Van a cumplirse siete años desde que el abogado Carlos Lombardi se involucró con el tema de los abusos sexuales perpetrado por religiosos católicos, después de litigar en tribunales eclesiásticos de Mendoza, Córdoba y Buenos Aires durante casi una década con demandas de anulación de matrimonios. Esa experiencia le permitió “conocer el sistema paralegal y contrario al derecho internacional de los derechos humanos vigente en la Iglesia Católica”, dice en diálogo con PáginaI12. Como parte de la Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual Eclesiástico, conformada en la Argentina en 2014 como hermana de otras constituidas en otros países, Lombardi brinda asesoramiento a víctimas y lleva el registro de las causas abiertas en la actualidad contra curas y monjas –casi una veintena–, en el fuero penal, civil o eclesiástico, con la intención de apelar a distintas estrategias para obtener condenas.

Lombardi fue el abogado de Iván, víctima de un cura pederasta en Mendoza. Los abusos fueron cometidos en una parroquia del departamento de San Martín, a 50 kilómetros de la capital provincial. “Como la acción penal estaba prescripta, se le sugirió a Iván presentar un pedido de informes al Arzobispado para que informara qué había pasado con la investigación canónica iniciada con su denuncia. Como el Obispado se negó sistemáticamente a informar se inició en 2010 la demanda por daño moral, en un juicio que se ganó en 2015. La sentencia de la Corte mendocina sostuvo que el derecho canónico no tiene primacía sobre los derechos humanos y fijó una indemnización de 80 mil pesos, que ya se pagaron”, detalló Lombardi.

–¿Qué posición ha tenido la Iglesia Católica frente a las denuncias promovidas desde la Red?

–La misma de toda su historia. Si los casos no toman estado público, traslado de los abusadores, en silencio, obligando a las víctimas a no decir nada, muchas veces previo juramento. Cuando toman estado público, salen los comunicados “condenando” los hechos, manifestando tristeza, consternación y garantizando “tolerancia cero”. Puro hipocresía y demagogia. Las víctimas no les importan, sólo les importa la imagen de la institución. En cualquier lugar del planeta, inician un procedimiento interno donde se violan todas las garantías procesales de las víctimas. 

–¿Qué cambió con la llegada de Bergoglio al Vaticano?

–Bergoglio, como todos los procesos de reforma que ha encarado, sólo ha maquillado un poco la situación. Puertas afuera, habla de tolerancia cero. Puertas adentro, creó una comisión para proteger a las víctimas (Comisión para la Tutela de Menores), sólo consultiva, sin ningún resultado positivo. Las conferencias episcopales han elaborado protocolos pero en la misma línea denegatoria de garantías para los abusados. Además, siguen las trampas normativas canónicas. 

–¿Tiene conocimiento de que Bergoglio haya protegido a pedófilos?

–El principal ha sido Grassi, ¿no? Incluso mandó a escribir un libro con argumentos a favor de su inocencia. Siendo Papa, sacó rápidamente al nuncio apostólico de República Dominicana, Jozef Wesolowski, consumado pederasta para que no fuera juzgado en ese país, luego murió en el Vaticano. En Chile, nombró obispo de Osorno al cura Juan Barros, principal encubridor de otro cura pedófilo, Fernando Karadima.