Claudio “Chiqui” Tapia pasó de tener “un perfil bajísimo” –así lo describía el medio Tiempo de San Juan, su provincia natal, en una nota de abril de 2013– a ser el único presidente vivo del fútbol argentino que tiene un estadio con su nombre. Como era obvio, el del club que conduce, Barracas Central. Además, su fama trepó muchísimo desde que se posicionó como candidato para las elecciones de la AFA. Varias razones explican por qué llegó hasta la situación de privilegio que ocupa. Como se sabe, es el yerno del camionero Hugo Moyano, creció más que nadie entre los dirigentes que se identificaban con Julio Grondona (“soy lo que soy gracias a él”, dijo una vez), armó una fuerza propia para sucederlo, y controla una buena porción de su poder desde la vicepresidencia de la Ceamse. Pero además, y aunque desde la Casa Rosada se empecinen en asfixiar económicamente a la AFA o a desacreditar al sector que representa, su relación con el presidente Mauricio Macri y el vicejefe de Gobierno porteño, Diego Santilli, no puede pasarse por alto. Sí el año pasado recibieron en Olivos a Marcelo Tinelli para hablar de la crisis, a él y a su suegro también. A ese nivel, nadie puede descartar que el fútbol y el transporte de basura puedan ser temas de conversación. Dicen que la historia es circular.
Si la FIFA convalidara en las próximas horas –aunque parezca difícil– los comicios del 15 de febrero para elegir al próximo presidente de la AFA, Tapia sería el dirigente que llega mejor parado a esa instancia. Está convencido de lo que pretende. Pero además, se le van acomodando los astros. Las palabras recientes de Jorge Pautasso, el ex ayudante de Gerardo Martino en la Selección nacional, sonaron como una dulce melodía para sus oídos: “Después de la famosa votación de 38 a 38 en AFA no existieron más los dirigentes. Salvo el Chiqui Tapia, que nos acompañó en todos los momentos, tanto en las buenas como en las malas. Los demás desaparecieron y no cumplieron con la palabra que nos habían dado para la formación de la Sub 23 y tener los jugadores para los Juegos Olímpicos”.
Pautasso no pudo ser más oportuno para sus intereses. Sobre todo por lo que afirmó de los borrados. También le cayó a medida el respaldo de Diego Maradona en una foto que se tomaron juntos el viernes. El ídolo se atribuye que va a influir sobre Gianni Infantino para elegir el próximo presidente de la AFA. La votación que decidió la fecha de las próximas elecciones es otro punto para anotar en su cuenta. No importa si la FIFA le baja las aspiraciones de un hondazo. El Chiqui, un hijo más de Moyano según todas las semblanzas escritas sobre su persona, no está solo. Aunque lo miren con cierto desprecio algunos dirigentes de clubes importantes, él, como la nave de Fellini, va. En ese viaje hacia su declamada ambición presidencial lo acompaña el bloque del Ascenso y el fútbol del Interior. Varios dirigentes lo hacen por convicción, otros porque le deberían su ingreso a la Ceamse (la diputada porteña Graciela Ocaña lo denunció en la Justicia por ése y otro motivo, la incompatibilidad de funciones porque trabaja en Impsa, empresa de transporte de residuos peligrosos) y un grupo se alineó detrás suyo pese a que le cuestiona su excesivo personalismo.
Como fuere, el sanjuanino que se hizo de abajo –era barrendero en su juventud– y terminó ganándose la confianza del poderoso Moyano, cumple un papel protagónico en el matete en que se convirtió el fútbol. Es el único presidenciable que por ahora se perfila con nitidez. Los demás se mantienen agazapados, quizá porque esperen saber con qué estatuto se votará al próximo 15 de febrero o cuando a la FIFA le plazca. No es lo mismo ir a las elecciones con una mayoría cómoda de 75 asambleístas –tal como está fijada la actual proporcionalidad de los cargos– que con un estatuto modificado, donde la relación de fuerzas se invierta de modo desfavorable para los clubes del Ascenso y el Interior. La versión de que se fijarían 22 votantes para la Primera División contra 18 de las demás categorías les entregaría el control de la AFA a los adversarios de Tapia. Llámense Boca, River, Racing, San Lorenzo y la mayoría de las instituciones más convocantes.
El presidente de la Academia, Víctor Blanco, le tiró al de Barracas Central con lo que tenía a mano, pero sin nombrarlo: “Nadie se va a sentar con un presidente que ponga el Ascenso. Esto tienen que entenderlo. No pueden manejar los intereses de los clubes de Primera, hay que buscar consenso, se necesita diálogo”, declaró. Menos confrontador, el de Boca, Daniel Angelici, comentó: “No tengo problema que el presidente sea alguien del ascenso, pero sin el consenso de los clubes grandes no se puede conducir el fútbol argentino. Nadie se imagina algo así”. En la vereda de enfrente, Daniel Ferreiro, el vicepresidente 1° de Nueva Chicago, dijo que “ni en la dictadura se prohibió una elección en la AFA”. Marcelo Achile, el presidente de Defensores de Belgrano, sugirió que “lo más probable es que nos volteen la elección”. Alejandro Korz, vicepresidente de Atlanta, anticipó una posible jugada: “Si la votación del 38 a 38 fue un papelón, votar 22 a 18 sería un fraude”.
Con el orden del día aprobado el jueves pasado por 50 asambleístas, entre el 15 y el 31 de enero tendrían que presentarse las candidaturas, el 15 de febrero se elegiría al nuevo presidente, pero antes la FIFA debería expedirse para convalidar ese cronograma electoral. En los papeles, tiene 72 horas para hacerlo, que vencen pasado mañana. Los aspectos jurídicos del conflicto ya fueron descriptos en varias ocasiones en este espacio. Como siempre, quedarán condicionados por las decisiones políticas que se tomen en Zurich y Buenos Aires.
Una delegación de la FIFA dejó la Argentina el año pasado con la idea de que reduciría los cargos de asambleístas e integrantes del comité ejecutivo de la AFA. Los dirigentes del bloque Ascenso-Interior confían en que se respetará la superioridad numérica que tienen en la asamblea. En cambio, algunos de clubes de Primera ya deslizaron que no será así.
Todos recelan de todos, incluso hacia el interior de cada sector. A Tapia le recuerdan la denuncia de Ocaña sobre su papel en la Ceamse que tomó el fiscal federal Federico Delgado: “Habría gestionado la designación de Fabián Lovato –presidente del Club Atlético San Telmo–, de Jorge Milano– presidente del Club Villa Dálmine– y de Francisco Javier Marín –vicepresidente 1º del Club Atlético Acassuso–, quienes ocupaban distintos cargos en mesas directivas de la Asociación del Fútbol Argentino”. En rigor, Lovato y Milano hoy son vicepresidentes en sus respectivos clubes.
Además de la influencia que se le atribuye al Chiqui por su condición de vice en la Ceamse, puede recordarse que en diciembre pasado nombró en su club al dirigente santiagueño Pablo Toviggino como vicepresidente. Este referente del fútbol del interior hizo una carrera casi meteórica como directivo. En diciembre de 2015 y en vísperas de la elección empatada en 38 votos, fue denunciado penalmente por comprar voluntades. Desmintió en una entrevista radial que quisiera favorecer la candidatura de Luis Segura: “Desconozco totalmente la denuncia, es casi gracioso, hago fuerzas para no reírme”. En su provincia se ocuparon de él algunos medios. Arena Política y Código Rojo lo señalaron como “testaferro” de Daniel Zamora, hermano de Gerardo y ex gobernador de Santiago del Estero en el manejo de tierras fiscales.
La fuerza de Tapia también deviene de su habilidad para darse cuenta de que a su alrededor solo queda tierra arrasada. Porque el presidente Macri creyó que podría hacer o deshacer a su antojo en la AFA como hizo con Boca a lo largo de doce años y hasta ahora no logró nada. Porque la comisión regularizadora está desintegrándose. Porque cada club grande atiende su juego. Porque los demás encontraron un factor de unidad acompañando al dirigente de Barracas Central. Porque por ahora le creen, pese a las críticas que hacen por lo bajo. Se sabe: un candidato puede resultar demasiado frágil si no recibe apoyos unánimes. Por eso el Chiqui apela a un discurso de unidad: “En el fútbol argentino salimos entre todos o no se sale”.