La corrida cambiaria y el ajuste fiscal comenzaron a impactar sobre los niveles de empleo. Durante mayo se destruyeron 16.900 puestos de trabajo registrados. La contracción mensual en la serie elaborada por el Ministerio de Trabajo es la más profunda desde enero de 2016. Los datos oficiales muestran que la destrucción mensual del empleo fue generalizada: en el sector público se perdieron 4900 puestos mientras que entre las actividades privadas se contabilizaron 5900 trabajadores menos que el mes anterior. La industria lidera la caída en el último segmento. Con una baja mensual estimada en 3400 empleos y una pérdida de 21.300 a lo largo de los últimos doce meses, el sector manufacturero retrocedió en 29 de los 30 meses de gestión de Cambiemos cubiertos por las estadísticas. 

Desde que comenzó la presidencia de Mauricio Macri se destruyeron 82.000 puestos de trabajo en la industria. A la sostenida caída de empleo en las fábricas al ritmo de la apertura comercial y la merma en la demanda interna se sumaron el mes pasado la parálisis en la construcción y una leve caída en comercio. Las dos actividades que motorizaron la creación de empleo registrado en el sector privado durante 2017 no registraban un comportamiento negativo mensual desde mediados de 2016. La construcción contabilizó 1600 puestos menos que en abril mientras que las actividades comerciales anotaron una merma de 700 empleos.   

La fotografía laboral de mayo enciende las primeras señales de alarma pero en la comparación interanual el empleo registrado total muestra la existencia de 148.400 puestos más que en mayo de 2017. De acuerdo a las cifras difundidas ayer, 52 de cada 100 empleos registrados creados en el último año corresponden a inserciones inestables con remuneraciones por debajo de la media como monotributistas, trabajadoras de casas particulares y monotributistas sociales. Los datos oficiales evidencian el proceso de transformación experimentado en la estructura laboral a lo largo de los últimos dos años donde la destrucción de empleo manufacturero fue compensada por empleos en el rubro servicios. El empleo público, por su parte, anotó 16.500 puestos más que un año atrás. Aunque positivas las cifras muestran una fuerte desaceleración en la dinámica del empleo público. Ese comportamiento se profundizará con la implementación de las condicionalidades previstas en el programa de ajuste y reformas acordado con el FMI. 

Desde el Ministerio de Trabajo reconocieron ayer que los datos “no son los que preveíamos paro tampoco vemos una caída destacable, hasta mayo hay bastante estabilidad dada la caída en el nivel de actividad”. La Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) que permite anticipar el comportamiento de empleo privado registrado arrojó en junio una caída mensual de 0,1 por ciento. De acuerdo a los funcionarios de la cartera laboral la retracción “parece leve dada la turbulencia”.  

Junto con las cifras globales, la EIL permite conocer la movilidad de los trabajadores en el mercado de trabajo. La encuesta muestra que la tasa de entrada al mercado de trabajo fue de 1,6 por ciento, uno de los valores más bajos desde comienzos de siglo. “El aspecto más importante a destacar de la evolución del empleo registrado en el marco del comienzo de una nueva crisis económica, es la decisión de las empresas de paralizar las contratación de personal. Durante junio la tasa de incorporaciones alcanzó el valor más de bajo de los últimos 16 años. Este fenómeno, por sí solo, muestra la complejidad del cuadro laboral al inicio de la fase recesiva”, advirtió el economista Diego Schlesser a PáginaI12. 

El investigador del Programa de Capacitación y Estudios sobre Trabajo y Desarrollo (Cetyd) de la Unsam explica que el primer impacto que acusa el empleo durante un episodio recesivo como el actual no está dado por una disparada en los despidos sin causa sino que proviene del desplome en las incorporaciones de personal. “La reacción inicial de las empresas frente a un contexto adverso consiste en no cubrir las vacantes que se producen habitualmente por renuncias y retiros jubilatorios. Así, las empresas consiguen un rápido ajuste de la dotación de personal sin incurrir en erogaciones económicas adicionales ocasionadas por las indemnizaciones por despido, y de un modo menos visible y poco conflictivo”, explica Schlesser. Por su parte, las desvinculaciones se ubicaron en 1,8 por ciento que también representa un comportamiento contractivo frente a los últimos dos años. La dinámica tampoco contradice la existencia de una recesión ya que frente a esos escenarios tiende a reducirse el número de trabajadores que renuncian. 

@tomaslukin