Mientras la cifra de muertes por los incendios en Grecia sigue incrementándose –ayer llegó a 80–, los especialistas vuelven a cuestionar las graves fallas que hacían previsible una tragedia como la que ocurrió. El enorme impacto humano y material de los incendios en las afueras de Atenas no es ninguna sorpresa para los expertos: casas construidas rodeadas de pinos, ausencia de planes de evacuación y años de austeridad explican el balance provisorio de al menos 80 muertos.
Para el ingeniero forestal Nikos Bokaris, la localidad de Mati, en la costa oriental del Atica, era un lugar propicio para los incendios mortales al reunir bosques de pinos y numerosos residentes en una zona urbanizada sin control a los pies de montañas boscosas.
Esta vez los habitantes de Mati no tuvieron la misma suerte que en otros veranos en los que no sufrieron grandes incendios. “Los pinos eran viejos, muy altos y grandes, eran el combustible necesario para que las llamas crecieran y se desplazaran con rapidez, desatando una enorme carga térmica”, que fundió hasta las carrocerías de los vehículos, explica Bokaris. “Lo vemos bien con el ejemplo de California. Incluso en los países que destinan importantes recursos a la lucha contra el fuego, representa un desafío enorme la coexistencia entre el tejido urbano y un entorno boscoso”, defiende Kostis Kalambokidis, geógrafo y experto en catástrofes naturales.
El fuego se desató a causa de vientos extremos, con ráfagas de hasta 100 kilómetros por hora. Según Kalambokidis, “es cierto que el fenómeno era asimétrico”, como dijo el primer ministro griego, Alexis Tsipras. “Sabemos muy bien que el cambio climático favorece cada vez más situaciones climáticas extremas”, asegura este geógrafo, quien considera que esta es una razón de peso para mejorar en la gestión del riesgo.
“Faltó prevención. Estamos cansados de decirl y que nada cambie”, lamenta Christina Theodari, doctora en Ciencias Ambientales. Lo fundamental hubiera sido la existencia de un plan de evacuación, necesario al tratarse de una zona con carreteras estrechas y en mal estado. Numerosas víctimas quedaron atrapadas en atascos, así como otras personas fallecieron al huir hacia acantilados, en lugar de la playa. Fue el caso de 26 personas cuyos cadáveres calcinados fueron hallados el martes por la mañana en Mati.
Cortafuegos fuera de servicio, jardines y patios llenos de malas hierbas, árboles que cubrían el techo de las casas... Las irregularidades fueron numerosas. Muchas de ellas permitidas por una administración debilitada tras ochos años de austeridad. El presupuesto del servicio de bomberos se redujo de 452 millones de euros (528 millones de dólares) en 2009 hasta 354 millones (414 millones de dólares) el año pasado, según datos oficiales.
Según Theodari, la insuficiente sensibilización y la poca formación de los habitantes en la prevención también favorecieron el gran impacto de estos incendios.
Para Kostas Synolaki, especialista en catástrofes naturales, “el alerta tendría que haberse producido en el mismo momento en que empezó el incendio, para que desplazaran el mayor número de bomberos y la evacuación empezara a tiempo”.
Synolaki cuestiona la planificación operacional que ignoró “todo lo que permite la tecnología moderna”, en concreto, los programas informáticos que permiten anticipar la propagación de un incendio.
Después de 2007, Grecia impulsó un plan para mejorar su sistema de lucha contra el fuego, considerado como poco desarrollado en las operaciones aéreas en beneficio de la lucha en el terreno.
“Finalmente, no sé quien ha hecho lo que debía o no, pero de lo que estoy seguro es que visto el resultado, esto no ha funcionado”, afirma el ingeniero Bokaris.