejecutivo por el contenido del Festival de Teatro.

El colectivo feminista bancó a Mondino y a su equipo. “Los aprietes nunca son las formas aunque parecen ser las únicas que entienden algunos grupos”, indicaron en alusión al intento de censura y las amenazas de despido sobre los gestores del festival. “Cuando hay obras que a unxs nos generan rechazo, sabemos que como consecuencia de ser un objeto artístico, otrxs, diferentes a nosotrxs pueden estar disfrutándolo. Por tanto, tenemos la libertad de no ir, de levantarnos, de expresar que no es de nuestro gusto particular. Han llegado al Festival obras con contenido religioso que ningún ateo salió a repudiar. Entonces, ¿qué entendemos por libertad de culto y respeto? ¿Qué pretendemos que se respete?”, plantearon.

En el mismo sentido se pronunció Actrices Argentinas: “Defendemos el criterio de diversidad y libertad para expresar las diferentes posiciones estéticas y políticas en este festival y en todos los del país, como debe ocurrir en un país democrático y laico, en el que se dé espacio para todas y todos los que piensan de manera diferente”.

Rodríguez, director de Dios, dijo lo suyo: “Mucha gente conmovida, mucha gente enojada, desencajada. Más allá de cualquier cosa que se pueda decir, denunciar o lo que sea, yo pienso que Dios como tantos otros trabajos muestran lo mal que estamos. Y desde ese dolor pienso, hago y comparto el teatro. Que viva Dios como obra; y ojalá pronto encontremos un lugar para volver a presentarla”.