Poco tiempo atrás, Cecilia Apaldetti no sospechaba que su nombre alcanzaría gran notoriedad. Pero desde que se supo que es una de las responsables de las excavaciones paleontológicas que permitieron descubrir restos de una especie inédita de dinosaurio, y desde que su trabajo salió publicado en la revista de fama internacional Nature, Ecology & Evolution, distintos medios de comunicación del mundo quieren entrevistarla.
No es para menos, su descubrimiento cambió el conocimiento sobre cómo y cuándo los dinosaurios evolucionaron hacia el gigantismo: lo hicieron 30 millones de años antes de lo que se imaginaba.
Investigadora del Conicet y miembro del equipo de investigación del Museo de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ), esta mendocina de 36 años de edad halló una especie que vivió hace 205 millones de años, tarea que realizó junto al famoso paleontólogo Ricardo Martínez -su mentor- y un valioso grupo de jóvenes investigadores.
Pero para alcanzar tremenda proeza, Cecilia tuvo que embarcarse, desde 2009, en innumerables aventuras e investigaciones. Desde entonces, emprende campañas paleontológicas en Balde de Leyes, un páramo en Caucete lleno de fósiles que sigue prometiendo mucho más.
Allí, la joven científica no cuenta con las comodidades de una oficina o de un laboratorio, tal vez por eso su jornada de trabajo le resulta tan emocionante: duerme en una carpa, cocina y se calienta con el fuego y, si tiene la suerte de levantarse antes que el resto, lo revive al amanecer luego de haber quedado hecho cenizas la noche anterior, tal como lo indica la tradición de las campañas. Después de tomar los primeros mates del día, con mochila, agua y herramientas a cuestas, sale a prospectar, es decir, a observar lo que se encuentra en la superficie.
Cuando encuentra algo -lo que sea- integrantes de la campaña excavan y comienzan a separar el sedimento suelto alrededor del fósil, principalmente con pinceles. Ahí deciden qué rocas se trasladarán para ser luego analizadas porque, vale aclarar, los científicos no llevan al laboratorio los fósiles aislados, sino un bloque de roca con el hueso inserto tal cual quedó fosilizado.
Pero allí, en al campo, Cecilia trabaja hasta el atardecer con la promesa de volver a reavivar el fuego, hacer la cena y, vino mediante, quedarse en el fogón hasta que el cansancio de la extensa jornada la obligue a volver a la carpa a soñar con dinosaurios gigantes. Así, durante las dos o tres semanas que dura cada campaña.
A pesar de la enorme tarea desarrollada, Cecilia Apaldetti logró hacerse un hueco y dialogar con Universidad acerca de su descubrimiento y de las aventuras que encara día a día.
Encontraron una especie que vivió hace 205 millones de años. ¿Por qué este hallazgo es catalogado como un hecho histórico?
Este hallazgo es histórico por el momento de la historia evolutiva del que estamos hablando. El mesozoico se divide en tres grandes periodos: el triásico, el jurásico y el cretácico. Hasta ahora, lo que sabíamos era que el jurásico era el momento en el que estos dinosaurios se hicieron gigantes (diez toneladas o más). El registro fósil nos dice eso. El inicio de esos gigantes se creía que era en el jurásico. Ahora, a partir de este hallazgo, sabemos que se da en el triásico. En realidad, ya lo sabíamos, pero no teníamos registros fósiles de esto. La trascendencia de este hallazgo es que, al trabajar en contexto triásico, esperábamos encontrar un dinosaurio pequeño, de dos o tres metros de largo, es decir, de dos o tres toneladas. Y resulta que encontramos uno de diez u ocho metros de largo, con un peso de diez toneladas, y esto se había visto 30 millones de años después. Este hallazgo presenta el primer gigante conocido.
Uno de los rasgos que diferencia al homo sapiens, o al ser humano, es su eterna pregunta por el origen y el futuro. Carl Sagan solía decir que “el estudio del universo es un viaje para auto descubrirnos”. En ese sentido, ¿qué aportes hace la paleontología a dicha pregunta? y ¿qué nos brinda de cara al futuro?
Estamos en el triásico estudiando el origen de la mayoría de los vertebrados que conocemos hoy. Peces y anfibios aparecen antes del mesozoico, pero en el triásico no sólo que los anfibios ya se diversificaron y dieron origen a los reptiles, sino que los reptiles son los que dieron origen a los mamíferos y a las aves actuales. Conocer el origen de estos grupos y su evolución, cómo muchos de ellos transgredieron y sobrevivieron extinciones, qué rasgos anatómicos o fisiológicos les permitieron sobrevivir en ambientes tóxicos y hostiles o con escasa cantidad de oxígeno en la atmósfera.
Entender esa evolución, qué características los favoreció y los perjudicó, o entender qué adaptaciones fueron las exitosas es clave, sin duda, para comprender lo que vemos actualmente. Nos puede servir, por ejemplo, para predecir futuras extinciones o prevenirlas, en el mejor de los casos, ante una eventualidad climática severa. Los hombres, sin ir más lejos, somos producto de esa evolución.
Cuando uno hace un test vocacional, la sumatoria de aptitudes se traduce en una carrera. ¿Cuáles crees que son las aptitudes, interrogantes y deseos que tiene que tener un futuro estudiante de paleontología?
Es condición sine qua non que al estudiante le guste el campo. Es el filtro de un futuro paleontólogo disfrutar el campo, vivir feliz en una campaña paleontológica es fundamental para que esta carrera te sirva, para que te traiga alegrías y disfrute. El campo es muy duro, muchas veces se viven situaciones hostiles cuando llueve, es una locura, se alargan los días de campaña, hay que racionalizar el agua, son situaciones que hay que estar dispuestos a vivirlas. No solamente siento que estoy dispuesta a vivirlas, sino que me encantan esas aventuras de sobrevivir. El campo es fundamental.
Los restos fósiles que encontraron fueron bautizados como “Ingentia Prima”, es decir, “la primera gigante”. ¿Por qué “la primera”?, ¿por qué “gigante”? y ¿por qué femenina?
El nombre científico hace referencia a algo particular de la especie. Que sea la primera gigante es una conclusión a la que llegamos después de hacer análisis y de comparar los tamaños. Teníamos que estar seguros de que no hubiera otro grande hasta ese momento (...) El nombre, entonces, tenía que referirse a dos cuestiones: grande y antiguo. Así surgió ingentia, que en latín significa algo enorme, y prima, que significa primera. Sobre lo femenino, en realidad, no sabemos si era hembra o macho, hay casos aislados que pudieron corroborarlo, pero nosotros no.
Fue una propuesta de mi director que dijo “¿por qué no hembra?, siempre se da en masculino por una costumbre”. Automáticamente dije que sí. La idea me encantaba y lo vinculé con la situación actual que estamos viviendo las mujeres en todo el mundo, (..) un momento de quiebre donde nos estamos haciendo escuchar por primera vez en la historia de la humanidad (…) Poder vincular los primeros pasos hacia el gigantismo y que la representante pueda ser una hembra, un nombre femenino, me pareció genial. Es altamente probable que haya sido una hembra (…) Fue una decisión: no tenemos la certeza científica de que fue una hembra, pero tengo el convencimiento de que es probable.