“La confusión del mundo se hizo eco de mi obra”, señala Eiman Elgibreen. “Me empecé a preguntar porque importa tanto la cara en el trabajo, o lo que se usa como ropa”, insiste la artista saudí criada en una familia que puso en primer plano la educación incluso para las mujeres, tradicionalmente destinadas al matrimonio y las tareas de cuidado.La madre de Elgibreen,feminista, no pudo terminar con sus estudios tal como hubiera deseado. “Se casó joven, siempre nos dijo a mis tres hermanas y a mí que fuéramos a la universidad, aún cuando se creía que no teníamos que hacerlo porque nos íbamos a casar. Sin embargo las cuatro obtuvimos becas para estudiar”.
Eiman nació en Al Hada en 1981 y pertenece a la nueva generación de artistas de Arabia Saudita, vive en Riad y es profesora de Historia del Arte en la Universidad Princess Nourah. Tiene un doctorado en Historia del Arte Moderno y Contemporáneo de la Universidad de Sussex, por su investigación “Creación de imágenes: representaciones de mujeres en el arte y la carrera de Safeya Binzagr 1968-2000”. Trabajó como periodista en los diarios Al-Riyadh y Al-Jazira. Estuvo en Buenos Aires invitada al 14º Encuentro Sur Global, con vistas a Bienalsur 2019, la plataforma de pensamiento de la Bienal de Arte Contemporáneo de América del Sur. En charla con Las12, dice que sus intereses académicos y artísticos se centran en las culturas de Oriente Medio y el mundo occidental, el feminismo poscolonial, el arte contemporáneo de Medio Oriente, y las artistas mujeres sauditas. A los dieciséis años les contó a su madre y a su padre que le interesaba el arte “aunque todos suponían que iba a estudiar medicina porque me destacaba en la escuela. Pero me dijeron que si eso era lo que me hacía feliz estaba bien siempre que siguiera en la universidad. Cuando tenía veintiséis, se abrió un programa para que las mujeres puedan estudiar fuera del país. Esa fue mi oportunidad para estudiar historia del arte moderno y contemporáneo en Inglaterra”. Actualmente vive en la capital de Arabia Saudita y trabaja en la universidad más grande de Riad, que está manejada por mujeres. “La mayoría de las universidades están dirigidas por hombres”, cuenta. “Ellos llegan a las posiciones más altas, ya que corren con treinta años de ventaja en tanto se les permitió estudiar antes. Las mujeres empezamos después, pero ahora estamos nosotras adelante. Nos especializamos más. Es un tiempo interesante en mi país”.
Cuando se fue a estudiar a Inglaterra su padre le rogaba que se sacara el velo, pero ella lo siguió usando. “Para mí el velo es un tema cultural, no religioso, y por eso lo uso. Como trabajaba en el diario local de mi país tenía acceso a archivos y museos. Yo visitaba esos lugares y siempre me preguntaban si estaba perdida o si sabía dónde estaba, y cuando entraba en un museo me miraban y me seguían, pensando que podía destruir alguna imagen de un desnudo. Mis obras me ayudaron a sobreponerme a ese conflicto que la ropa ocasionaba. La gente no está acostumbrada a ver mujeres artistas con velo. Generalmente se cree que en el campo del arte tenés que estar occidentalizada. No así en medicina o ciencias”.
Does a face make a difference? y Don’t judge me, just look at my work son dos piezas que vinieron después de una serie de trabajos que Eiman nunca mostró y que pertenecen a un periodo experimental. Cuenta que antes del 9-11 -cuando tenía 19 años- “nunca había pensado cómo el mundo nos veía, como país, como cultura, como mujeres. Crecí en un país con muy poca diversidad. Yo empecé a usar velo para experimentar y ver la reacción de la gente, me lo ponía en las embajadas, por ejemplo y noté que cada persona reaccionaba de una manera muy distinta. Me llevó años darme cuenta que la gente juzga según lo que tiene adentro, y lo islámico se asocia al terrorismo.” ¿Qué estás mirando? es un trabajo que trata sobre la atención que ponen los medios hacia las mujeres conservadoras saudíes. “La pregunta aquí es: ¿hay alguna intención real de reconocer los logros de las mujeres sauditas?”, se pregunta la artista. En Does a face make a difference? -una obra compuesta por impresiones fotográficas montadas sobre ladrillos de piedra caliza, y ensambladas sobre una base acrílica transparente con un espejo, aborda el mismo interrogante: ¿La apariencia de las personas afecta el valor de sus logros? Eiman dice: “Agregar el velo a la figura femenina hace que sea difícil escapar de la sensación extraña que nos impide ver más allá de los estereotipos. Lxs espectadxres descubren que hay sesenta y cuatro caras sonrientes de muchachas debajo de cada ladrillo a través de su reflejo en el espejo. Este trabajo de Eiman está inspirado en un poema árabe clásico llamado Belleza en el velo negro, escrito en el siglo VIII, que cuenta la historia de un hombre que se enamoró de una bella mujer que usaba una capa negra. “Antes de este poema, las mujeres musulmanas solían usar sus capas en diferentes colores”, cuenta Eiman. “Este poema se hizo popular e hizo que todas las mujeres quisieran ser esa dama, así que todas comenzaron a usar una capa negra”. Eiman interpela el modo en que ha cambiado este concepto poético y simbólico de belleza en la antigua cultura árabe.
“Banksy y yo es un trabajo que muestra cómo las cosas se pueden percibir y apreciar de manera diferente cuando se agregan el género y la raza a la ecuación. El ocultamiento de la identidad aumenta el valor del trabajo de Banksy, mientras que a menudo obstaculiza la carrera de una artista femenina”, dice Eiman. Banksy y yo se basa en una experiencia real vivida por la artista cuando un curador no saudita canceló la posibilidad de curar una exposición individual de Eiman al enterarse que usaba velo. Eiman usa velo y túnica cuando viaja. “Después del 9/11 el velo pasó a estar asociado con algo malo, a ser asociado al terrorismo. Yo uso el velo, pero no es fácil. Como mujer siempre tengo que explicar todo. Banksy es un artista reconocido internacionalmente, pero nadie conoce su cara porque se la cubre, es inglés y trabaja en todo el mundo. Un artista que tiene mucha influencia en los jóvenes”.
Electronic veils es una serie de cinco pinturas que fueron el resultado de diversos correos electrónicos. “Con este trabajo aliento a lxs especatdorxs a pensar sobre lo que define la identidad de una persona ¿Es su rostro o su personalidad?”, se pregunta. La serie nació del trabajo Does a face make a difference? “Esta obra es una respuesta motivada por la creencia de que ver la cara es importante en los negocios para desarrollar confianza. Jugué con la idea de la transformación cultural y la hibridez en tanto interpreté los correos electrónicos como una evolución del velo”. La serie muestra varios mails entre la artista y personas con quienes trabajó desde 2008. Cada correo se imprime en una superficie transparente para simbolizar la identidad de la artista por parte de la otra persona, mientras que debajo se ve una fotografía de Eiman impresa en un panel de madera.