Los mundiales de fútbol suelen marcar la finalización de ciclos en cada una de las federaciones de los países que participan. Y cuando termina la Copa del Mundo hay siempre huellas que quedan marcadas para encarar el futuro. El presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, Claudio Tapia, explicó ayer que durante el torneo en Rusia, más precisamente luego del partido ante Croacia, hubo un intento por apartarlo de su cargo, y que esa situación todavía continúa por estos días. El máximo dirigente no dio precisión sobre quién o quiénes son los que buscan destituirlo, pero la mira apunta a las esferas gubernamentales. Tapia llegó al lugar que ocupa en una elección en la cual no tuvo adversarios, y con el respaldo total del gobierno de Mauricio Macri, quien deposita en Daniel Angelici (Vicepresidente primero de la entidad) toda su confianza para el manejo del fútbol.

Tapia mantuvo en los 16 meses que lleva en el cargo una relación fluída con Angelici, pero algunos episodios los fueron distanciando. El presidente de Barracas Central es el yerno de Hugo Moyano, debido a que está casado con su hija Paola. Moyano mantuvo con Macri, cuando éste se encontraba realizando la campaña para las elecciones nacionales, una relación cercana, que luego se fue enfriando cuando el ex presidente llegó a la presidencia. El último acto fue la multa que el Ministerio de Trabajo le impuso al gremio de Camioneros de 810 millones de pesos, por incumplir una conciliación obligatoria.

El presidente Macri cenó a solas con Marcelo Tinelli la semana anterior, el hombre que intentó estar en el sitio de Tapia pero una elección escandalosa lo impidió. Además, Tinelli no era del agrado del gobierno para que ello ocurra. Las voluntades parecen haber cambiado luego de un Mundial enmarcado por los desatinos y los conflictos para el fútbol argentino.  

Tapia, de a poco, empieza a darse cuenta que ya no posee la misma consideración que tenía el mismo día que asumió, aquel 29 de marzo de 2017. El dirigente, con el espejo de su yerno, sabía seguramente cómo era el terreno en el que tenía que moverse. Y que sus aliados podían ser pronto sus propios conspiradores. Le quedan tres años de mandato para seguir aprendiendo.