La editorial universitaria EUDEBA, que este año cumple 60 años y que fue, sin lugar a dudas, una de las instituciones más castigadas después de los acontecimientos de 1966 durante la dictadura de Onganía, publicó el libro “Exactas exiliadas”, un documento que rescata y revela las consecuencias de La Noche de los Bastones Largos para la ciencia y la investigación en Argentina.
Se trata de un detallado y revelador relato de Pablo Penchaszadeh, un joven estudiante en aquel entonces y un destacado científico en la actualidad. En distintas entrevistas periodísticas que brindó con motivo del 50 aniversario de la noche trágica, el biólogo y escritor recuerda sobre lo acontecido: "intervinieron las universidades nacionales, avasallaron la autonomía universitaria y mostraron una saña particular contra Exactas. Eran retrógrados graves. Una gente tan cavernícola decía que el marxismo entraba por la minifalda".
Sin rodeos, la publicación da cuenta del daño, quizás irreparable, que esta etapa de la historia argentina le propinó a la universidad. Recoge testimonios en primera persona que narran lo que les ocurrió cuando eran estudiantes o jóvenes graduados de Exactas: la enorme masa fue vedada de obtener un cargo docente, la mayoría nutrió otros centros de investigación y docencia del país, una gran cantidad debió abandonar la ciencia y muchos se fueron al exterior y ya no volvieron.
"También estigmatizaron a los estudiantes. Fuimos una generación borrada. Se hizo un censo y solo en la Universidad de Buenos Aires, 1.400 profesores renunciaron, 400 de ellos en Exactas", afirma Penchaszadeh. Su obra, siempre vigente y necesaria, adquiere mayor relevancia al recordar que la Facultad de Exactas estaba a la vanguardia del trabajo científico en aquellas épocas.