Aunque el verano esté aún lejos, bien vale darse por enteradxs de que una reputada firma fashion –con base operativa en Nueva York– se ha propuesto redefinir las reglas para el uso adecuado de la pileta. Y no se trata de las ya clásicas recomendaciones “No correr” o “Evitar el uso de colchonetas y otros flotadores” lo que desvela a Chromat, la marca en cuestión, dedicada al diseño de pilcha deportiva y atlética para “mujeres, identidades feminizadas y personas no binarias fuertes y poderosas”. Conforme su estilo genuinamente body positive y radicalmente diverso, su recientísima y muy celebrada campaña The ChromatBabe Guard’s Pool Rules enlista “normas” que están en clara consonancia con su exploración estética y sus diseños inclusivos. Amén de presentar, claro, una nueva línea de trajes de baño…
“Intolerancia no tolerada”, “Bienvenidas cicatrices y estrías”, “Todas las habilidades, aceptadas”, “Avergonzar a otrxs por comer lo que le dé la gana, no permitido”, “Vello corporal, apreciado”, “Celebrada la celulitis”, “No hay límites de edad”, “Se respetan los pronombre que cada unx ha elegido”, “Irrestrictas demostraciones públicas de cariño LGBTQ+”, se lee en las fotografías y el correspondiente spot, donde muy espléndidas y rebosantes de energía, posan las salvavidas de ocasión: modelos curvy, trans, afro-queers, sin una pierna, que se han sometido a una doble mastectomía... Más específicamente: la latina Denise Bidot, curvilínea modelo que muestra sin pruritos su celulitis, activista por las chicuelas curvy. La reconocida bloguera de moda y lifestyle Mama Cax, afroamericana que superó un avanzado cáncer a los 14 que le costó la amputación de una de sus piernas. La afroamericana queer Ericka Hart, educadora sexual, escritora y cancer-warrior. La supermodelo filipino-estadounidense Geena Rocero, militante por los derechos trans, fundadora de la organización Gender Proud. Y la icónica Emme, primera supermodelo plus-size, de 55 años...
“Quería que esta campaña realmente festejara a pioneras de la industria, que representan y militan activamente para cambiar la realidad, para lograr que avance la cultura”, ofrece la diseñadora queer Becca McCharen-Tran, joven fundadora de una marca que lleva 8 años explorando la intersección entre arquitectura, moda y tecnología, produciendo prendas que aumentan y mejoran el rendimiento del cuerpo a través de un diseño innovador y telas técnicas de vanguardia. “Es un acto diario de desafío ser una misma cuando gran parte de lo que vemos cotidianamente apunta a estándares de belleza inalcanzables”, recalca quien diseña tomando cuerpos reales en consideración, usando formas geométricas para crear prendas deportivas que se adapten a la persona y acentúen sus mejores características. Y luego: “Las diseñadoras de moda tenemos la enorme responsabilidad de poner en circulación las imágenes que queremos que sean vistas; en lo personal, quiero fotografías que realmente reflejen la diversidad de este mundo. Ni se me ocurre contribuir a la estrecha definición de cómo debería lucir un cuerpo en un natatorio, en una playa. Reconozco la naturaleza ‘aspiracional’ de las campañas de trajes de baño, y me gustaría cambiar la mismísima definición de ‘aspiración’, que el anhelo de las mujeres sea celebrarse tal como son, no encorsetarse a una definición de belleza preseteada”.
“Cuando Chromat comenzó a ganar reconocimiento, tópicos como la diversidad de talles, la fluidez de género y la desigualdad racial en la pasarela todavía no se habían convertido aún en temas vitales del mundillo de la moda. Con el correr del tiempo, el resto de la industria ha alcanzado lentamente la visión del futuro que la firma ha estado moldeando durante años. Así y todo, Chromat aún se destaca por su autenticidad”, asegura revista Them. Al respecto, aporta doña McCharen-Tran que, para ella, “no se trata de cumplir con una cuota de diversidad, no es parte de un impulso de marketing: las personas en nuestros shows son verdaderxs amigxs y colaboradorxs, y a ellxs quiero celebrar y dar visibilidad usando nuestra plataforma”. Porque, en palabras de Bidot, “las mujeres de todos los talles existimos: no somos una moda o una estrategia publicitaria. La industria fashion necesita comprometerse honesta y duraderamente con el concepto de inclusión”.
Cabe aclarar que, en ocasiones pasadas, han modelado prendas de Chromat supermodelos trans como Leyna Bloom (de ascendencia filipina, también bailarina y activista, primera muchacha abiertamente trans de color en aparecer en Vogue India) o la latino-norteamericana Carmen Carrera; chicuelas curvy como Ruby Woo o Sabina Karlsson, por citar unas pocas. Y vale decir que ni Beyoncé, Madonna, Nicki Minaj, Grimes, Taylor Swift, Zendaya o Tyra Banks se han resistido a comprarle algunas pilchitas a McCharen-Tran, antaño nombrada “una de las 30 personas con menos de 30 que están reinventando el mundo” por revista Forbes.
Con 33 pirulos hoy día, McCharen-Tran –que lleva dos años casada con la música Christine Tran, cofundadora del colectivo femenino de DJs Discwoman, una plataforma que labura para que haya más mujeres en la escena electrónica– sigue redoblando su bienhechora apuesta. Ella –que estudió arquitectura en la Universidad de Virginia, viajó con el Cuerpo de Paz al Salvador, se inició en la moda como hobby y acabó siendo nombre fundamental de la industria– dice: “Ninguna mujer será verdaderamente libre hasta que todas lo seamos”. En esa dirección, labura Becca; una significativa prenda a la vez.