Más que de complicidad, tal como los casos de Acindar y Techint lo demuestran de manera ostensible, debemos hablar de planificación y protagonismo empresario en el terrorismo de Estado.

Renunciar a esta caracterización implicaría reducir lo sucedido, como se pretendió en las décadas de 1980 y 1990 a supuestos excesos en la represión, abusos de autoridad o brutalidad policíaca y militar, olvidando el carácter de clase de estos hechos. No fueron apenas socios menores que aprovecharon la dictadura para imponer salarios en baja, despidos arbitrarios, jornadas de trabajo sin límites, sino que además compitieron contra otros sectores empresarios a los que hicieron desaparecer del mercado. Los obligaron a vender sus fábricas y a ceder contratos de exportación, más de una vez en la mesa de torturas de un campo de concentración.

(...)La existencia de unas treinta firmas vinculadas al sector en el momento del golpe de Estado daba cuenta ya de un proceso en el que la competencia había dejado fuera de carrera a las empresas estatales o privadas que no acompañaban el desarrollo tecnológico.

En el caso de Acindar, el préstamo solicitado durante el último gobierno peronista para instalar la nueva acería eléctrica y la planta de reducción directa fue otorgado a la firma durante el mandato de Martínez de Hoz al frente del Ministerio de Economía, y estatizado en la última etapa de la dictadura, cuando Domingo Felipe Cavallo era presidente del Banco Central.

Los subsidios, que se expresaban con fuerza en los precios a los que obtenían los productos de Somisa, dieron lugar a importantes créditos estatales gracias a los cuales tanto Acindar como Siderca instalaron sus propias acerías eléctricas, con el sistema de reducción directa, basada fundamentalmente en el consumo de gas. Techint en 1976 y Acindar en 1978 inauguraron sendas plantas en Campana y en Villa Constitución, respectivamente. Al mismo tiempo, a partir del golpe de Estado de 1976, Acindar absorbió las principales firmas de la competencia (Santa Rosa, Genaro Grasso, Gurmendi, Tamet, Navarro Heredia, Laminfer, Bonelli Hnos.), y pasó a controlar a las pequeñas, a las que proveía de semielaborados.

*Fragmentos del capítulo "Acindar y Techint. Militarización extrema de la relación laboral. Publicado en el libro "Cuentas Pendientes, los cómplices económicos de la dictadura", de Horacio Verbitsky y Juan Pablo Bohoslavsky, Editorial Siglo Veintiuno, 2013.