Usted fue director del Sistema Nacional de Medios Públicos. En Télam echaron a 357 trabajadores, en la televisión y radio públicas están en alerta. La justificación es que la gestión anterior sobredimensionó las plantas. ¿Qué responde?

– Primero, expreso mi solidaridad con todos los trabajadores de Télam. Lo que se hizo en esos años fue lo que estaba tan presente en la ley de medios y que no se pudo implementar: 33 por ciento de medios públicos de calidad, 33 por ciento de medios privados desmonopolizados, y 33 por ciento de medios de las organizaciones sociales. De esas metas, la única que se pudo lograr fue ese 33 por cientos de medios públicos; creo que fueron dignos de esa ley. Lo que hoy se intenta es la destrucción de esos medios, por eso la destrucción de Télam. Cualquier país del mundo que estos sujetos dicen admirar tiene sistemas de medios públicos fuertes y presupuestos fuertes, los incentivan y los desarrollan. Esto es la ideología que lleva a la consolidación del grupo monopólico privado y a la destrucción de todo lo público, con la atrocidad moral que significa celebrar dejar en la calle a 357 profesionales.

–¿Qué le parece que quedó de su gestión?

–Entre otras cosas, con un grupo de gente muy joven hicimos Canal Encuentro. A partir de ahí empezaron a surgir nuevas señales, y diría nuevos modos de entender los medios públicos argentinos y su función social. Se hizo desde el Ministerio de Educación. Cuando pensamos el logotipo del canal, un maestro dibujó un signo “igual” en un pizarrón. De ese signo surgió todo el concepto del canal y de lo que iban a ser después los medios públicos. Ese signo “igual” habla de la equidad y de lo que nos proponíamos. Lo primero que hicieron las nuevas autoridades al asumir fue romper ese logotipo, quebrando la idea de igualdad. Hoy el logotipo de Encuentro es la igualdad rota. Y la segunda medida, sacar Encuentro y Pakapaka del Ministerio de Educación. A partir de eso, toda la destrucción y demolición. Sin embargo, quedó, y mucho, y valió la pena. Todo lo que se hizo en los medios públicos, con alta calidad y producido por argentinos, ese concepto que fue modelo en Latinoamérica y que recibió premios en el mundo entero, todo eso hecho, queda. Queda en las conciencias, en los chicos que se enamoraron de San Martín o de Juana Azurduy, que se fascinaron con la matemática o la ciencia. No tengo la menor duda de que todo eso queda. Y estoy seguro que más temprano que tarde alguien va a volver –no seremos nosotros, que ya estamos viejos– y de nuevo va a inscribir allí el signo igual, partiendo de aquello que ya se hizo. Como dice León: todo está guardado en la memoria.